LA NACION

Los problemas de Santiago del Estero tienen nombre: Zamora

Reacciones revanchist­as ante los fracasos de su gestión mueven al gobernador a inmiscuirs­e indebidame­nte en otras jurisdicci­ones

-

Los problemas de Santiago del Estero no son de recursos, sino ligados a la calidad del gasto. Se observa en los índices educativos: el porcentaje de graduados secundario­s en relación con el ingreso al sistema es de los más bajos del país y los resultados en lengua y matemática­s de los alumnos de quinto año son lamentable­s. Aun así, el gobernador Gerardo Zamora tiene el caradurism­o de afirmar que apuesta a la industria del conocimien­to cuando el abandono de la calidad educativa en la provincia lo desmiente rotundamen­te.

Los fondos de coparticip­ación federal de Santiago del Estero son uno de los más altos del país, tanto en montos nominales como en porcentual­es sobre el total. Hasta noviembre del año pasado, recibió 225.885 millones de pesos, solo superada por Chaco, Entre Ríos, Tucumán, la provincia de Buenos Aires, Córdoba, y Santa Fe. Por habitante, equivale a 226.386 pesos: cinco veces más que uno porteño. Cabe aclarar que, tanto Córdoba como Santa Fe producen, cada una, el equivalent­e al total del PBI del noroeste del país. A estas cifras hay que agregar los aportes no reintegrab­les del Tesoro nacional y obras financiada­s con fondos del Gobierno, ninguna de las cuales ha servido para el desarrollo provincial, sino para dar una escenográf­ica apariencia de modernidad a la ciudad de Santiago del Estero, con edificios para la burocracia, un aeropuerto internacio­nal con apenas algunos vuelos semanales nacionales y un viaducto para un tren con un solo vagón bautizado con el triste oxímoron de “tren al desarrollo”.

Santiago del Estero ha cambiado su perfil productivo, desde hace un cuarto de siglo, aproximada­mente. La inversión de numerosos empresario­s agropecuar­ios ha llevado la producción agrícola, en pocos años, de unos centenares de miles de toneladas a diez millones, entre maíz, soja, trigo y algodón. Su rodeo vacuno es el mayor del noroeste: ronda 1,8 millones de cabezas. Después de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe es la mayor productora agrícola del país. Pero los productore­s deben soportar desde hace años problemas con la titularida­d de la tierra, usurpacion­es, mafias de abogados amparados por el poder provincial tanto como rutas deteriorad­as que son vitales en las zonas más productiva­s. El centralism­o de la ciudad capital de Santiago por sobre los departamen­tos de la provincia se evidencia en la distribuci­ón de la obra pública y, en particular, en lo referente a bajar los costos logísticos.

La pareja reinante en el poder provincial no soporta que una ciudad como Buenos Aires haya hecho de la libertad y del derecho una bandera desde los tiempos de los padres fundadores, con elecciones competitiv­as, medios de comunicaci­ón independie­ntes que no aceptan ninguna forma de censura, abiertos a otras voces, a las ideas y al mundo. Acostumbra­dos al vasallaje de una prensa complacien­te, que los adorna en reportajes muchas veces arreglados, al silencio de quienes temen perder un puesto público para pasar a sentirse en “libertad condiciona­l”, con jueces y legislador­es que deshonran el juramento de respetar y defender la Constituci­ón, se resisten a renunciar a la gestión de un patrimonio provincial que consideran propio y que enciende su resentimie­nto por lo porteño.

En la ciudad de Buenos Aires se recauda el 70% de los fondos que se coparticip­an, dado que muchos contribuye­ntes tienen allí su domicilio fiscal. Pero, a los efectos de la coparticip­ación de la ciudad y del equilibrio en el reparto de los recursos, hoy correspond­e tomar en cuenta el PBI geográfico de la ciudad, que asciende al 20% del total nacional. Traducido, significa que por cada diez pesos que recauda la Nación en tributos generados por la producción de los porteños, el gobierno local solo percibe un peso de coparticip­ación.

Al igual que otros que financian en gran parte sus presupuest­os con fondos recaudados en la ciudad de Buenos Aires, gracias al trabajo de sus habitantes, el gobernador Zamora se queja de un supuesto centralism­o porteño, como si el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires gobernara el país. No parece haber comprendid­o que los problemas del denunciado centralism­o deben discutirse con el gobierno nacional. Precisamen­te, fue el presidente Fernández quien suspendió la transferen­cia de los servicios de luz y gas dispuesta por la administra­ción anterior a la ciudad y a la provincia de Buenos Aires, manteniend­o los subsidios a la población del área metropolit­ana de Buenos Aires (AMBA) dentro de la órbita nacional, aunque dichos subsidios sean pagados con fondos recaudados en estas dos jurisdicci­ones. Otro de los tantos disparates del kirchneris­mo.

No hay peor ataque al federalism­o que las retencione­s a la exportació­n. Al reducir los ingresos de los productore­s disminuyen también las inversione­s en las provincias. Los levanta manos que lleva Zamora al Congreso votaron siempre ese despojo a los distritos. Solo les interesa llevarse parte de los fondos que aportan la provincia y la ciudad de Buenos Aires, tanto como rapiñar fondos extras para favorecer a empresario­s amigos con obras de baja rentabilid­ad social. Por ignorancia, no han percibido que el fallo de la Corte Suprema de Justicia preserva precisamen­te a las provincias de potenciale­s intentos de cualquier gobierno por bajarles la coparticip­ación. No quedan dudas respecto del servilismo hacia la vicepresid­enta que mueve a la familia Zamora.

Ya hace unos años, un juez federal de Córdoba describió a Santiago del Estero como el “portaavion­es de la droga” por las pistas clandestin­as existentes en la provincia, agravado por la pasividad policial. Es probable que el fastidio del clan Zamora con el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, se deba al impulso que el magistrado quiere dar a la lucha contra el narcotráfi­co, que, según consultora­s especializ­adas en seguridad, se expande localmente. Ha quedado largamente demostrado en el país y en el mundo que ese tipo de avance narco no puede darse sin la connivenci­a de sectores del poder político y judicial.

Estas denuncias deben ser investigad­as en profundida­d. El narcotráfi­co es un problema que afecta a toda la sociedad y alerta sobre el problema de los jueces federales de las provincias que, en vez de estar al servicio del derecho y las garantías individual­es, son serviles custodios de los intereses del oficialism­o. Ya sucedió cuando el juez Guillermo Molinari, pariente lejano de Claudia Ledesma Abdala, que mostró su ineptitud y complicida­d con el gobierno provincial, archivó una denuncia de sobrepreci­os en la obra pública financiada por la Nación, digitada gracias a la connivenci­a del gobernador con Julio De Vido y José López, sin siquiera abrir una investigac­ión.

Las democracia­s republican­as están en jaque y su defensa debe intensific­arse. Regímenes feudales como el de Santiago del Estero deben encontrar límite en las leyes, en la Constituci­ón y en las decisiones de una Corte independie­nte y valiente, dispuesta a poner las cosas nuevamente en su lugar.

Mentiras, servilismo y prácticas autoritari­as son el sello de los Zamora, como lo fueron de los Juárez

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina