LA NACION

MIEL. Un empresario apícola vende a Japón un producto premium patagónico

Desde Río Negro, Carlos Levín abrió un nuevo canal comercial para las exportacio­nes fraccionad­as hacia el tercer comprador mundial

- Gabriela origlia

Por primera vez, la Patagonia argentina cuenta con una miel orgánica y fraccionad­a que logró abrir las puertas del mercado japonés. El objetivo se logró después de tres años “de esfuerzos” y apunta a convertirs­e en un “incentivo” para otros productore­s, según explicó a la nacion Carlos Levín, que preside la Cámara Argentina de Fraccionad­ores de Miel y que es titular de “Miel Río Negro”.

La decisión, comentó, es modificar la forma de exportar la miel que, tradiciona­lmente es a granel, y pasar a comerciali­zar en forma fraccionad­a, con valor agregado. “Buscamos vender afuera de la misma manera que lo hacemos en el mercado interno, envasada, con nuestras marcas, para así generar más divisas para el país”, señaló.

El 98% de la miel que exporta la Argentina es a granel. El país es el cuarto vendedor en el ránking mundial, con unas 75.000 toneladas al año, según datos del Observator­io de Complejida­d Económica, detrás de China (458.100 toneladas), Turquía (104.077) y de Irán (79.955).

EE.UU. es el principal importador de miel del mundo –también es el destino número uno de los embarques argentinos–, le siguen Alemania, Japón, Reino Unido y Francia.

La empresa de Levín, en General Roca, tiene 40 años de trayectori­a y su miel se comerciali­za en 20 provincias. El primer paso para la certificac­ión orgánica fue lograr ese sello para la estancia “La Querencia”, de Aluminé. Las alrededor de 700 colmenas deben estar tratadas con aceite de lino y la cera de su interior debe ser de producción propia. Todos los tratamient­os sanitarios se hacen con productos naturales previament­e selecciona­dos. Después se logró la habilitaci­ón de la planta de extracción, administra­da por una asociación de productore­s de la región y, finalmente, la certificac­ión de la planta de fraccionam­iento.

Levín estimó la producción anual en unos 60.000 kilos. En su historia la empresa había exportado una vez a Uruguay, pero el proceso se discontinu­ó cuando sucedió la controvers­ia de las papeleras entre los dos países. “Ya es historia pasada; ahora es un producto distinto, para un nicho de mercado bien definido. El consumo de alimentos orgánicos crece al 5% anual y nos interesa estar ahí”, dijo el empresario.

Hay productore­s de miel orgánica fraccionad­a de otros puntos del país que llegan a Japón, pero la continuida­d es complicada. En 2006 la Argentina obtuvo del gobierno de Japón el reconocimi­ento de la equivalenc­ia de su sistema normativo de certificac­ión orgánica con el sistema nipón, uno de los mercados más exigentes del mundo.

“Miel Río Negro” participó de una reunión con potenciale­s clientes japoneses organizada por la Cancillerí­a argentina, donde hubo once empresas de distintos puntos del país. Levín destacó el apoyo de la embajada argentina en Tokio y de la Secretaría de Agricultur­a, y enfatizó que apuntan a vender afuera “trabajo argentino y valor agregado. Es inversión en el país”.

Para Japón, además del producto, Levín debió desarrolla­r un packaging diferencia­do cumpliendo las exigencias del destino. La apicultura es una actividad en crecimient­o en la Patagonia. En el Valle de Río Negro y Neuquén hay unos 200 apicultore­s pequeños y medianos. ß

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Carlos Levín

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