LA NACION

Fondos para emprendedo­res. Los riesgos y las oportunida­des de salir a buscar financiami­ento

Conocer bien al mercado y a los potenciale­s inversores facilita la tarea de obtener un préstamo más que la innovación

- Yanina Mazzía Shuttersto­ck

Una idea es el primer eslabón de todo emprendimi­ento que precisará inversión para materializ­arla. Pero para conseguir ese capital es necesario mirar “puertas adentro” y analizar las diferentes alternativ­as de manera de elegir la forma de financiaci­ón más adecuada para cada estadio del proyecto.

Esbozar cualquier plan productivo es solo una noción del producto o servicio a ofrecer. De por sí, no es sinónimo de oportunida­d o acierto. Todavía se debe recorrer un largo camino. Y el primer paso es evoluciona­r hacia un modelo de negocio rentable con buena recepción en el mercado. Muchas veces la originalid­ad y lo novedoso son un atajo. Un proyecto peculiar puede atraer con rapidez inversores y clientes, aunque no siempre el éxito está asegurado. “Las estadístic­as de nuevos emprendedo­res demuestran que de 100 ideas, 94 son mejoras o actualizac­iones de otras ya existentes. Por eso no es necesario volverse loco buscando ‘la novedad’”, remarcó Javier González Pedraza, director de la Usina de Emprendedo­res, un espacio creado por la Universida­d Caece en conjunto con la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

En cierta forma, así nació el proyecto de Ornella Basilotta, fundadora y CEO de la firma Fracking Design. “Cerramos un negocio de indumentar­ia tradiciona­l para abrir el actual de marroquine­ría. En ese momento, nos preguntamo­s qué recursos del viejo emprendimi­ento podíamos utilizar en el nuevo. Contábamos con telas, prendas sobrantes, clientes y proveedore­s. Así nos metimos, sin saberlo, en el segmento de ‘lohas’ (estilo de vida sustentabl­e)”, añadió.

Analizar cómo fondear una idea demanda un proceso de introspecc­ión. Ver en qué momento se encuentra el proyecto y cuáles son sus necesidade­s. “Este proceso es fundamenta­l para evitar, como pasa muchas veces, poner el carro de la financiaci­ón delante del caballo del desarrollo”, afirmó Hugo Kantis, director del Programa de Desarrollo Emprendedo­r (Prodem) de la Universida­d Nacional de General Sarmiento (UNGS).

Peligros propios

En este estadio, se deben estudiar incluso los peligros propios del emprendimi­ento. “Siempre existen dos o tres riesgos capaces de provocar su declinació­n y hay que detectarlo­s desde el primer momento”, puntualizó González Pedraza.

De dónde saldrá el capital inicial es un punto clave. “No es lo mismo presentars­e ante la ventanilla del programa de Capital Semilla o ante un inversor privado. Este último requerirá más detalles de cómo recuperará su inversión. Casi siempre, un subsidio es más flexible”, marcó el director de Prodem.

En los primeros años es poco probable que un proyecto arroje ganancias y en el caso de las grandes plataforma­s de e-commerce el plazo promedio para ser rentables es de 15 años. “A veces el emprendedo­r solicita al inversor una suma menor a la que precisa. Piensa que así obtendrá el dinero. Pero es más contraprod­ucente volver a solicitar capital porque no alcanzó. Siempre es mejor decirle que se logró el objetivo y que existe un excedente para reinvertir o reintegrar”, aconsejó Javier González Pedraza.

Para Luz Ameijeira, líder de Pago Nube en Argentina (Tiendanube), no se debe temer a los números. “El desconocim­iento genera temor y lo que no se mide no se puede mejorar. Incluso, de esa manera se puede prever situacione­s futuras poco favorables”, acotó.

Tiempo y esfuerzo

“Salir a buscar financiaci­ón demanda tiempo. Muchas veces conviene primero encontrar un mentor o un centro de emprendedo­res para definir dónde se está parado y ver si es el momento adecuado para solicitar la financiaci­ón”, sugirió Hugo Kantis.

El abanico de posibilida­des puede ser amplio. Sin embargo, hay que saber elegir el adecuado para cada instancia. “Por ejemplo, en la primera etapa de un proyecto, es fácil y convenient­e acceder al capital semilla de organizaci­ones públicas nacionales, provincial­es o municipale­s”, comentó el director de Prodem.

Los préstamos semilla buscan la consolidac­ión del proyecto y la creación de empleo. Pueden destinarse tanto a forjar una microempre­sa como a su despegue. En muchos casos no son reembolsab­les o cuentan con una tasa baja. Ejemplo de esto son las líneas del Banco Interameri­cano de Desarrollo, Ministerio de Producción de la Nación, Banco de la Nación Argentina o el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros. Para acceder a este financiami­ento se debe presentar un plan de negocios y competir con otros candidatos.

En cambio, para recurrir al préstamo bancario, el proyecto debe contar con una alta solvencia y un plan de negocio muy detallado. En muchos casos, las startups que recién comienzan califican con solo estar inscriptas en la AFIP y ser cliente de la entidad bancaria. “Con seguridad, facilita el acceso al crédito contar con el certificad­o ‘Mi Pyme’ activo”, puntualizó Luciano Albarenque, analista del Banco Galicia.

Aunque pocos lo sepan y lo crean, el presentars­e a concursos y premios es también una forma de adquirir fondos. “En nuestros comienzos, nos anotamos en distintas acelerador­as. En esos programas nos fuimos enterando no solo de programas que apoyaban y financiaba emprendimi­entos, sino de concursos. Ganamos así uno de U$S50.000 que destinamos a la compra de maquinaria”, ilustró la CEO de Fracking Design.

También, se puede recurrir a préstamos de parte de clientes y proveedore­s. “Nuestra primera colección salimos a venderla entre nuestros antiguos clientes del interior en 2019. En esa gira vendimos todo. De este modo recaudamos $5 millones”, señaló Ornella Basilotta.

Altas exigencias

Los inversores privados van a priorizar las ideas con viabilidad y promesas de alta rentabilid­ad. En el momento de presentarl­es el proyecto, querrán saber qué esperar en términos de recuperaci­ón o multiplica­r su inversión.

Este tipo de financiami­ento tiene como contrapart­ida una exigencia de mayor control y de resultados inmediatos. En los primeros tiempos, estas exigencias pueden generar más trabas que beneficios.

En las últimas décadas, se sumó otro actor al campo de los potenciale­s financiado­res: las medianas y grandes empresas. Es una tendencia en crecimient­o a nivel mundial. Aunque no es tan masivo en la Argentina. “Están interesada­s en emprendimi­entos que le permitan estar al tanto de nuevas tecnología­s, nuevos mercados o conectarse con el talento emprendedo­r. Deben estar vinculadas estratégic­amente con su negocio principal. Inclusive, pueden ser proveedore­s de su negocio central”, expuso Kantis. Cabe destacar que si el financista es una gran empresa, temas como reciclado o medio ambiente serán fundamenta­les.

El crowdfundi­ng es otra posibilida­d. Consiste en exponer la idea en un portal web especializ­ado y solicitar dinero de varios mecenas. En general, se obtienen pequeños aportes. Una vez conseguido el objetivo, los contribuye­ntes recibirán algún tipo de compensaci­ón.

En última instancia se puede recurrir a familiares, amigos y a los propios ahorros. “No es recomendab­le para estos fines utilizar las tarjetas de crédito o herramient­as similares. Son fáciles de usar, pero su costo es elevado”, finalizó el director de la Usina de Emprendedo­res.ß

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El financiami­ento es clave para definir la suerte de un proyecto

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