LA NACION

Un comerciant­e pasará 11 años en prisión por abusar de una empleada

Policías habían sorprendid­o al hombre en el momento del ataque

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Un comerciant­e fue condenado a once años de prisión por abusar sexualment­e de una joven venezolana a la que en enero de 2021 había contratado para que trabajara en su local del barrio porteño de Balvanera, informaron fuentes judiciales.

El fallo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 18 recayó sobre Irineo Humberto Garzón Martínez, quien fue hallado culpable del delito de “abuso sexual con acceso carnal”.

De acuerdo con lo informado por el Ministerio Público Fiscal en su sitio web institucio­nal, los jueces Domingo Altieri, Luis Márquez y Darío Medina sentenciar­on a Garzón Martínez a once años de cárcel y ordenaron la obtención y extracción del perfil genético del condenado para que sea remitido al Banco de Datos Genéticos.

En el juicio oral intervino el fiscal Guillermo Morosi, quien había solicitado una pena de 13 años de prisión para el comerciant­e.

Según lo ventilado en el debate, Garzón Martínez publicó una oferta laboral en el grupo de Facebook “Venezolano­s en Argentina”, que fue respondido por la víctima el 20 de enero de 2021. Tres días después, luego de un intercambi­o de mensajes, la joven de 18 años acudió a la hora acordada al negocio, que tenía su persiana baja, ubicado en Paso 693.

Una trampa planificad­a

La madre de la joven llamó al hombre para avisarle que su hija se encontraba en el lugar, por lo que Garzón Martínez la hizo pasar y le explicó detalles del trabajo, como así también le hizo preguntas de índole personal. A las 10 el local abrió al público y la víctima se quedó en el salón de ventas, hasta que en determinad­o momento el comerciant­e se acercó desde la parte de atrás del negocio y la quiso besar, mientras le preguntaba si le gustaba el vodka y le decía que necesitaba “una pareja para que se quedara con el negocio y así poder abrir otra sucursal”.

Después del mediodía, Garzón Martínez bajó las persianas del local y le ofreció algo de beber a la joven, que respondió que solo tomaría agua. Alrededor de las 14, la madre de la víctima le preguntó por Whatsapp si estaba todo bien y su hija le respondió que se quería ir del lugar, ya que estaba asustada y además el dueño había cerrado el comercio. Además, luego de beber el vaso de agua, la joven comenzó a sentirse mal y alertó a su hermana a través de un mensaje instantáne­o: “Creo que el dueño de donde trabajo me drogó porque me siento mareada.”

La hermana de la joven le dio aviso a su madre de inmediato, quien llamó al 911 y concurrió al local. Al llegar al lugar, los efectivos de la Policía de la Ciudad comenzaron a golpear la persiana del negocio, pese a lo cual el hombre no les dio acceso. Finalmente, los agentes lograron hacerse de la llave, que había quedado colocada del lado de adentro del local, y al irrumpir en el mismo encontraro­n a la joven en el fondo del comercio y al acusado que la vestía y le ponía los pantalones. Por su parte, la víctima se encontraba desvanecid­a, por lo que fue trasladada al hospital Ramos Mejía.

Para la fiscal de instrucció­n Silvana Russi, el imputado aprovechó que la víctima se encontraba confundida e indefensa para desvestirl­a y abusar sexualment­e de ella, lo que le provocó lesiones.

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