LA NACION

3 de febrero

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El 3 de febrero debió ser una fecha de merecido reconocimi­ento patrio, al igual que se festejan el 25 de Mayo, el 9 de Julio o cualquier otra, en memoria de los héroes de nuestra historia. La razón es, simplement­e, porque en esa fecha se conmemoran dos episodios de singular trascenden­cia posterior. El primero ocurrió el 3 de febrero de 1813, el combate de San Lorenzo. El por entonces coronel San Martín y el gobierno de Buenos Aires habían tomado conocimien­to de que una flotilla española partía desde el puerto de Montevideo, sede donde se había trasladado el Virreinato del Río de la Plata, con destino a los puertos enclavados en la margen derecha del río Paraná, a los efectos de abastecers­e. Para combatir esa avanzada, se le encarga a San Martín la misión de controlar la marcha de esa flota y combatirla llegado el caso. Parte el coronel con un centenar de los Granaderos a Caballo, regimiento que había fundado en 1812, costeando, de noche, las márgenes del río para no ser visto. El encuentro se produce frente al convento de San Carlos –en la localidad santafesin­a de San Lorenzo–, en el cual, los padres franciscan­os habían facilitado a San Martín el ocultamien­to de su tropa. Según el parte de guerra redactado por el Gran Coronel, el desembarco español se produjo a las “5.30 de la mañana” y en ese momento “el clarín estridente sonó y la voz del Gran Jefe a la carga ordenó”. Algunos historiado­res señalan que, en la arenga previa al combate, ordenó a los granaderos, que avanzaran “sable en mano”, “abrirles la cabeza como a un zapallo a esos godos maturrango­s”. Cabe señalar, no obstante, que aquella batalla fue la única que el Libertador libró en suelo patrio con su regimiento, que después amplió para las campañas libertador­as de Chile y Perú. Señaló San Martín en el parte de guerra dirigido al gobierno de Buenos Aires que la lucha había hecho de los granaderos “… acreedores de los respetos de la patria”. Todavía los debemos. El segundo 3 de febrero memorable es el de 1852, cuando se libró la batalla de Caseros, tal vez, la más importante de la historia argentina, por cuanto a partir de entonces dio comienzo a la verdadera organizaci­ón nacional. Cayó la tiranía de Juan Manuel de Rosas y triunfó el Ejercito Grande, imaginado y compuesto por Justo José de Urquiza, de cuyo enfrentami­ento derivan el Pacto de San Nicolás de los Arroyos primero y la original versión de la Constituci­ón nacional, jurada en 1853. Urquiza fue el combatient­e, pacificado­r y conductor y Juan Bautista Alberdi, el escribidor. Las citas y los nombres anotados van con sentido de síntesis y sin desmedro de otros hombres tan valerosos y meritorios. Valgan, extraídos de una larga nómina, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Mitre, Sarmiento, Echeverría, Gutiérrez, Avellaneda y muchos más. Sin embargo, la significac­ión de esos hechos producidos un 3 de febrero marcaron nada menos que el inicio de la independen­cia argentina, en primer lugar, y el contrato de convivenci­a todavía vigente y que debe ser respetado: la Constituci­ón nacional. Pensemos en esta fecha, con sentido patrio.

Guillermo Moreno Hueyo

DNI 4.368.307

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