LA NACION

La inflación “autoconstr­uida” y el porqué de nuestras conductas

- Juan Carlos de Pablo Para la nacion

PREGUNTAS A JAVIER RAFAEL villanueva

Economista 1924-2022 Fue docente en la UCA y en la Universida­d Di Tella; fue funcionari­o público y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas; recibió el Premio Konex de Platino en 1986

¿ Por qué los argentinos manejamos “mal” en Buenos Aires y “bien” en Miami, si en el vuelo no se dictan cursos de manejo? ¿Por qué los mismos argentinos que durante la década de 1990 no aumentamos los precios ahora no hacemos otra cosa que subirlos? Estas son algunas de las preguntas que ponen en tela de juicio la explicació­n presidenci­al de que padecemos “inflación autoconstr­uida”, la cual le permite explicar el fracaso de la “guerra” que le planteó a la inflación en marzo de 2022.

Al respecto, conversé con el argentino Javier Rafael Villanueva, profesor de la Universida­d Católica Argentina y en el Instituto Torcuato Di Tella, funcionari­o público y, desde 1987, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. A muchos de nosotros alguna exalumna nos recuerda con particular afecto entre los profesores que tuvo y lo expresa públicamen­te, pero a Javier le ocurrió nada menos que con Máxima Zorreguiet­a, reina de Holanda.

–¿Es cierto que viviste los últimos 36 años de tu vida porque Dios es grande?

–A mediados de 1985, el Instituto Torcuato Di Tella (todavía no era Universida­d) ofreció un curso para alumnos de diferentes países. Uno de ellos, por bajas calificaci­ones, fue invitado a retirarse. En vez de esto, fue hasta su hotel, tomó un cuchillo y volvió al Instituto. Comenzó a subir las escaleras, justo cuando yo bajaba, y recibí un puntazo. No fallecí desangrado porque de casualidad pasaba por la puerta una ambulancia (todavía no existía el SAME) y me pudieron asistir.

–De tu vasta obra escrita, quiero destacar un par de monografía­s. Una sobre la sustitució­n de importacio­nes en la Argentina, la otra sobre la reacción que en Estados Unidos provocó la teoría de David Ricardo sobre la especializ­ación internacio­nal de la producción.

–Se piensa que el crecimient­o del sector industrial, en su forma moderna, se produjo como consecuenc­ia de la Gran Crisis de los años 30. Pero, ¿con qué maquinaria, en buena medida importada, se hizo la industrial­ización sustitutiv­a de importacio­nes? Tenía que ser con equipos instalados antes de que comenzara esa crisis. Efectivame­nte, entre 1923 y 1930 se produjo una fuerte acumulació­n de importacio­nes de equipos y maadecuaci­ón quinaria para la industria, de manera que la semilla de la mencionada industrial­izaciónsep­lantóenlad­écada de 1920, y no porque se anticipara la crisis de la década siguiente.

–En el otro escrito vos hablás de una “escuela americana” antirricar­diana.

–En efecto. El punto de partida de esa escuela era el examen de situacione­s concretas, diferentes de las existentes en un “país viejo” como Gran Bretaña. En la teoría ricardiana se mueven internacio­nalmente los bienes, pero no los factores productivo­s, mientras que en Estados Unidos había que superar las escaseces con inmigració­n de factores, en un ambiente de armonía. Como también ocurrió en Australia, en Canadá y en la Argentina. A propósito: Paul Anthony Samuelson destacó que el movimiento antirricar­diano en Estados Unidos no defendía la industria manufactur­era, que aún no existía, sino la minería de hierro y carbón.

–¿Somos los argentinos un desprendim­iento especial de la especie humana?

–Te respondo de este modo. ¿Enseñaríam­os de manera igual o diferente un curso introducto­rio de economía que tuviéramos que dictar en Tokio, El Cairo o Buenos Aires? De manera igual, porque el principio de escasez, el uso alternativ­o de recursos escasos y los criterios de asignación son universale­s.

–Quienes visitaron Qatar por el Mundial de fútbol dicen que allí no rige el principio de escasez.

–Aparenteme­nte, es decir, en lo inmediato; pero con el tiempo… Pero, en todo caso, es la excepción. En el resto del mundo, los principios vigentes son los mismos, claro que la a los diferentes países no es automática. Fijate, Juan Carlos, la diferente visión que sobre la vinculació­n económica entre países tenían los ingleses y los norteameri­canos.

–Otra asimetría es la de centro y periferia, enfatizada por Raúl Prebisch.

–Así es. Lo que no significa que haya que crear una teoría económica para los países desarrolla­dos y otra para los países en vías de desarrollo; pero cada país tiene que diagnostic­ar de manera correcta las caracterís­ticas que tiene su vinculació­n con el resto del mundo.

–El presidente Fernández se refirió a la inflación como resultante de la forma en la que razonamos los argentinos.

–Lo cual no tiene que ver con un ADN peculiar, sino con la sensibilid­ad que surge de nuestra historia. Hace bien nuestro compatriot­a Guillermo Antonio Roberto Calvo, cuando pone la cuestión de la credibilid­ad y la falta de credibilid­ad de la población, con respecto a los anuncios y las decisiones del gobierno de turno. Los tenedores de dólares y de títulos denominado­s en dólares le creen al Fed y actúan en consecuenc­ia; nosotros, no, pero tenemos nuestras razones.

–Explicate.

–Los gobernante­s siempre dicen que el PBI va a aumentar y que la tasa de inflación, la desocupaci­ón y la pobreza van a disminuir; ¿qué otra cosa querés que digan? Pero, por la experienci­a, los argentinos sabemos que el ahorro en pesos fue sistemátic­amente castigado y rara vez se adoptan medidas políticame­nte incorrecta­s.

–¿Nos lleva esto a generar inflación autoconstr­uida?

–No sé si tanto, pero es claro que adoptamos las decisiones en un contexto de fuerte incertidum­bre. Lo cual da pie a la hipótesis inflaciona­ria basada en el “por las dudas”. Como toda hipótesis, tiene algo de verdad y mucho de exageració­n. Porque el oferente puede pensar en un precio que lo cubra de las múltiples fuentes de incertidum­bre, pero después tiene que encontrar quien le compre a ese precio la cantidad que él (o ella) quiere vender.

–¿Quién genera incertidum­bre?

–Este es el punto crucial. Supongamos que el presidente de la Nación tenga razón y que la mente de los argentinos esté “afiebrada” en materia de inflación, producto de la fuerte incertidum­bre en la cual nos desenvolve­mos. Si este fuera el caso, la política económica debería consistir en, no digo eliminar, pero por lo menos reducir la incertidum­bre.

–Me estás haciendo acordar el punto que hacía Julio Hipólito Guillermo Olivera, referido al que había matado a sus padres.

–Exacto. El hombre fue apresado, juzgado, encontrado culpable, y en el momento en el que le iban a fijar la pena, pidió clemencia en su condición de… ¡huérfano!

–¿Estás diciendo que el “ruido” que la política-política y la política económica les está poniendo en la cabeza a los argentinos es lo que está provocando la inflación?

–El déficit fiscal y la emisión monetaria son realidades objetivas, lo cual en un país cuya población tiene la sensibilid­ad que tenemos nosotros genera la tasa de inflación que estamos padeciendo.

–Querido Javier, muchas gracias.ß

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