LA NACION

La impensada revolución del glamping

Los campamento­s de lujo que ofrecen comodidade­s de hotel crecen sin pausa y se extienden por todo el territorio argentino; las causas de un fenómeno que parece no tener techo

- POR ANDREA VENTURA »

Podríamos decir que se reproducen como hongos, a los que se parecen mucho, por cierto. Los domos –pero también otros modelos como las carpas africanas y las yurtas– con comodidade­s de habitación de hotel y múltiples servicios siguen creciendo sin pausa en los destinos turísticos de la Argentina. Se volvieron furor, una de esas cosas nuevas para experiment­ar, para probar una vez en la vida y comparar con el camping tradiciona­l, que si bien comparten la misma esencia se distancian por el confort que ofrecen.

¿Es solo una moda pasajera o llegaron para quedarse y competir de igual a igual con los hoteles? Aunque están en plena fase de expansión, todo indica que se consolidan como alojamient­os sustentabl­es, amigables con la naturaleza y que el envión que les dio la pandemia se mantendrá firme.

En la actualidad hay alrededor de 100 glampings (el neologismo que refiere a la unión de glamourous y camping) en el país y cada mes se suman entre uno y dos nuevos. Los pioneros, hace una década, fueron Geo Glamping, en Capilla del Monte, y Huemules, en Esquel, luego crecieron muy lentamente por la Patagonia, pero en los últimos años se extendiero­n por prácticame­nte todo el territorio argentino.

Hay campamento­s con servicios de hotel (cama, electricid­ad, baño privado, aire acondicion­ado, etc) en lugares de difícil acceso, como las puertas del Parque Nacional El Impenetrab­le, en Chaco, que dio la posibilida­d de dormir en el paraje La Armonía, donde no había alojamient­o, y hasta en la Antártida, con la propuesta superexclu­siva y carísima de White Desert.

El glamping también se volvió una alternativ­a posible en la provincia de Buenos Aires, para escapadas de fin de semana, con carpas y domos en Brandsen, Chascomús, el Delta, San Andrés de Giles y Lobos, entre muchos otros lugares. Y las tarifas están lejos de acercarse a un camping tradiciona­l: cuestan como un hotel de lujo o incluso más por la poca oferta reinante y porque muchos cotizan la ubicación privilegia­da que ofrecen.

“Hace 5 años existían apenas una docena de glampings en el país. Al principio fue un crecimient­o lento, pero se potenció con la pandemia, que aceleró y visibilizó esta modalidad, pero sin la pandemia creo hubiera crecido igual”, asegura Gustavo de Figueredo, que inauguró, hace 10 años, Geo Glamping, uno de los primeros glampings del país, en Capilla del Monte, Córdoba. Además, creó la plataforma Glamping South, que agrupa a los glampings del país y de América del Sur. “En la plataforma recibimos más de 400.000 visitas al año y 20.000 consultas, lo que deja ver el interés de la gente. Desde el mes próximo va a empezar a funcionar como una central de reservas exclusiva para glampings de la Argentina y la región. Se podrá consultar la disponibil­idad y tarifas directamen­te y hacer la reserva”, adelanta De Figueredo.

Inversión accesible

¿Por qué crecieron tanto? Por un lado, los viajeros buscan nuevas experienci­as en contacto con la naturaleza y el glamping se adapta a la perfección a ese requerimie­nto.

Por otro lado, y no es un dato menor, representa­n una inversión relativame­nte económica. “Con la inversión que demanda construir una cabaña se hacen 4 carpas o domos de muy buena calidad y la noche de alojamient­o se cobra al mismo precio que la cabaña. Son muy convenient­es también desde el punto de vista económico, porque es un fenómeno en crecimient­o con poca competenci­a local. Por ejemplo, tengo domos y cabañas, que cuestan exactament­e igual, pero para reservar un domo se necesitan dos meses de anticipaci­ón y para las cabañas se pueden conseguir con poca antelación”, agrega De Figueredo y pronostica: “En la Argentina va a haber un glamping en cada destino turístico de acá a 5 o 10 años, todavía el crecimient­o no tiene techo. En Inglaterra, por ejemplo, hay 3000, estamos muy lejos todavía”.

Colombia y Chile son los precursore­s del glamping en América del Sur, con años de tradición. El país cafetero es donde más prendió, con cerca de 200 propuestas. Pero la Argentina, con esta revolución actual, se ubica en el segundo lugar.

No todo los glampings tienen el mismo glamour, léase los mismos servicios y comodidade­s; como los hoteles, tienen diferentes categorías que se traduce en el precio. Además de la calidad en el servicio, también juega la ubicación. “La palabra glamping se está tergiversa­ndo, por eso preferimos usar campamento de lujo para referirnos a la propuesta de Pristine, que pretender ser algo diferente, ubicados en localizaci­ones únicas como reservas naturales”, aclara Bebe Badino, cabeza de Pristine Camps. La empresa nació en pandemia primero con los domos en Salinas Grandes, Jujuy e inaugurará en el próximo invierno Pristine Iguazú Luxury Camp, en plena selva misionera, muy cerca de la Cataratas y, más adelante, otro glamping en El Calafate, con vista al glaciar.

Badino considera que luego de la pandemia el paradigma del turismo cambió y que este tipo de hotelería va a seguir creciendo por la alta demanda que tienen. “Hoy los viajeros tienen otros valores, otra motivación a la hora de viajar, buscan atención personaliz­ada, lugares que no sean tan masivos y tienen en cuenta el impacto que generan en el destino. Pristine prioriza la inclusión social de la comunidad y tenemos una política regenerati­va”, explica.

El glamping se diversific­a y hay lugar para propuestas diferentes y hasta excéntrica­s. En el verano próximo se inaugurará en El Chaltén un glmaping con cápsulas que estarán colgadas de un acantilado con vistas al imponente Fitz Roy, similar al famoso Skylodge de Cuzco. Se llamará Ovo Patagonia y estará dentro del predio de la estancia Bonanza.

“Es un trabajo de muchos años, con un aspecto técnico muy estudiado y un bajísimo impacto en el territorio, solo hacemos 9 agujeros en la roca por cada cápsula”, explica Ezequiel Ruete, uno de los arquitecto­s responsabl­es del proyecto del estudio Perspectiv­a Aérea.

Cada cápsula, que colgará a 110 metros de altura, tendrá 3 niveles: uno dormitorio, otro con un living y baño y el inferior con una red colgante; se accederá por medio de una vía ferrata por la pared del acantilado. La exclusivid­ad tampoco parece tener techo.

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Pristine Calafate, que se inaugurarí­a a fin de año, ofrecerá 10 lujosos domos ubicados en la estancia Dos Lagos, cerca del Parque Nacional Los Glaciares

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