LA NACION

La “huelga de natalidad” que pone en jaque a Corea del Sur

Las mujeres buscan su desarrollo profesiona­l y evitan transitar la maternidad por la sobrecarga de trabajo que deben afrontar

- POR HAWON JUNG » THE NEW YORK TIMES

Después de llevar más de un año intentando persuadir a las mujeres surcoreana­s de tener hijos, Chung Hyunback dice que hay una razón que destaca de su fracaso: “Nuestra cultura patriarcal”. Chung, a quien el gobierno anterior encomendó la tarea de revertir la caída en picada de la tasa de natalidad del país, sabe de primera mano lo duro que es ser mujer en Corea del Sur. Ella, en lugar de casarse y tener hijos, optó por su carrera profesiona­l. Como Chung, millones de mujeres jóvenes han rechazado colectivam­ente la maternidad con la llamada “huelga de natalidad”.

En 2022, una encuesta reveló que hay más mujeres que hombres –el 65 por ciento frente al 48 por ciento– que no quieren tener hijos. Están redoblando su apuesta al evitar directamen­te el matrimonio (y sus consabidas presiones). El otro término con el que se conoce en Corea del Sur la huelga de natalidad es “huelga matrimonia­l”.

Esta tendencia está matando a Corea del Sur. Durante tres años consecutiv­os, el país ha registrado la tasa de fertilidad más baja del mundo: las mujeres en edad reproducti­va tienen menos de un hijo de media. Alcanzó el “cruce de la muerte” cuando las muertes superaron a los nacimiento­s en 2020, casi una década antes de lo esperado.

Ahora, aproximada­mente la mitad de las 228 ciudades, condados y distritos del país corren el riesgo de perder tantos habitantes que podrían desaparece­r. Las guarderías y los jardines de infancia se están convirtien­do en residencia­s de mayores. Se cierran clínicas de obstetrici­a y ginecologí­a y se abren funerarias. En la escuela primaria de Seoksan, en el área rural del condado de Gunwi, han pasado de tener 700 alumnos a tener 4. La última vez que lo visité, los niños ni siquiera podían formar un equipo de fútbol.

Las generacion­es de coreanos jóvenes tienen razones bien documentad­as para no formar una familia, como los abrumadore­s costos de criar a los hijos, los precios prohibitiv­os de las viviendas, las pésimas perspectiv­as laborales y unos horarios de trabajo extenuante­s.

Pero son las mujeres las que, en especial, se han cansado de las expectativ­as imposibles que esta sociedad tradiciona­lista tiene puestas en las madres. Así que están renunciand­o.

El presidente Yoon Suk-yeol, elegido el año pasado, ha dicho que el feminismo tiene la culpa de impedir las “relaciones sanas” entre los hombres y las mujeres. Pero lo ha entendido al revés: la igualdad de género es la solución al descenso de las tasas de natalidad. Muchas de las coreanas que rehúyen las citas, el matrimonio y el parto están hartas del sexismo generaliza­do, y furiosas por una cultura de chovinismo violento.

Máquinas de hacer bebes

Su reticencia a ser “máquinas de hacer bebes”, como leí en una de las pancartas de protesta, es una forma de represalia. “La huelga de natalidad es la venganza de las mujeres contra una sociedad que nos impone unas cargas imposibles y que no nos respeta”, dijo Jiny Kim, de 30 años, oficinista en Seúl que mantiene la intención de no tener hijos.

Hacer la vida más justa y segura para las mujeres haría mucho por reducir la amenaza existencia­l del país. Sin embargo, este sueño feminista parece cada vez más improbable, ya que el gobierno conservado­r de Yoon defiende medidas regresivas que no hacen sino agravar el problema.

La crisis demográfic­a de Corea del Sur habría sido inconcebib­le tiempo atrás: en la década de 1960, las mujeres tenían 6 hijos en promedio. Pero, en aras del desarrollo económico, el Estado llevó a cabo una campaña agresiva de control de la natalidad. En unos 20 años, las mujeres estaban teniendo menos hijos de la media necesaria –2,1– para la repoblació­n, una cifra que no ha hecho sino descender. Los últimos datos disponible­s de la agencia estadístic­a de Corea del Sur sitúan la tasa de fertilidad en 0,81 para 2021; en el tercer trimestre de 2022 era del 0,79.

En efecto, los últimos gobiernos se han alarmado ante una tasa que parece acercarse a cero. A lo largo de 16 años, se han invertido 280.000 wones (210.000 millones de dólares) en programas de fomento de la procreació­n, como un subsidio mensual para los padres de recién nacidos.

Muchas mujeres siguen diciendo que no. No es de extrañar. Hay pocas formas de escapar de las sofocantes normas de género, ya sea en las

directrice­s sobre el embarazo para que prepares ropa interior limpia para tu marido antes del parto, o trabajar en la cocina durante días para las ocasiones como el festival de la cosecha de Chuseok. las mujeres casadas cargan con la mayor parte de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, que exprimen hasta tal punto a las nuevas madres que muchas renuncian a sus ambiciones profesiona­les. Incluso en los hogares con dobles ingresos, las esposas dedican más de tres horas diarias a estas tareas, frente a unos 54 minutos de sus maridos.

la discrimina­ción de las empresas contra las madres trabajador­as también es absurdamen­te común. En un caso muy sonado, el principal fabricante de fórmula para lactantes fue acusado de presionar a las empleadas para que dejaran el trabajo tras quedar embarazada­s.

Y la violencia de género está “escandalos­amente extendida”, según Human Rights Watch. En 2021, una mujer fue víctima de asesinato o intento de asesinato cada 1,4 días o menos, según Korea Women’s Hotline. las mujeres se refieren con el término “ruptura segura” a acabar con una relación sin que se produzcan reacciones agresivas.

Sin embargo, las mujeres no han aceptado con pasividad la masculinid­ad tóxica. Se han organizado con campañas muy ruidosas, desde el exitoso movimiento #Metoo en Asia a grupos como “4B”, que se traduce como “los cuatro noes: no a las citas, no al sexo, no al matrimonio y no a la crianza de los hijos”. los movimiento­s feministas del país han logrado la despenaliz­ación del aborto y penas más duras para una epidemia de uso delictivo de cámaras ocultas con fines pornográfi­cos.

Una regresión histórica

Sin embargo, muchas coreanas se han declarado víctimas del activismo femenino. El presidente Yoon llegó al poder el año pasado aprovechan­do ese resentimie­nto. Se hizo eco de los mensajes subreptici­os de los defensores de los derechos de los hombres: declaró que ya no existía el sexismo estructura­l en Corea del Sur y prometió castigos más severos para las denuncias falsas de agresiones sexuales.

El gobierno de Yoon está eliminando el término “igualdad de género” de los manuales escolares del próximo año, y ha cancelado la financiaci­ón de los programas que combaten el sexismo cotidiano. “Si la igualdad de género y el feminismo les parecen tan importante­s, deberían hacerlo con su propio dinero y su tiempo”, dijo un legislador de su partido.

El gobierno también está trabajando para desmantela­r su propia sede para el empoderami­ento de las mujeres: el Ministerio de Igualdad de Género. Creado en 2001, ha sido transforma­dor para normalizar la baja por paternidad y para ayudar a las mujeres a alcanzar la antigüedad laboral.

las declaracio­nes de la ministra de Igualdad de Género del gobierno de Yoon ejemplific­an su abandono de las mujeres. En septiembre, Kim Hyun-sook negó que la misoginia tuviera algo que ver cuando un trabajador del metro de Seúl apuñaló mortalment­e a una compañera en un baño del metro después de acosarla durante años. Kim también declaró al principio que la violación y el asesinato en un campus de una estudiante universita­ria, el pasado mes de junio, no era violencia contra las mujeres, y que no debía utilizarse para avivar “conflictos de género”.

Hasta ahora, ninguna de las medidas aplicadas por los sucesivos gobiernos ha invertido las tendencias respecto al matrimonio y la maternidad. Peor aún, el actual gobierno parece estar socavando activament­e los esfuerzos que dieron esperanzas a las mujeres. “Se trata de una regresión histórica”, dice Chung, ministra de Igualdad de Género entre 2017 y 2018. la sociedad no puede poner fin a la huelga de natalidad sin reconocer las reivindica­ciones de las mujeres, dice.

Motivar a las coreanas para que vuelvan a considerar casarse y tener hijos conlleva infundir capacidad de acción e igualdad en cada aspecto de sus vidas. Un enfoque feminista eliminaría los obstáculos a la maternidad simplement­e al aplicar las leyes vigentes contra la discrimina­ción en el lugar de trabajo. Des estigmatiz­aría los nacimiento s fuera del matrimonio y haría que las tareas domésticas fueran responsabi­lidad de todos. Condenaría la violencia de género como algo reprobable. Un enfoque feminista admitiría que existe un problema sistémico.

Es evidente que, en los países donde el reparto de tareas en el cuidado de los hijos está muy desproporc­ionado, o que carecen de permisos por paternidad remunerado­s a nivel nacional, como Japón y Estados Unidos, las tasas de fertilidad también van en descenso.

lo mismo ocurre en China, donde las mujeres, inspiradas por Corea del Sur, han puesto en marcha su propio movimiento de los “Cuatro noes”; los datos de su gobierno divulgados este mes revelan que su población también está disminuyen­do. Sin embargo, los países donde los padres son más cooperativ­os y existen buenas políticas familiares, como Suecia, o que reconocen la diversidad de las parejas, como Francia, han tenido más éxito a la hora de estabiliza­r o incluso aumentar sus tasas de natalidad.

las Naciones Unidas prevé que la población de Corea del Sur, de 51 millones de habitantes, se habrá reducido a la mitad antes de que acabe el siglo. lo que está en juego es la superviven­cia de la nación.

Las mujeres se han cansado de las expectativ­as imposibles sobre las madres

La población se reducirá a la mitad antes de que termine el siglo

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shuttersto­ck Las coreanas dicen no: durante tres años consecutiv­os, el país asiático registró la tasa de fertilidad más baja del mundo; en 2022 fue de 0,79

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