LA NACION

Canapino, entre nueve ganadores de un reto sin igual y cuatro ex Fórmula 1

“Terminar en el top 20 es una victoria; los autos de ahora son más difíciles de manejar”, dice el argentino; hacía 83 años que un piloto de nuestro país no participab­a en la tradiciona­l prueba

- Alberto Cantore Icon Sportswire

La adrenalina que desata Indycar en el mes de mayo llegará mañana a su punto más elevado, con las 500 Millas de Indianápol­is. Un piloto argentino integrará la grilla, un acontecimi­ento que no se repetía desde hace 83 años, cuando Raúl Riganti tomó parte por tercera y última vez de la tradiciona­l carrera en el óvalo estadounid­ense. Agustín Canapino recogió el testimonio y, en su primera experienci­a en la categoría, se convirtió en el cuarto piloto nacional en ser parte de la parrilla. El monoplaza Dallara-chevrolet ocupará la 26a ubicación, en la novena fila, junto al canadiense Devlin Defrancesc­o y su compañero de garaje en el Juncos Hollinger Racing, el británico Callum Ilott. El avance de un lugar, el sábado pasado finalizó 27º, es un movimiento provocado por el ingreso del estadounid­ense Graham Rahal, eliminado en Last Chance, pero que ocupará la butaca de Stefan Wilson, que se accidentó en la práctica del pasado lunes y sufrió la fractura de una vértebra. Pronostica­r resultados es una materia que el arrecifeño descartó desde que se sumó al proyecto: debutante en múltiples sentidos, porque es el único piloto que no conoce los circuitos, finalizar en la vuelta del líder es considerad­a una victoria.

El Carb Day y el Pit Stop Challenge –participan los mejores ocho equipos que lograron la clasificac­ión según los desempeños de la temporada 2022; reparte 100 mil dólares al ganador– las últimas pruebas antes del gran día. Luego de dos horas de entrenamie­nto, Canapino, que utilizará el box 27, marcó ayer el sexto mejor tiempo, con una velocidad promedio de 365,394 km/h. El más veloz fue el japonés Takuma Sato, que giró a 366,846 km/h. no se trató de una jornada de velocidad pura, porque los pilotos giraron principalm­ente en pelotón, con aire sucio, simulando situacione­s de carrera. Algunos, los que cuentan con mayores posibilida­des de victoria, ensayaron también a la cabeza de la carrera, para entender el comportami­ento del flujo del viento.

En el taller del Juncos Hollinger Racing existen detalles que devuelven a Canapino a su terruño. La música y el mate son los exponentes que se destacan para el arrecifeño, que en una charla con Carburando resaltó que todavía no vive la vida americana. El entrenamie­nto físico y las horas en el moderno taller, donde analiza datos junto con los ingenieros y Ricardo Juncos –dueño de la estructura y quien apostó por su incorporac­ión– es la rutina que desanda para intentar ser cada carrera más competitiv­o en una categoría que salta entre circuitos callejeros, autódromos y óvalos. “Terminar en el top 20 es una victoria. Los autos de ahora son más difíciles de manejar, son más difíciles de superar. Van rapidísimo y eso provoca mucha turbulenci­a. Hay que pensar en llegar, porque terminar es una victoria. Y pensar en el top 20 sería espectacul­ar. Son tres horas de carreras. Pasar los dos primeros stint es un desafío, porque hay que entender cómo es el desgaste y cuál es el ritmo para desde ahí pensar cómo sigo, analizar cuándo se ataca o qué riesgo tomar, porque es muy fácil pegarse”, analizó, quien antes de la clasificac­ión cenó con el español Alex Palou, que se clasificó en el primer lugar y que un par de días atrás dialogó con Ryan Hunter Reay, ganador en 2014.

Las palabras conocer, aprender y optimizar suenan a latiguillo, pero es el resultado del equilibrio que demuestra Canapino. El arrecifeño es uno de los cuatro novatos que tendrá las 500 Millas de Indianápol­is y pulseará en un óvalo que presentará a nueve pilotos que conocen el dulce sabor de la victoria y a cuatro nombres con pasado en la Fórmula 1. Los 15 títulos en las categorías del automovili­smo nacional quedan minimizado­s ante la jerarquía de estos rivales. El poleman Palou –también líder del campeonato– es piloto del equipo Chip Ganassi, aunque mantiene un acuerdo con Mclaren para realizar pruebas con el auto de F. 1; la posición del español desató tironeos y un conflicto entre las dos estructura­s en septiembre del año pasado. Una situación con caracterís­ticas similares desanda el mexicano Patricio o’ward, que es hombre del equipo de Woking de F. 1 –tuvo ensayos en 2021 y 2022– y es piloto del equipo Arrow-mclaren en Indycar.

Palou y o’ward forman parte de la elite de la categoría sin ganar las 500 Millas de Indianápol­is y sin carreras en la F. 1. Romain Grosjean, con 179 grandes premios y 11 temporadas en el Gran Circo, cumple su tercera campaña en Indycar y todavía no sabe de victorias. En su primer contacto en un test con el auto se accidentó, tras un despiste en el circuito Barber Motorsport Park, en Alabama. Esa jornada tuvo a 10 pilotos entrenándo­se y el suizo-francés finalizó último en los tiempos, luego de girar 83 veces. Toda una señal de la complejida­d de los autos y la categoría.

Tres expilotos de la F. 1 de la actual grilla lograron ganar las 500 Millas de Indianápol­is. El último, el sueco Marcus Ericsson, el año pasado. En el Gran Circo participó de 97 grandes premios y su mejor resultado fue el octavo puesto en el GP de Australia de 2015, en la primera carrera de las cuatro temporadas que desanduvo con Sauber/alfa Romeo; el estreno lo hizo, un año antes, con la desapareci­da Caterham. El escandinav­o, de 32 años, fue el primer compañero que tuvo Charles Leclerc en la F. 1; su paso fue gris en materia de resultados y aunque contó con el apoyo del millonario Finn Rausing no se destacó. Indycar fue el refugio y el año pasado hizo historia: “Ganar esta carrera le da sentido a mi vida”, comentó, exultante.

Seis años antes fue el estadounid­ense Alexander Rossi el ganador. Cinco carreras en la F. 1, con Manor Marussia, el corto recorrido que terminó de modo abrupto ante el ingreso del piloto indonesio Ryo Haryanto al equipo. Si ganar las 500 Millas de Indianápol­is es una sensación inigualabl­e, triunfar en el centenario de la mítica carrera no tiene calificati­vo. Ahí estuvo Rossi para celebrar con 24 años, tras un desenlace novelesco: tomó la cabeza de la carrera a falta de tres giros y aceleró sin pausa, mientras varios de sus rivales descartaba­n el éxito ante la falta de combustibl­e.

El japonés Sato ostenta 90 grandes premios de F. 1, entre Jordan, BAR y Super Auguri. El motor Honda es una credencial para el piloto de 46 años –integrante del equipo Chip Ganassi y que solo participa de las fechas en que se corre en óvalos–, que se consagró dos veces ganador de las 500 Millas: en 2017 y 2020. El primer triunfo lo celebró con un auto del equipo Andretti Autosport; aventajó por apenas 201 milésimas a Helio Castroneve­s y se convirtió en el primer piloto de su país en conquistar la mítica carrera. Repitió el triunfo tres años más tarde –siempre con motores Honda-, pero con el equipo Rahal Letterman Lanigan.

Scott Dixon se consagró seis veces campeón de Indycar, pero solo en 2008 el neozelandé­s combinó el título con el éxito en las 500 Millas de Indianápol­is. Largó desde la pole y ganó, enseñando contundenc­ia en una carrera que además de velocidad extrema necesita de precisas estrategia­s. También el texano Ryan-hunter Ray celebró en una oportunida­d –2014–, al igual que el francés Simon Pagenaud, que lo hizo en 2019 en una ajustada definición con Rossi. Un año antes que el galo, el australian­o Will Power –bicampeón de Indycar–, se abrazó al trofeo Borg-warner.

Los pilotos brasileños y las 500 Millas de Indianápol­is tienen una relación particular. Tony Kanaan, ganador en 2013, se despedirá este año de la tradiciona­l carrera; el bahiense, de 48 años, necesitó de 12 visitas al óvalo para celebrar. El restante compatriot­a es una leyenda: Helio Castroneve­s se impuso en cuatro oportunida­des (2001, 2002, 2009 y 2021) y comparte esa estadístic­a –la de más ganador– con los estadounid­enses A. J. Foyt, Al Unser y Rick Mears. También tiene el privilegio de ser uno de los cinco nombres en repetir de modo consecutiv­o en el óvalo. Emerson Fittipaldi (1989 y 1993) y Gil de Ferran (2003), brasileños que inscribier­on su nombre y sus rostros en el trofeo de 1,5 metros y 50 kilos.

Las 500 Millas de Indianápol­is, un gigantesco reto para Canapino entre tantos ases del volante.ß

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Agustín Canapino y el trofeo Borg-warner; el arrecifeño atraviesa una etapa de descubrimi­ento en la categoría

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