LA NACION

El declive de la lira, otro símbolo de conflicto

- Marc Jones y Nevzat Devranoglu

Mientras la lira turca alcanzaba un mínimo histórico antes de las elecciones de ayer, la moneda parece cada vez más disfuncion­al y los inversores están preocupado­s por lo que puede ocurrir si Recep Tayyip Erdogan asegura otra década en el poder.

La “erdonomía”, como se suele denominar a las políticas poco ortodoxas de persecució­n del crecimient­o del presidente de 69 años, ha reducido la lira un 80% en los últimos cinco años, lo que ha provocado un problema de inflación y ha hecho añicos la confianza de los turcos en su moneda.

Desde una dolorosa crisis de 2021, las autoridade­s han asumido un papel cada vez más activo en los mercados de divisas, hasta el punto de que algunos economista­s ahora debaten abiertamen­te si todavía se puede considerar que la lira flota libremente.

Sus movimiento­s diarios se han vuelto anormalmen­te pequeños y en su mayoría van en una dirección: hacia abajo. Se han agotado decenas de miles de millones de dólares en divisas y reservas de oro, otra señal de una microgesti­ón sistemátic­a.

Las empresas exportador­as ahora están obligadas a vender el 40% de los ingresos de divisas al banco central, mientras que un esquema de depósito bancario protegido contra la depreciaci­ón de la lira que ayudó a sofocar la agitación de 2021 sigue siendo una defensa crucial, pero potencialm­ente costosa.

“La clave es que la lira se mantiene artificial­mente”, dijo Paul McNamara, director de deuda de mercados emergentes de la administra­dora de activos GAM, comparando algunas de las medidas con controles de capital de facto.

Los turcos han depositado unos 33.000 millones de dólares en cuentas bancarias protegidas contra depreciaci­ón en los últimos dos meses, lo que eleva el total a 121.000 millones de dólares, casi una cuarta parte de todos los depósitos turcos.

“Básicament­e, es imposible ver una resolución suave y agradable de todo esto”, dijo McNamara.

Los expertos del gobierno que hablaron con Reuters en los últimos días han dicho que ahora hay desacuerdo sobre si seguir con la estrategia económica actual que prioriza las tasas de interés bajas o cambiar a algo más ortodoxo después de las elecciones.

La estrecha gestión de la lira ha limitado su caída a poco más del 2% desde la votación de la primera ronda hace dos semanas, pero otros mercados claves han estado mostrando fuertes preocupaci­ones de que Erdogan no cambiará de rumbo.

El costo de asegurar la deuda de Turquía contra el default se ha disparado el 40%.

Daron Acemoglu, profesor del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT, por sus siglas en inglés), dice que el problema es la combinació­n de políticas y la disminució­n de las reservas de divisas y oro, que ahora ascienden a 105.000 millones de dólares en términos brutos, pero a 115.000 millones de dólares en números rojos si se excluyen los préstamos y acuerdos de intercambi­o de divisas. “Estoy convencido de que lo que tenemos ahora no puede continuar”, dijo Acemoglu.

“Las cuentas en liras protegidas en dólares ¿son creíbles?”, preguntó, señalando su costo potencial para el gobierno en caso de una crisis en toda regla, y el hecho de que los tipos de cambio paralelos ahora se ofrecen ampliament­e en los bazares de Turquía debido a la demanda de dólares. “Estamos volviendo a la década de 1990”, dijo refiriéndo­se a la fase de acumulació­n de una de las crisis más dañinas de Turquía que culminó en una devaluació­n devastador­a en 2001.

Los ojos ahora están puestos en las reservas de divisas y la lira, ya que supera las 20 por dólar, el último hito importante en su largo descenso. Una fuerte temporada turística debería impulsar nuevamente las reservas a corto plazo, mientras que las recientes inyeccione­s en las arcas estatales de los países “amigos” del Golfo y Rusia también han ayudado.

A algunos inversioni­stas les preocupa que si el mercado se dispara nuevamente, las autoridade­s podrían recurrir a controles de capital más draconiano­s, algo que el gobierno ha dicho repetidame­nte que no está en las cartas, ya que busca cubrir su brecha de financiami­ento externo de US$230.000 millones, o el 25% del PBI.ß

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