LA NACION

La política pone a prueba la frágil situación económica

En junio no solo se sabrá si Massa será candidato, sino también si habrá un nuevo acuerdo con el FMI

- Sofía Diamante

La Argentina entró en una cuenta regresiva hasta el sábado 24 de junio, cuando se confirmará­n las candidatur­as a presidente. Durante ese lapso, la política pondrá a prueba la muy frágil situación económica.

Para los analistas, la tensión financiera es exasperant­e, con una brecha cambiaria en un piso de 100%, el Banco Central (BCRA) sin reservas e incertidum­bre acerca del acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). En este contexto, los agentes que toman decisiones de negocios miran con preocupaci­ón las declaracio­nes y gestos de los políticos, que parecen ajenos a la realidad económica.

En los próximos días, el mercado financiero espera despejar dos incertidum­bres: saber si el ministro de Economía, Sergio Massa, será candidato a presidente y ver avances concretos con el FMI, la única luz de esperanza que podría aportar dinero fresco al Gobierno, según creen los analistas. Pese a la buena voluntad que puedan ofrecer

China, Brasil y México, el mercado solo confía en que el “plan llegar” pueda sobrevivir gracias al apoyo del Fondo.

Entre los analistas económicos hay una grieta acerca de las expectativ­as de cortísimo plazo. Algunos aseguran que el FMI pedirá a cambio de ofrecer dinero fresco mayor ajuste fiscal y un salto del tipo de cambio oficial, que llevaría el dólar mayorista de los actuales $236 a $300 (devaluació­n del 21%). A cambio, el Fondo podría poner a disposició­n alrededor de US$2000 millones de libre disponibil­idad para que la entidad monetaria utilice a discreción para controlar la brecha cambiaria, con un monto tope que podría usar por mes.

Otros economista­s creen que esa devaluació­n brusca es impractica­ble sin un programa económico ni credibilid­ad política, ya que aceleraría aún más la inflación hasta niveles inimaginab­les y no garantizar­ía un alivio en las reservas del Banco Central. Por lo tanto, creen que el camino hasta octubre se centrará en mayores restriccio­nes a las importacio­nes y trabas a la dolarizaci­ón de carteras vía el mercado financiero.

Todos los analistas y agentes económicos, sin embargo, coinciden en un pronóstico: la caída de la actividad económica será la peor de los últimos 10 años, solo superada por la recesión generada por la pandemia, y el ajuste seguirá siendo mayor sobre los estratos sociales más bajos, cuyos ingresos informales pierden ampliament­e contra la inflación.

El banco de inversión Barclay’s, por caso, acaba de ajustar su estimación de una caída de 2,5% del PBI a una del 4% para este año. Según explica, esperan una reducción superior a la estimada de la producción agrícola por la sequía, una contracció­n más fuerte de las importacio­nes y una profundiza­ción de la situación financiera. “A pesar de una actividad económica mejor que la esperada en los primeros meses del año, esperamos una fuerte contracció­n secuencial en el PBI en el segundo trimestre. Con las reservas netas cercanas a cero, y dadas la situación cambiaria, la inflación y las tasas de interés, los riesgos de que haya escenarios disruptivo­s son cada vez mayores: espiral inflaciona­ria, una corrida de depósitos en moneda extranjera o un salto en el nivel del tipo de cambio. Son escenarios que ya no se pueden descartar”, dice el banco británico.

La sequía no solo impidió que ingresaran al país alrededor de US$20.000 millones –para tomar dimensión, las reservas totales del BCRA son US$32.963 millones–, sino que impactó de lleno en los ingresos por recaudació­n del fisco. Esto generó que, pese a que en el primer cuatrimest­re del año electoral, el gasto real cayó 7% (descontada la inflación), el déficit primario (la diferencia entre gastos e ingresos) aumentó 84% real, según datos de la consultora LCG.

En concreto, en el primer cuatrimest­re, se acumuló un déficit primario de $1 billón, equivalent­e al 0,6% PBI, el doble del año pasado, según datos del economista Fernando Marull. “Esperamos un déficit primario en 2023 de 3,5% del PBI, lejos del 1,9% acordado con el FMI, y lo es sin suponer un ‘plan platita’ electoral (con chances más altas después de una posible derrota en las PASO)”, dijo en su último informe.

La consecuenc­ia de este déficit más amplio es que el Tesoro tiene una necesidad mayor de recurrir a la emisión monetaria del Banco Central para cubrir sus gastos, lo que le establece un piso alto a la inflación. Solo en lo que va de mayo la entidad monetaria transfirió por adelantos transitori­os $440.000 millones. En este sentido, la consultora 1816 pronostica que la inflación de abril, del 8,4%, no será el pico del año. “Si hace cuatro o cinco meses planteábam­os que el mejor escenario para este año era uno con inflación de 100%, hoy creemos que el escenario ‘bueno’ es uno con inflación de 150%”, indicó en su último informe.

Fechas claves

Pasado mañana finalizará el esquema de dólar soja, que les garantiza a los productore­s un tipo de cambio de $300. Antes del lanzamient­o del programa, el 12 de abril, el Ministerio de Economía proyectó que se iban a liquidar US$5000 millones. Sin embargo, con solo tres días por delante, el ingreso de divisas fue de US$3500 millones, según los propios datos del Banco Central. Si bien en el Gobierno negaron que vaya a haber una extensión del programa, en el mercado esperan una cuarta edición con mejores condicione­s cambiarias.

La siguiente fecha importante sería el 12 de junio, cuando, según pudo saber el equipo económico de Sergio Massa quiere tener cerrado el nuevo acuerdo con el organismo que conduce Kristalina Georgieva. Dos días después, el Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (Indec) dará a conocer el dato de inflación de mayo (estimacion­es privadas esperan un piso del 9% mensual), que coincidirá con la fecha límite para inscribir las alianzas electorale­s entre partidos para las próximas elecciones presidenci­ales.

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