Se mostraba como empresario, pero una manía lo delató: de noche robaba en casas de lujo
Gastón Refatti alquilaba su casaquinta de Benavídez para fiestas y eventos, pero para la Justicia era el jefe de una banda que cometió siete asaltos violentos en San Isidro
Vivía en una zona residencial de Benavídez, en Tigre, donde tenía su emprendimiento: una casaquinta que alquilaba para todo tipo de eventos. También mostraba su faceta de aficionado al off road y su fanatismo por las Toyota 4x4. Pero tenía otra cara, oculta para la mayoría de quienes lo conocían: era ladrón.
Según investigadores judiciales, entre febrero y la semana pasada Gastón Refatti, de 47 años, organizó siete asaltos violentos en casas de lujo de San Isidro, en los que él y otros tres sospechosos se llevaron 123.500 dólares, 6000 euros, $1.355.000, 34 monedas de oro valuadas en US$1.530.000, relojes de primeras marcas y joyas.
Todos los robos fueron ejecutados con un profesionalismo extremo para evitar dejar pistas que permitieran que los detectives judiciales y policiales lo identificaran. Durante cinco meses todo salió a la perfección para él y sus cómplices. Sin embargo, la costumbre de Refatti de sumar puntos en su tarjeta de una empresa petrolera cada vez que cargaba nafta y haber conservado un rosario que le fue robado a una de las víctimas lo lanzó tras las rejas.
Según informaron a calificadas la nacion fuentes judiciales, Refatti no entraba en las propiedades que, tras una inteligencia previa, eran elegidas como blanco de la banda. Él esperaba a sus cómplices en las inmediaciones, a bordo de una Toyota SW4 negra, vehículo al que le cambiaban la chapa patente cada vez que ejecutaban un robo.
Según la minuciosa investigación dirigida por Patricio Ferrari, uno de los dos fiscales generales adjuntos de San Isidro, de la que participaron detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) San Isidro de la policía bonaerense, las patentes que colocaban a la camioneta usada para llegar y escapar de la escena de los robos eran robadas un día antes de los atracos en la Capital o en Martínez.
La organización presuntamente liderada por Refatti fue bautizada por los investigadores la “banda del falso comisario”, porque les hacían creer a las víctimas que contaban con protección policial.
Es más: cuando estaban dentro de las casas, y después de reducir y golpear a las víctimas, los ladrones utilizaban un handy para comunicarse con Refatti, al que llamaban “comisario”, y le avisaban que tenían la situación controlada.
Los ladrones, que concretaron los robos en lujosas casas de Acassuso, Beccar, Las Lomas, La Horqueta y Martínez, vestían de negro, llevaban los rostros cubiertos por pasamontañas o barbijos y usaban guantes para no dejar huellas. Todos los robos ocurrieron entre las 20 y las 23.
“Si bien, finalmente, cometieron errores que permitieron que fueran identificados, en todos los robos que protagonizaron en San Isidro los ladrones actuaron con sumo profesionalismo: en ningún hecho llevaron consigo sus teléfonos celulares y tampoco les robaron a las víctimas dispositivos electrónicos para evitar ser localizados por los GPS de los aparatos. Se comunicaban con handies ‘punto a punto’. Antes de escapar, los delincuentes se apoderaban del disco rígido (DVR) que grababa las filmaciones de las cámaras de seguridad de la casona donde vivían las víctimas”, dijo a un la nacion investigador.
Un detective judicial explicó que los días de los robos, el presunto organizador de la banda iba a la casaquinta de Benavídez que alquilaba para eventos y dejaba allí su celular, para que no se activara en la zona donde ocurrían los atracos.
El modus operandi se repitió en todos los robos: los ladrones ingresaban en las viviendas por los fondos, después de acceder por terrenos baldíos u obras en construcción. Generalmente encontraban una puerta o ventana abiertas; si era necesario, las forzaban.
Después de irrumpir en las propiedades, los ladrones sorprendían a los propietarios y los maniataban con precintos plásticos. Algunas víctimas fueron golpeadas en la cabeza con las culatas de las armas.
En el tercer golpe protagonizado por la banda, ocurrido el 8 de marzo pasado en una propiedad de Las Lomas de San Isidro, además de robar US$20.000, 6000 euros y alhajas, los delincuentes se apoderaron de 34 monedas de oro con la leyenda “Austria un ducado de oro-1915”. Según el expediente judicial, cada pieza de metal pesaba 3,49 gramos y tenía un valor de 45.000 dólares.
“No se trataba de entraderas [modalidad delictiva donde los delincuentes sorprenden a las víctimas cuando ingresan en sus casas] ni escruches [que suceden cuando los residentes no están]: los robos protagonizados por ‘la banda del falso comisario’ ocurrían cuando las víctimas estaban en sus casas y eran sorprendidas cuando cenaban o descansaban. En todos los casos hubo inteligencia previa”, dijo a la nacion un calificado investigador.
Una manía, decisiva
Los robos se repetían y los delincuentes no dejaban pistas. Se sabía que los ladrones llegaban y escapaban en una camioneta Toyota SW4 negra. Pero el rastro solía perderse, generalmente, en el peaje Henry Ford del ramal Campana de la autopista Panamericana.
“El conductor de la camioneta 4x4, que después se determinó que era Refatti, pasaba el peaje pegado a otro auto, para evitar que las cámaras registraran la chapa patente. Además, siempre tenía bajos los parasoles, para que los rostros no quedaran registrados en las filmaciones”, explicó un investigador.
Refatti no lo supo en aquel momento, pero una chapa patente que había robado para colocarla en la camioneta utilizada los días de los robos lo puso, finalmente, en la mira de los investigadores.
Esa chapa, sustraída días antes de uno de los robos en San Isidro, estaba vinculada a un sticker utilizado para el pago electrónico de los peajes. Entonces, se empezó a buscar esa chapa patente por las distintas zonas después del peaje y su rastro se perdió en Escobar, hasta que se determinó que había entrado a una estación de servicio YPF de la autopista Panamericana y ruta 25.
“En las filmaciones se pudo observar que si bien el conductor pagaba en efectivo, le firmaba un comprobante al playero. Se trataba del voucher por la carga de puntos del programa YPF Club. En ese momento, gracias a la carga de puntos, se pudo ponerle nombre y apellido al conductor de la camioneta usada en los robos: Gastón Refatti”, explicó un investigador.
No fue el único error del falso comisario. Antes de ser detenido fue filmado en una estación de servicio cuando colocaba un rosario en el espejo retrovisor de una de sus camionetas 4x4. Ese rosario fue secuestrado por la policía cuando lo arrestaron: pertenecía a una de las víctimas de la banda.
Además de Refatti fueron detenidos otros tres sospechosos. Se secuestraron siete camionetas Toyota Hilux, dos autos, una moto BMW, 11.000 dólares, 280.000 pesos, 100 euros, diez celulares, mochilas, prendas de vestir y una pistola Bersa calibre 9 milímetros.
Los cuatro acusados de integrar la denominada “banda del falso comisario” fueron indagados por el fiscal Ferrari por los delitos de asociación ilícita, robo calificado, privación ilegítima de la libertad y lesiones. En el expediente interviene la jueza de Garantías de San Isidro Andrea Rodríguez Mentasty. ●