River tuvo una noche confusa y no pasó del empate
Bajó el rendimiento en el 0-0 en Tucumán; enredo entre Barco, Borja y Demichelis en un penal doblemente desperdiciado
Perdió la brújula River en Tucumán. Venía derecho, en rendimiento y resultados, pero anoche confundió los caminos. Fue superado por Atlético en el primer tiempo y se enredó en la ejecución –y el desperdicio– de un penal, con Esequiel Barco, Miguel Borja y Martín Demichelis como protagonistas, que será la comidilla por un par de días. El balance también le dejó la preocupación por la lesión de Borja. River se vuelve con una mueca de disconformidad, más allá de que el empate le alcanzó para seguir como puntero de la zona B de la Copa de la Liga.
Ante un calendario cada vez más exigente por la seguidilla de partidos, Demichelis hizo una leve rotación, le dio descanso a la zaga titular: Leandro González Pirez y Paulo Díaz. Mantuvo al resto de la formación, la que había goleado a Argentinos y a Riestra. Los retoques fueron pocos, pero River parecía otro, desdibujado, desorientado en el campo. La cuestión iba más allá de que la nueva dupla central, Sebastián Boselli-Ramiro Funes Mori, se mostraba insegura y dubitativa. Todo River estaba fuera de sintonía, lejos de la fluidez colectiva que venía mostrando.
Atlético Tucumán hizo de la necesidad y la urgencia –llegaba sin triunfos y con la dupla técnica Gómez-Orsi en la cuerda floja– un motor para salir a presionar de entrada. Ante un River pasivo, creó tres situaciones de gol en apenas seis minutos. Sorpresa en el José Fierro. La tensión local se traslucía en la falta de serenidad para el último toque. O se le iba desviado o no podía con Franco Armani.
River no la pasaba bien, le costaba meterse en el partido. Casi no había noticias de sus volantes y en el repliegue no conseguía frenar a Atlético lejos del área. Hasta que llegó la acción que podría haber sido un despertador, pero solo aumentó la confusión que tenía. Por precipitado, Néstor Breitenbruch le cometió un foul a Nacho Fernández, que salía del área. Atlético pagaba un precio caro a su ímpetu desmedido.
Quiso ejecutar Borja, para continuar con su racha goleadora de seis partidos consecutivos (incluido uno por la Copa Argentina), pero de la pelota se apoderó Barco. El remate del volante fue desviado por el arquero José Devecchi con el pie derecho. El VAR reveló que hubo invasión de zona de Alexis Flores, por lo cual se debía repetir el penal.
Fueron unos minutos en los que River se pareció más a una reunión heterogénea de jugadores que a un equipo con un orden establecido. Demichelis pedía que del remate se hiciera cargo Borja, con quien estuvo conversando en la zona técnica, pero no hubo quien le sacara la pelota a Barco. El sainete habrá representado una carga mental para éste, que pateó a las nubes. Ni siquiera tenía la disculpa de lo deteriorado que estaba el punto del penal, lo cual le impidió afirmarse en el momento del impacto.
El gesto de Demichelis denotaba que se lo llevaba el demonio, vivía su primera gran rabieta de la Copa de la Liga. El caso no dejaba de ser una desautorización a una orden de él. Por si quedaba alguna duda sobre la situación, Barco fue reemplazado en en el entretiempo. Una nueva oportunidad para el pibe Franco Mastantuono.
Atlético seguía tan impetuoso como desenfocado frente a Armani: Marcelo Estigarribia desperdició una ocasión casi en el área chica. Las adversidades para River continuaro en el segundo tiempo: Borja, en un giro, sintió una molestia muscular. Fue reemplazado por Agustín Ruberto. Una alarma a 11 días del superclásico en el Monumental.
Los postes ahogaron los gritos de gol de Joaquín Pereyra y Mastantuono. También estuvo cerca Ruberto. River tenía destellos, sin llegar a gobernar el desarrollo. Atlético sentía el desgaste, había invertido muchas energías en busca del gol. River tampoco tuvo la fórmula.ß