Uruguay pide ayuda a la DEA para frenar el crecimiento del tráfico de cocaína
Luego de que la agencia antinarcóticos de EE.UU. saliera del país en 2019, aumentó la violencia de las pandillas
MONTEVIDEO.– El principal puerto de Uruguay recibió dos escáneres de carga hace 16 años para detectar drogas y otras cargas sospechosas. Lamentablemente, durante su entrega, uno de ellos cayó al mar.
Desde entonces los envíos de cocaína a Europa han aumentado a través del puerto de Montevideo –que manejó un récord de 1,1 millones de contenedores el año pasado–,impulsandounaumento de la violencia de las pandillas y socavando la reputación de Uruguay como un faro de estabilidad en la turbulenta América del Sur.
Uruguay está hoy desesperada por ayuda.
La Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) cerró su oficina en Montevideo en 2019, durante el gobierno de Tabaré Vázquez, después de años de vínculos tensos con las autoridades locales, dijeron cuatro exfuncionarios de la DEA. Los detalles de la salida de la DEA del país no se habían informado anteriormente.
El actual gobierno de centroderecha de Uruguay, que asumió el cargo al año siguiente de retirarse la DEA, le ha pedido repetidamente a la agencia que regrese, pero funcionarios estadounidenses dicen que no hay planes inminentes para hacerlo.
Tres exfuncionarios de la DEA dijeron a Reuters que con Washington concentrado en el fentanilo que inunda sus fronteras desde México y con la poca cocaína que circula desde Uruguay hacia los Estados Unidos, hay poco deseo de buscar la aprobación del Congreso para reabrir una oficina en Montevideo.
“Ahora todo es fentanilo”, dijo el exfuncionario de la DEA Larry Reichner, subdirector regional de la DEA para el sur de la región de 2015 a 2019. “Les importa un comino la cocaína”, añadió.
Las naciones europeas, que reciben la mayor parte de la cocaína que pasa por Uruguay, también tienen una presencia antinarcótica limitada. España es el único país europeo con un agregado policial permanente en Uruguay.
Reuters habló con más de dos decenas de policías y expolicías de Estados Unidos, Europa y Uruguay, así como con funcionarios locales, legisladores y diplomáticos extranjeros. Dijeron que Uruguay se encuentra en una posición precaria, librando una batalla solitaria contra el contrabando de cocaína que se ha expandido a todos los rincones de América Latina durante la última década, convirtiendo a naciones alguna vez tranquilas como Ecuador en tierras liberadas para los carteles de la droga.
Uruguay, hogar de 3,4 millones de personas, sufrió un récord de 426 asesinatos en 2018. La violencia se ha mantenido alta desde entonces, con espantosas batallas territoriales entre pequeños clanes de narcotraficantes que conmocionan a un país poco acostumbrado a la violencia de las pandillas.
Con 382 personas asesinadas el año pasado, el presidente Luis Lacalle Pou busca defender su historial de seguridad antes de las elecciones nacionales en octubre, mientras que algunos legisladores de extrema derecha piden por la presencia de tropas en las calles.
Sin respuesta
“Tenemos un problema,” dijo Mario Layera, jefe de policía de Uruguay de 2016 a 2020 y quien dirigía la fuerza cuando la DEA se fue en 2019. “La cocaína es un problema”, recalcó.
Nicolás Martinelli, ministro del Interior de Uruguay, explicó a Reuters que el gobierno de Lacalle Pou había pedido repetidamente a la DEA que regresara, pero aún no ha obtenido una respuesta positiva. Dijo que estaba complacido de que los agentes de la DEA con base en la Argentina ahora visiten Montevideo dos veces por semana, en lugar de una vez cada dos semanas.
Una oficina de la DEA no es una panacea, y muchas naciones latinoamericanas han tenido durante mucho tiempo una fuerte presencia de la organización en su territorio. Martinelli dijo que su país está desesperado por contar con equipos y experiencia estadounidenses; y lamentó que el estatus de Uruguay como nación de altos ingresos lo excluye de las donaciones antinarcóticos de Estados Unidos.
La política tuvo algo que ver con todo esto. La izquierda gobernó Uruguay entre 2005 y 2020, y su visión negativa de la intromisión de Estados Unidos en América Latina –incluido el apoyo a la dictadura del país entre 1973 y 1985– obstaculizó la colaboración antinarcóticos.
Pero las autoridades negaron la verdadera magnitud del tráfico de cocaína en su país, dijeron.
Uruguay incautó más de dos toneladas métricas en 2021, según datos de las Naciones Unidas, un aumento de 1300% en comparación con el de 144 kilos de cocaína incautados en 2017.
En 2019, cuando Alemania incautó un botín récord de 1000 millones de euros en cocaína en un envío de soja procedente de Montevideo, Uruguay no creyó que la droga se originara en su país, afirmando inicialmente que fue cargada en Brasil.
“Pusieron la cabeza bajo la arena, ya sabes: ‘Esto no está sucediendo’”, dijo un exjefe de la DEA de Montevideo que habló bajo condición de anonimato. “Pero la realidad era que estaba sucediendo, y creo que durante un tiempo”.
Martinelli calificó al gobierno anterior de “naif” en materia de seguridad pública y dijo que el puerto de Montevideo no está capacitado para inspeccionar el millón de contenedores que transitaron por allí el último año.
En abril llegarán tres escáneres más, pero solo podrán inspeccionar el 80% de toda la mercancía.ß