Diego Leuco. “Algo bueno en el país es que se están discutiendo cosas nuevas”
En un año de consolidación de proyectos, el periodista y conductor habla sobre sus múltiples iniciativas en el canal de streaming LuzuTV, su programa de radio en Mitre y el regreso a la televisión con La peña de morfi
Todo le da curiosidad a Diego Leuco y él se arriesga. Hasta hace poco hizo trabajos en carpintería y le da orgullo que la mesita en la que está la tele sea obra suya. Ahora se compró una guitarra y está aprendiendo a tocar; “soy un desastre pero me divierte”, dice. Asume su adicción al trabajo aunque desde hace algunos años se da el permiso de distenderse y disfrutar. Recibió a en su la nacion casa, en un rato libre entre su trabajo en Antes que nada, en Luzu, donde está todas las mañanas de 8 a 10, y la conducción de Diego a la tarde, en radio Mitre, de 17 a 19. Y pronto trabajará también los domingos, cuando Telefe ponga en pantalla La peña de morfi. En una charla distendida, Diego Leuco cuenta cómo aprendió a manejar esta adicción, dice que no quiere que lo encasillen y fantasea con trabajar en una serie. También habla de su relación con la periodista Sofi Martínez y aclara qué pasó con su compañera de Luzu, Yoyi Francella.
–¿Cómo te llevas con la exposición? Para un periodista debe ser más difícil que para un actor.
–Es difícil cuando se dicen cosas que no son ciertas como lo de Yoyi (Francella), y sentís que esa información no tiene razón de ser y puede generar algún daño. Por suerte no lo generó, pero es mi compañera de trabajo y ella también está en pareja. Son cosas innecesarias y siento que el periodismo que habla sobre la vida de otras personas de los medios está un poco más salvaje que en otras épocas.
–¿Te enoja?
–No hay nada para hacer, solamente una sana resignación, como decía [Sigmund] Freud. No queda otra. Es algo con lo que hay que aprender a convivir. Estos laburos tienen cosas hermosísimas y costos, como todos los laburos. Este es un costo que a veces jode porque no tiene sentido. Pero no se puede hacer nada. Capaz me enojo al principio, y después me calmo y sigo porque, además no hay nada para hacer.