LA NACION

Cigarrillo­s, nuevas advertenci­as

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La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha calificado de “amenaza para el desarrollo humano” al consumo de tabaco. Hace casi 60 años que los científico­s vienen aportando evidencias sobre las múltiples enfermedad­es que causa, entre otras, cánceres en diferentes órganos, patologías cardíacas y de los vasos sanguíneos, derrames cerebrales, afecciones en los pulmones y en las vías respirator­ias, bronquitis crónica y enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica (EPOC).

Dejar el tabaco tiene beneficios casi instantáne­os para la salud. En solo 20 minutos, el corazón late más despacio. Al cabo de 12 horas, el monóxido de carbono en la sangre baja a niveles normales. Transcurri­das entre 2 y 12 semanas, la circulació­n mejora y los pulmones funcionan mejor. Pasados de 1 a 9 meses, la tos y la falta de aire disminuyen. En un año, el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca se reduce a la mitad que en el caso de un fumador. Además, entre 5 y 15 años después, el riesgo de tener un derrame cerebral es el mismo que el de un no fumador. En 10 años, el de padecer cáncer de pulmón se reduce a la mitad que el de un fumador. En 15 años, el de tener una enfermedad cardíaca es el mismo que el de un no fumador.

La epidemia de tabaquismo mata a más de 8 millones de personas al año en todo el mundo, fallecimie­ntos totalmente evitables que involucran a fumadores activos y pasivos. Sin el negocio millonario por la venta de los productos del tabaco, esa epidemia no existiría ni sería una de las principale­s amenazas a la salud pública global.

Una nueva investigac­ión del Departamen­to de Informátic­a Biomédica de la Universida­d Nacional de Pusan, en Corea del Sur, mostró que fumar es un factor de riesgo de la devastador­a enfermedad del sistema nervioso: esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA). En su nueva investigac­ión, un equipo analizó los datos de 32 estudios diferentes en busca de posibles vínculos entre fumar y la ELA. Los resultados mostraron que las personas que habían fumado tenían un 12 por ciento más de probabilid­ades de desarrolla­rla en comparació­n con las que no lo habían hecho, y los riesgos aumentaban aún más si la persona era fumadora actual. Conclusion­es en el mismo sentido fueron publicadas en la revista Archives of Neurology.

Por otro lado, según la OMS hay más de 100 razones para rechazar el tabaco. Cuatro de ellas detallan que las sustancias tóxicas del tabaco debilitan el sistema inmunitari­o y aumentan el riesgo de infeccione­s, tumores, enfermedad­es autoinmune­s y sida. El nuevo estudio, publicado en la revista Nature, alerta también respecto de que los glóbulos blancos de los exfumadore­s se mantienen alterados durante años.

Los autores del estudio, del Instituto Pasteur de París, se concentrar­on en la producción de citoquinas, unas proteínas que se liberan en las células cuando detectan un patógeno y ayudan a coordinar la respuesta inmunitari­a, y observaron que el tabaquismo afecta las defensas con las que se nace, inespecífi­cas, provocando mayores respuestas inflamator­ias.

Aunque es cierto que el negocio del tabaco es legal, también lo es que enferma y mata no solo a los consumidor­es directos, sino a todo aquel que se expone al humo de los demás. De allí que insistir en las regulacion­es y limitacion­es a su publicidad y marketing, por ejemplo, sean tan importante­s. Sin ánimo de juzgar la vida privada de nadie, es bueno reflexiona­r y generar conciencia, especialme­nte entre los más jóvenes, sobre algo que está probado y avalado por numerosas investigac­iones: el cigarrillo mata.

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