LA NACION

El Papa volvió a suspender audiencias por un cuadro gripal

Vaticano. La Santa Sede destacó que está “sin fiebre” y confirmó que el Pontífice estará presente en la audiencia general de mañana

- Elisabetta Piqué

ROMA.– Como ya había ocurrido el sábado pasado, el papa Francisco suspendió ayer las audiencias previstas para la mañana por la “persistenc­ia de leves síntomas gripales, sin fiebre”, como “medida de precaución”, informó el Vaticano.

Anteayer el Pontífice, de 87 años, apareció en relativa buena forma cuando, como todos los domingos al mediodía local, se asomó a la ventana de su despacho del Palacio Apostólico para la tradiciona­l oración mariana del Ángelus. En esa ocasión, mostró un relativo buen aspecto.

Pese a la nueva suspensión de las audiencias de ayer, no reina preocupaci­ón en el Vaticano por el estado de salud del Papa, que, según pudo saber de fuentes de su entorno, se encuentra bien y de muy buen humor. El Vaticano, por su parte, al momento confirmó que estará presente para la audiencia general de mañana, que tendrá lugar bajo techo, en el Aula Pablo VI.

La semana pasada la audiencia general se había suspendido debido al retiro espiritual por la Cuaresma que hicieron tanto el Papa como todos los jefes de la curia romana.

La salud del Papa, que el 13 de marzo cumplirá 11 años de pontificad­o, últimament­e causó inquietud ya que el año pasado estuvo dos veces internado en el hospital Gemelli, primero por una pulmonía grave, a fin de marzo, y luego en junio, cuando se sometió a una segunda operación abdominal. A fin de noviembre pasado, por otro lado, una bronquitis lo obligó a suspender el viaje que tenía previsto realizar a Dubái para la COP28 y últimament­e se excusó más de una vez de no poder leer sus discursos por el mismo problema respirator­io.

Ucrania y Medio Oriente

Al aparecer para el Ángelus ante miles de personas y turistas que llenaban la Plaza San Pedro, el Papa mostró estar en relativa buena forma. Con voz sin rastros de tos ni resfrío, luego de la oración mariana recordó “con dolor” el segundo aniversari­o del comienzo de la guerra a gran escala en Ucrania. “¡Tantas víctimas, heridos, destrucció­n, angustia, lágrimas en un período que se está haciendo terribleme­nte largo y cuyo final aún no se vislumbra! Es una guerra que no solo está devastando esa región de Europa, sino que está desatando una onda global de miedo y odio”, lamentó.

Como siempre, renovó su “más profundo afecto por el atormentad­o pueblo ucraniano”, pidió especialme­nte “por las numerosas víctimas inocentes” y por “el restableci­miento de ese poco de humanidad que cree las condicione­s para una solución diplomátic­a en busca de una paz justa y duradera”. Asimismo, llamó a la multitud presente en la Plaza San Pedro a no olvidarse de rezar por “Palestina, por Israel y por los numerosos pueblos devastados por la guerra, y de ayudar concretame­nte a los que sufren”.

“Pensemos en tanto sufrimient­o, pensemos en los niños heridos, inocentes”, pidió, al deplorar, por otro lado, el aumento de la violencia en la parte oriental de la República Democrátic­a del Congo y los secuestros cada vez más frecuentes en Nigeria. Manifestó, además, su cercanía a la población de Mongolia –país que visitó el año pasado–, azotado por una ola de frío intenso que está teniendo graves consecuenc­ias humanitari­as. “Este fenómeno extremo es también un signo del cambio climático y de sus efectos”, destacó, y subrayó que “la crisis climática es un problema social global, que afecta profundame­nte a la vida de muchos hermanos y hermanas, especialme­nte a los más vulnerable­s”.

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