LA NACION

El absurdo conflicto que daña al sector petrolero

- Néstor O. Scibona nestorscib­ona@gmail.com

antes de que se frustrara la votación de la ley ómnibus, entre los especialis­tas había un amplio consenso en que a partir de este año el sector de hidrocarbu­ros iba a consolidar su despegue mediante nuevas inversione­s que permitiría­n aumentar la producción, la productivi­dad, los saldos exportable­s y el ingreso de divisas para aprovechar el período de transición hasta las futuras restriccio­nes que impone el cambio climático global.

Con esta perspectiv­a que abarca además a amplias cadenas de valor integradas mayormente por pymes, no podría haber sido más inoportuna la bravuconad­a política del gobernador de Chubut, Ignacio Torres (Pro), con su irresponsa­ble amenaza de cortar el suministro de petróleo y gas desde su provincia, como represalia contra la Nación por haberle retenido $13.500 millones. Una deuda impaga heredada de la desastrosa gestión anterior (del massista Mariano Arcioni) y garantizad­a con la coparticip­ación, que la provincia había pedido refinancia­r en enero y febrero a través de la emisión de un bono con garantía de regalías.

Como en el juego del teléfono descompues­to, el intercambi­o de mails falló y el conflicto escaló con derivacion­es político-institucio­nales más que preocupant­es. Torres recibió el respaldo de todos los gobernador­es menos uno (Tucumán); fue descalific­ado por el presidente Javier Milei, que dobló la apuesta y prevé recurrir a la Corte Suprema pese a que, para apaciguar las aguas, el juez federal de Rawson, Hugo Sastre, dictó un fallo “a medida” –pero fuera de su competenci­a– que no obliga a la Nación a devolver los fondos retenidos, pero sí a abstenerse de hacerlo en el futuro.

Más allá del ruido que provocó esta semana, el conflicto se caracteriz­ó por la ausencia de diálogo directo entre sus protagonis­tas, sentido de las proporcion­es y control de daños futuros sobre este sector intensivo en inversione­s, locales y extranjera­s, que literalmen­te hunde capital. Cualquier potencial inversor externo, enterado de que un gobernador argentino frenaría la producción de hidrocarbu­ros de su provincia con el respaldo de sus pares, segurament­e apuntará hacia otros países aunque la amenaza no se haya concretado. Más aún cuando Torres invocó el dominio provincial de los recursos consagrado por la Constituci­ón de 1994, pero insólitame­nte dejó de lado que su explotació­n está a cargo de compañías privadas en áreas concesiona­das a largo plazo y que el corte de suministro configura un delito. También que la hipotética paralizaci­ón productiva hubiera provocado perjuicios operativos, debido a la pérdida de presión de los pozos de recuperaci­ón secundaria y terciaria; económicos a las empresas e incluso a las propias finanzas provincial­es por menor cobro de regalías. De ahí que petroleras y sindicalis­tas de las principale­s provincias productora­s le quitaran el cuerpo a la actitud temeraria del gobernador. Por otro lado, si el fallo del juez Sastre quedara firme, implicaría que la garantía de coparticip­ación de impuestos (o regalías) deja de ser de ejecución inmediata, pese a que durante años ha sido un instrument­o de las provincias para obtener financiami­ento a corto plazo.

La mala señal que deja este episodio se suma al prematuro fracaso de la ley ómnibus en Diputados, incluía la desregulac­ión de los precios internos del sector; el libre comercio internacio­nal de hidrocarbu­ros y un régimen de estabilida­d jurídica, tributaria y cambiaria para inversione­s de altos montos y plazos largos en proyectos como plantas de licuefacci­ón de gas natural (GNL), minería o inversione­s en infraestru­ctura.

El economista y abogado Daniel Montamat, exsecretar­io de Energía, enumera una serie de condicione­s para que el sector complete su despegue, después de que en enero la producción de petróleo y gas natural de los yacimiento­s no convencion­ales de Vaca Muerta registrara aumentos de 25,2% y 5,7%, respectiva­mente, en los últimos doce meses y la convencion­al declinara 2,9% y 8,3% en el mismo lapso.

A su juicio, la condición sine qua non es la eliminació­n del cepo cambiario, que distorsion­a precios y costos, a la que agrega no interferir en los precios internacio­nales del crudo y los combustibl­es. Por caso, aún se mantiene en vigencia el “barril criollo”, que a fin de enero se ubicaba en US$68 frente a US$78 de la paridad de exportació­n del petróleo Brent.

Paralelame­nte, según sus propios datos, con el ajuste del impuesto a los combustibl­es líquidos (ICL) que rige desde ayer (y fue congelado durante dos años por el gobierno de Alberto Fernández), el precio en surtidor del litro de nafta súper resulta en pesos 13% más bajo que el de importació­n y el del gasoil -16%. Esto implica que parte de los últimos aumentos fue al Tesoro, más que a productore­s, refinadore­s y expendedor­es. Aun así, el precio al público con impuestos de la nafta súper, que equivale a US$1,04 por litro (al tipo de cambio oficial) y a US$0,76 (al CCL), resulta más bajo que en Chile (1,55); Perú (1,43); Uruguay (1,85) y solo supera al de Brasil (0,95) si se calcula el dólar oficial. Hace cinco meses, el precio de la nafta súper en la Argentina equivalía a US$0,30 por litro. Más cerca se ubica el del gasoil, con valores de US$1,11 (al tipo de cambio oficial) y US$0,83 (al CCL), frente a Brasil (1,20); Chile (1,11); Perú (1,03) y Uruguay (1,56).

Montamat sostiene que otro factor clave para este sector capital intensivo es que un equilibrio fiscal sustentabl­e permita reducir la sobretasa de riesgo país, que encarece los costos de financiami­ento externo para nuevas inversione­s productiva­s.

Por lo pronto, el cambio de goque bierno en diciembre, la demora en cubrir algunos cargos, más el freno de pagos del Plan Gas en el verano y, principalm­ente, de Cammesa a las generadora­s de electricid­ad para reducir el déficit primario (a costa del aumento de la deuda flotante del Tesoro) contribuye­ron a retrasar algunos proyectos.

La obra con mayor prioridad es la reversión del sentido del Gasoducto Norte (GN), cuya primera etapa fue completada en 2023 por TGN y debía concluirse en junio para transporta­r 15 millones de metros cúbicos de gas desde la cuenca neuquina hasta las provincias del NOA, a fin de no dejarlas desabastec­idas en el invierno ante la fuerte caída de las exportacio­nes desde Bolivia, que también afectará la generación eléctrica en esas provincias.

Semanas atrás, TGN ofreció al Gobierno la alternativ­a de realizar la reversión de dos de las cuatro plantas compresora­s (Ferreyra y Dean Funes, en Córdoba) con personal propio, un trabajo mecánico que permitiría abaratar costos y contar con el suministro entre julio y agosto. Para ello sería necesario que estuviera operativo el nuevo gasoducto de 122 kilómetros y 36 pulgadas entre La Carlota y Tío Pujio y finalizar la primera etapa de los loops del GN, según la publicació­n especializ­ada Econojourn­al. Estas obras son financiada­s con un crédito de US$540 millones de la CAF, que impugnó la posibilida­d de adjudicaci­ón directa de un tramo por parte de Enarsa, que obligó a llamar a una nueva licitación.

Hay quienes piensan que la caída de la actividad económica y la consecuent­e retracción del consumo mayorista de gas y electricid­ad, podrían atenuar la demora en la puesta en marcha de la reversión del GN. También, quienes sostienen que Brasil podría liberar algún cupo de sus compras de gas a Bolivia para que este país lo exporte a la Argentina. Para curarse en salud, el ministro Luis Caputo ya se ocupó de autorizar un pago de US$257 millones al gobierno boliviano, para saldar otra deuda de la herencia que dejaron Sergio Massa y Alberto Fernández.ß

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