LA NACION

El relato de un amigo de la víctima plantea dudas sobre el día del asesinato en Pilar

El testigo advirtió sobre la falta de respuesta a mensajes enviados el jueves 22 de febrero al ingeniero estrangula­do en el country La Delfina; buscan identifica­r a vecinas

- Gabriel Di Nicola

Roberto Wolfenson Band, el ingeniero asesinado en su casa del country La Delfina, en Pilar, casi todos los días salía a caminar por las calles del barrio privado donde vivía con su pareja. Lo hacía en compañía de un amigo. En la caminata solía saludar a cuatro vecinas, compañeras de sus clases de gimnasia. Ahora la Justicia intenta identifica­r a esas mujeres y citarlas como testigos.

Así lo informaron a la nacion fuentes con acceso al expediente. El dato de las cuatro vecinas que la víctima siempre saludaba cuando se las cruzaba durante su paseo por el country fue aportada por un vecino y compañero de la rutinaria caminata.

Ese amigo se presentó espontánea­mente y no solo declaró sobre la caminata que solían hacer con Wolfenson Band, sino que también afirmó que para él el ataque que terminó con la vida del ingeniero ocurrió el jueves de la semana pasada.

Según la data de muerte estimada en la autopsia, a Wolfenson Band lo mataron después de las 13 del viernes 23 de febrero. Sin embargo, hay un dato que para el amigo de la víctima no se puede pasar por alto: vestía la misma ropa con la que un día antes lo había visto su empleada doméstica, que se retiró de la casa a las 13.30. “El testigo dijo que la víctima era muy prolija y coqueta. Para él es muy poco probable que dos días seguidos se vistiera igual”, sostuvo a la nacion una calificada fuente de la causa.

El amigo del ingeniero también sostuvo que el jueves de la semana pasada, el día que fue visto con vida por última vez, intentó comunicars­e por Whatsapp para proponerle ir a caminar, pero el mensaje no le llegó, “quedó con una sola tilde”.

Ese mismo día le mandó otro mensaje para invitarlo a cenar la noche siguiente, pero tampoco tuvo respuesta. “Para mí lo mataron el jueves”, dijo el testigo ante el fiscal de Pilar Germán Camafreita, funcionari­o a cargo de la investigac­ión del crimen, según sostuviero­n fuentes con acceso al expediente.

Ahora el fiscal Camafreita intentará determinar si la víctima fue atacada el jueves pasado, como supone el amigo del ingeniero, y tuvo una agonía hasta el día siguiente.

Sobre las mujeres que intentan identifica­r para citarlas como testigos, las fuentes consultada­s afirmaron: “Son cuatro vecinas del country que el amigo recordó que Wolfenson Band solía saludar en sus caminatas cuando se las cruzaba. Por lo que pudo recordar, eran también compañeras de su clase de gimnasia”.

En las últimas horas, el fiscal Camafreita pidió preservar, además, las imágenes de todas las cámaras de seguridad de la municipali­dad de Pilar de las 72 horas previas a que fuera hallada asesinada la víctima.

“Ya se comunicaro­n de la municipali­dad para garantizar que los videos están preservado­s y que los enviarán a la fiscalía en un disco rígido o una computador­a, ya que, de lo contrario, demandaría unos 700 DVD”, dijo a la agencia de noticias Télam una fuente judicial.

Del infarto al crimen

La muerte del ingeniero de 71 años fue descubiert­a el viernes de la semana pasada después de que no respondier­a las llamadas de su profesor de piano, que había llegado poco después de las 17 a la casa del lote 498 del country La Delfina.

En un primer momento, por el informe que hizo el médico de la Policía Científica de San Isidro Marcelo Rodrigué, se pensó que Wolfenson Band había muerto como consecuenc­ia de un infarto.

Pero la autopsia, ordenada por el fiscal Andrés Quintana, que estuvo a cargo de la causa durante las primeras horas porque su colega Camafreita estaba de licencia, determinó que había sido asesinado.

“Fue un homicidio de manual. Nadie que ve esa escena pensaría que esa muerte se produjo por un infarto. Vi las fotos, no soy médico, pero está claro que por la gran cantidad de sangre y las lesiones que se observan, por lo menos tendría que haber dictaminad­o una muerte dudosa”. Así, el abogado Tomás Farini Duggan, representa­nte legal de los hijos de Wolfenson Band criticó la actuación del médico de la Policía Científica de San Isidro que el viernes pasado al revisar el cuerpo en la escena del homicidio, dictaminó que la víctima había muerto de un infarto.

Como se consignó, todo cambió con la autopsia. En ese informe forense se detalló que el ingeniero eléctrico fue ahorcado con un elemento fino. Los investigad­ores suponen que se trató de una soga o de un cable. Anteayer se recuperó de la casa de la víctima un rollo de tanza luego de que la pareja de Wolfenson Band llamase a la fiscalía para avisar el hallazgo en el lavadero de un elemento que no había visto antes del crimen. Los peritos intentan determinar si se trata del arma homicida.

Otra de las revelacion­es de la necropsia es que Wolfenson Band intentó defenderse; tenía lesiones en brazos y mano, además de un corte en la parte posterior del cuello.

Las lesiones descriptas por la médica forense Silvina Aguirre del Cuerpo Médico Forense (CMF) de Policía Científica de San Isidro son “varios surcos de ahorcadura delgados, como si hubiera habido un ‘tira y afloja’, y lesiones de defensa, que también son compatible­s con que la víctima luchó e intentó aflojarse el lazo con el que lo estrangula­ban”.

En ese sentido, el protocolo de autopsia describe lesiones cortantes en la palma y en cuatro de los dedos de la mano izquierda que tienen entre 0,5 y 1 milímetro de profundida­d.

La autopsia también reveló que “hay un corte grande en la nuca, de unos 7 centímetro­s de largo”, que ahora se investiga si fue producido por el mismo elemento fino y filoso con el que lo estrangula­ron o con otro tipo de elemento.

El cuerpo presentaba golpes en la cara, más precisamen­te en una ceja, la frente y hasta un corte en un pómulo, un fuerte golpe en la nariz y un corte interior producto de otro golpe en la boca, con una lesión en la parte interna de una de las mejillas.

El cadáver apareció tirado en el dormitorio de servicio, “boca arriba, contra un rincón y con la cabeza abajo de un radiador”.

Para los detectives judiciales y de la Delegación Departamen­tal de Investigac­iones (DDI) de San Isidro que participan de la investigac­ión, por las pruebas e indicios reunidos hasta el momento, conocía a la víctima y podía ser una persona que vive o trabaja en el country.

El o la homicida se llevaron el teléfono celular de la víctima, una pieza clave para reconstrui­r sus últimas comunicaci­ones y para precisar hasta qué hora estuvo con vida. Pero de la escena del crimen también desapareci­ó un parlante potenciado. También faltaría una almohada de la escena del crimen, una de las dos habitacion­es que solían usar las visitas que eventualme­nte se quedaban a dormir. No había nada revuelto en la vivienda y las puertas y ventanas no habían sido forzadas. ß

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La casa en el country La Delfina, en Pilar, donde vivía el ingeniero Roberto Wolfenson Band
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Roberto Wolfenson Band

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