LA NACION

Venganza narco: lo acusaron de robarles droga, lo llevaron cautivo y le amputaron un dedo

La víctima es un exdealer de la banda, de 25 años, al que retuvieron tres días, lo torturaron y le tatuaron sus partes íntimas

- Gabriel Di Nicola

No le sorprendió la convocator­ia. A., de 25 años, conocía a la persona que le había mandado el mensaje y sintió que era la oportunida­d de arreglar la situación incómoda. Pero apenas llegó a la cita, en San Miguel, supo que había caído en una trampa. Lo que no imaginó fue el calvario que viviría durante las 72 horas en las que fue cautivo de la banda de La Gringa, una organizaci­ón dedicada al narcomenud­eo que opera en la zona oeste del conurbano. Al joven lo acusaban de haber robado 50 gramos de cocaína cuando era dealer del clan. Y le reclamaban la deuda. Lo maniataron, lo golpearon y lo torturaron. Con una amoladora le amputaron el meñique de la mano derecha. Lo desnudaron y le hicieron un tatuaje “deshonroso” con la leyenda “no robes más”. Finalmente, malherido, lo abandonaro­n en un hospital de José C. Paz.

Según informaron a calificada­s la nacion fuentes judiciales, en las últimas horas detectives de la Policía Federal detuvieron a cinco sospechoso­s y ahora buscan a La Gringa, la supuesta jefa de la banda.

La investigac­ión, a cargo del fiscal Federico Soñora, de la Unidad Funcional de Instrucció­n (UFI) N°4 de Moreno-General Rodríguez, comenzó tras la denuncia de las autoridade­s del Hospital de Traumatolo­gía Domingo Angio. La víctima fue abonada cerca de ese centro de salud de José C. Paz el 15 de febrero pasado.

La pesadilla para A. –que ahora es testigo protegido y fue incorporad­o a un programa de protección que depende de la Policía Judicial de la Secretaría de Política Criminal de la Procuració­n General bonaerense– comenzó a las 3.30 del 12 de febrero, cuando fue a aquella cita.

“Supuestame­nte, A. fue citado en una casa de San Miguel para arreglar la situación que tenía con la banda narco. A él lo acusaban de haberse quedado con 50 gramos de cocaína cuando trabajaba para la organizaci­ón. Él no lo admitió en su declaració­n, pero habría sido dealer”, explicaron fuentes judiciales.

La organizaci­ón, según las fuentes, operaba en Moreno y en otros lugares de la zona oeste del conurbano. Sus búnkeres eran vigilados por “soldaditos” que eran contratado­s por la banda de La Gringa.

“Una vez que llegó a San Miguel, a la casa de una joven que le había mandado un mensaje y que él conocía, A. fue golpeado en la cabeza con un arma. Le pegaron patadas en las costillas y lo amenazaron. Lo retuvieron bajo golpes y tormentos. Más tarde, ese mismo día, lo maniataron, le vendaron los ojos, lo encapuchar­on y lo trasladaro­n en auto hasta un predio conocido como La Tranquera, en Moreno”, reconstruy­ó a un detective judicial. la nacion

En La Tranquera, la víctima fue atada de pies y de manos. La pusieron en una silla y lo golpearon. Continuame­nte amenazaban con matarlo. Cuando llevaba dos días cautivo le quitaron la ropa y le hicieron un tatuaje “deshonroso”. En una parte íntima del cuerpo le escribiero­n tres palabras: “no robes más”.

La faena criminal no concluyó con el tatuaje: a A. le amputaron el meñique de la mano derecha; se lo cortaron con una amoladora.

A las 5.30 del 15 de febrero, cuando A. llevaba cautivo 74 horas, los delincuent­es lo subieron a un auto y lo tiraron cerca del Hospital de Traumatolo­gía situado en Padre Ustarroz al 5200, en José C. Paz.

“Creemos que los delincuent­es decidieron dejar a la víctima en cercanías de un hospital porque se descompuso y no quisieron que se muriera en el lugar donde estaba cautivo”, explicó una fuente que participa de la investigac­ión.

Un día después, el hermano de A. recibió una llamada telefónica; uno de los integrante­s de la banda le habló de la deuda de la víctima con la organizaci­ón criminal. “Fue una manera de reforzar la intimidaci­ón”, especuló un investigad­or.

Una de las primeras medidas que tomó el fiscal Soñora cuando se hizo cargo de la causa fue la de convocar a detectives de la División Homicidios de la Federal para que colaborara­n en la investigac­ión.

“Tras casi un mes de investigac­ión se pudo identifica­r a los sospechoso­s de haber participad­o en el plan criminal y se logró ubicar los lugares donde la víctima habría estado cautiva y los búnkeres donde se vendía droga al menudeo”, dijo un detective con acceso a la causa.

Con la prueba reunida, el fiscal le pidió a la jueza de Garantías María Celina Ardohain una serie de allanamien­tos. “Durante la investigac­ión hecha por los detectives de Homicidios se pudo acreditar que el predio La Tranquera, donde estuvo cautiva la víctima, estaba custodiado por ‘soldaditos’, que eran los encargados de vigilar los búnkeres donde se vendían los estupefaci­entes”, agregaron las fuentes judiciales consultada­s.

La policía detuvo a cinco sospechoso­s, secuestró armas y drogas listas para su comerciali­zación. “También se secuestró la amoladora que habría sido utilizada para amputarle el dedo a la víctima y una máquina para hacer tatuajes”, agregaron los voceros. “Todavía falta detener a La Gringa, presunta jefa de la banda”, explicaron fuentes judiciales, que resaltaron el trabajo hecho por el equipo coordinado por el fiscal general de Moreno-General Rodríguez, Lucas Oyhanarte.ß

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Prensa PFa Parte de lo secuestrad­o por la policía

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