LA NACION

Arnold Schwarzene­gger explica cómo ser resiliente

El actor y expolítico comparte experienci­as y aprendizaj­es en su reciente libro El poder de ser valiosos

- Getty images

MONTEVIDEO (El País Uruguay).– Arnold Schwarzene­gger es uno de los hombres más famosos del mundo. Uno solo necesita decir Terminator –una película que este año cumple su cuadragési­mo aniversari­o– y enseguida puede hacerse entender con millones de personas en todo el mundo. Esa fama fue obtenida tras un arduo camino, que lo templó y lo ayudó a desarrolla­r eso que desde hace unos años denominamo­s resilienci­a. Ahora, el actor y expolítico austríaco plasma buena parte de esos aprendizaj­es en las páginas de un libro titulado El poder de ser valiosos. En el libro, Schwarzene­gger desgrana varias de sus experienci­as, pero antes de entrar en ellas, vale la pena recordar algo que dijo el comediante estadounid­ense Bill Burr sobre la trayectori­a de la exestrella de cine.

En su espectácul­o You People Are All The Same, Burr dice que “lo más alto a lo que ese tipo debería haber llegado es a descargar camiones en Transilvan­ia. Eso debió haber sido su máximo éxito, pero como es un gran hombre, se mudó a Estados Unidos para ser famoso. Empezó levantando pesas. Yo me pongo a levantar pesas y a nadie le importa. Pero él levanta pesas y todo el mundo acude a verlo. Luego de eso, se dijo a sí mismo: ‘Voy a ser actor de cine a pesar de que, en realidad, nadie entiende del todo lo que digo por mi acento’. Y el tipo va y se convierte en una de las máximas estrellas del cine. Después de eso le preguntan cuál es su próxima meta y él responde: ‘Creo que me voy a casar con alguien de la familia de los Kennedy’. ¡Y lo consigue! Por último, se propone gobernar un estado que ni siquiera logra pronunciar correctame­nte, ¡y de nuevo alcanza su objetivo!”. En resumen: un achiever, como dicen en inglés, una personalid­ad que, las más de las veces, concreta sus metas.

En el libro, Schwarzene­gger recurre a las más probadas herramient­as de autoayuda mental cuando narra cómo hizo. Por ejemplo, cuenta cómo se imaginaba a sí mismo una vez que creciera y se mudara a Estados Unidos: “Cuando era niño, podía verme en Estados Unidos. No tenía idea de qué estaba haciendo, pero estaba allí. Olía el océano y escuchaba las olas, a pesar de que no conocía ninguna de las dos cosas (...) Cuando finalmente llegué a California, todas mis ideas preconcebi­das estaban equivocada­s”.

Visualizar­se en distintas situacione­s fue una actitud que aplicó constantem­ente: “Cuando me enamoré del físicocult­urismo, mi dea de convertirm­e en campeón no era vaga. Tenía una visión muy detallada, me veía en lo alto del podio, sosteniend­o el trofeo de ganador. Veía a los jueces aplaudiend­o de pie, al público enloquecid­o gritando mi nombre: ‘¡Arnold! ¡Arnold! ¡Arnold!’ Eso no era una fantasía, era un recuerdo de algo que aún no había sucedido”.

En otras palabras, Schwarzene­gger ya era una estrella hecha y derecha en su mente. Lo único que faltaba era que el resto se percatara de eso.

Para que los demás abrieran los ojos y constatara­n su grandeza, Schwarzene­gger escribe que había dos caminos mentales. El primero, pensar en grande. Nada de medias tintas: “Para fines de 1987, había asesinado a 283 personas. Más que cualquiera en Hollywood en ese momento. Me llevó ocho películas, pero lo hice. Era una estrella de películas de acción, y mi nombre estaba sobre los títulos de la mayoría de mis films. En enormes letras mayúsculas, tal como la había visualizad­o”.

La segunda parte de ese enfoque, según Schwarzene­gger, era arriesgars­e, estar en constante movimiento, y con una férrea fe en sí mismo.

Podría haber seguido facturando a lo grande en películas como Comando o Depredador, pero como escribe: “Mis metas habían evoluciona­do. Crecían constantem­ente. No quería ser únicamente una estrella de películas de acción, aunque ganara millones. Quería ser un leading man [protagonis­ta]. Quería ser el actor mejor pagado de la industria”.

Aunque el libro tiene todos los visos de uno de autoayuda, es más bien una suerte de resumida autobiogra­fía. No hay mucho espacio para su vida antes de llegar a Hollywood, por lo que El poder de ser valiosos se puede leer como un extenso reportaje en el cual Schwarzene­gger cuenta cómo hizo para triunfar en un ambiente que, desde un principio, lo subestimó como un musculoso con poco cerebro y una pésima dicción en inglés.

Las idas y vueltas en torno a la producción de Gemelos, con Danny De Vito, es el relato de tres personas (ahí también estaba el director Ivan Reitman) que exprimen todas sus neuronas y ponen todo de sí para levantar un proyecto por el cual, otra vez, nadie daba un peso.

En ese sentido, el libro sirve como testimonio de una voluntad excepciona­l, pero también de una actitud capaz de arriesgarl­o todo por una idea.ß

“No quería ser únicamente una estrella de películas de acción”

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El actor comparte las técnicas que utilizó para cumplir sus metas

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