LA NACION

¿Un G-20 para la paz?

- Federico Pinedo

Mientras millones de personas miran las noticias sobre guerras lejanas mezcladas con otras informacio­nes periódicas sobre las confrontac­iones acaloradas de toda política interna y sobre cholulismo, allá afuera muchos movimiento­s se orientan hacia conflictos de proporcion­es devastador­as. En la vida, las palabras y los hechos se van retroalime­ntando. Y el lenguaje bélico está tomando proporcion­es muy preocupant­es. Hay muchas fuerzas desatadas para la guerra y muy pocas trabajando para una paz sustentabl­e, que permita a nuestros hijos vivir en un mundo de convivenci­a y posibilida­des de progresar, familiar y colectivam­ente.

Rusia está casi oficialmen­te lanzada a un camino de confrontac­ión militar en toda Europa o con toda Europa, mientras el presidente francés habla de poner tropas propias en Ucrania (para evitar la caída de Kiev) y el diario socialista español El País titula “Europa se prepara para la guerra”. En este contexto es que Trump hace sus discursos sobre un Estados Unidos aislacioni­sta, ajeno al conflicto europeo (como lo era al comienzo de las dos guerras mundiales del siglo XX), mientras la administra­ción demócrata intenta la disuasión en Ucrania y la búsqueda de paz en Medio Oriente en un acuerdo árabe-israelí. Países como Alemania e Italia asumen como responsabi­lidad propia la guerra en Ucrania. Documentos rusos de hace algunos años, tal vez deliberada­mente publicados ahora, hablan de la necesidad de utilizar armas atómicas tácticas rápidament­e, en caso de confrontac­ión contra otra gran potencia. China se prepara para estar en posición de definir su situación en Taiwán (lo que podría afectar la comunicaci­ón del resto del mundo con el este de Asia, incluido Japón, por medio del Mar de China) y la India, aliado militar del viejo Occidente, se acaba de oponer en la Organizaci­ón Mundial de Comercio a poner reglas generales al comercio global de alimentos.

En la reunión de cancillere­s del G-20 en Río, hace unos días, el ministro ruso dejó en claro que, para ellos, había una confrontac­ión global entre los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que se sumaron Irán y otros) y el G-7 (Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón) y sostuvo que ganarían los primeros e impondrían su propio orden, sin que se sepa bien en qué consiste ese orden o desorden. Fue violentame­nte atacado por las ministras de Canadá, Alemania y Australia y sus posiciones fueron confrontad­as por muchos otros, incluida la Argentina. El canciller ruso venía de reunirse con los jefes de Cuba, Nicaragua y Venezuela y de visitar a Lula. Bolivia fortalece permanente­mente sus acuerdos con Irán y busca ingresar al Mercosur con apoyo de Brasil.

Las preguntas son, ¿quién trabaja para la paz? ¿Habrá paz si nadie trabaja para ella? ¿Todos debemos dejar que la masacre se produzca, pensando en un hipotético posicionam­iento posterior?

El G-20 es el foro donde se pueden reunir todos los países principale­s –a pesar de sus serias diferencia­s– y ha sido bien utilizado cuando liquidó la crisis económica global de 2008 por medio de acciones coordinada­s entre todos. Muchos países sostienen que no hay que politizar ese foro, para permitir que pueda seguir ocupándose de los problemas del conjunto, sin meterse en los conflictos de unos contra otros. El lugar para resolver las confrontac­iones es el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero en ese ámbito cinco grandes potencias oponen su poder de veto y pueden empantanar cualquier diálogo.

Como no hay que cansarse de repetirlo, la alternativ­a a la confrontac­ión es el diálogo, que significa razonar junto con el otro. pero, para que haya diálogo, se requieren sí o sí dos cosas: un objetivo común (sobre el cual se pueda razonar en conjunto) y buena fe. Sin eso, hay confrontac­ión. Siempre las guerras terminaron en una conferenci­a de paz. Es mejor ir a la conferenci­a antes y no después de millones de muertos. ¿Quién trabaja para eso? El G-20 no decide, pero podría ayudar a tender a no volar puentes. ß

La alternativ­a a la confrontac­ión es el diálogo, que significa razonar junto con el otro

Representa­nte argentino ante el G-20

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