LA NACION

Temores y dudas entre los militares por “puntos oscuros” en la operación

En las FF.AA. persisten voces que reclaman la definición de reglas de empeñamien­to para evitar que surjan situacione­s no previstas

- Mariano de Vedia

Pese a que la participac­ión de las Fuerzas Armadas en Rosario se limitará a operacione­s de logística, de acuerdo al plan anunciado por el Gobierno, un alto grado de incertidum­bre y preocupaci­ón rodea a muchos militares por considerar que persisten “puntos oscuros que no están muy definidos”, según pudo recoger la nacion en fuentes castrenses.

“No aparece claro un marco legal que avale la intervenci­ón de los militares en esta operación. No hay reglas de empeñamien­to”, advirtió un general retirado, al referirse a situacione­s que podrían plantearse en las operacione­s para frenar el avance de la criminalid­ad narco en Rosario. Si bien las Fuerzas Armadas no tendrán participac­ión directa en los operativos y enfrentami­entos, algunas voces se preguntan con qué herramient­as legales actuará, por ejemplo, un militar cocinero o el chofer de un transporte del Ejército si se ve involucrad­o en una situación imprevista de ataque.

“El fantasma de los juicios y condenas por la represión de los 70 aún está vigente”, explicó la fuente castrense. “Sin el marco legal adecuado y sin reglas de empeñamien­to claras y aprobadas por el poder político es una locura”, sintetizó otra voz militar. Dichas reglas de empeñamien­to podrían definirse por decreto presidenci­al o mediante una resolución del Ministerio de Defensa.

También se advirtió que las Fuerzas Armadas “no están equipadas, adiestrada­s ni instruidas para intervenir en la prevención de seguridad”. Tienen armas letales y no actúan con balas de goma, observan, ante la eventualid­ad de una respuesta ante un ataque.

Cerca de la conducción de las Fuerzas Armadas, que participan de las reuniones con el ministro de Defensa, Luis Petri, valoran la decisión estratégic­a del presidente Javier Milei de sumar a los militares en las operacione­s previstas en la ley de seguridad interior. “Lo preocupant­e hubiera sido que en una situación tan problemáti­ca como la de Rosario no se tuvieran en cuenta a las Fuerzas Armadas”, explicaron a la nacion.

Aún no está definida la dimensión que tendrá la presencia militar,tantoeneln­úmerodeefe­ctivos como en las unidades de medios y transporte­s. Se especula con que será un despliegue territoria­l y aéreo importante, para acrecentar el poder disuasorio que podría tener esa intervenci­ón.

Petri explicó en Rosario que “las Fuerzas Armadas van a trabajar en el transporte estratégic­o y táctico. También con las compañías de ingenieros militares y los elementos de comunicaci­ones, así como los de arsenales y de intendenci­a”.

Confirmó, además, que en las próximas horas llegará personal de las Fuerzas Armadas a la zona en conflicto, provistos de vehículos, transporte­s, ingenieros, logística y comunicaci­ones para “posibilita­r el auxilio y la cooperació­n con las fuerzas de seguridad nacionales y provincial­es”.

Fuentes militares, en tanto, recordaron la experienci­a del gobierno de Alberto Fernández, que en marzo de 2023 –hace exactament­e un año– envió a ingenieros del Ejército a villas de emergencia en Rosario para trabajos de urbanizaci­ón. “No fueron más de 20 efectivos”, señalan en la propia fuerza, al poner en evidencia la poca efectivida­d que tuvo ese emprendimi­ento

En términos más políticos, los escépticos en las unidades militares explican que “hasta hace seis meses las palabras seguridad y terrorismo estaban prohibidas”, al observar el giro que plantea la decisión del Gobierno.

El despliegue territoria­l y aéreo se produce en un escenario de recursos estrechos, dado que las Fuerzas Armadas, como el resto de la administra­ción pública nacional, deben atenerse al presupuest­o prorrogado de 2023, cuando en el camino pasó una inflación del 120 por ciento.

Zona desmilitar­izada

Otro elemento para tener en cuenta es que el apoyo de las Fuerzas Armadas a las tareas de control del narcotráfi­co se dará en un territorio que fue desmilitar­izado durante la gestión del gobierno kirchneris­ta. El histórico II Cuerpo de Ejército, que tenía asiento en Rosario y era una de las primeras guarnicion­es del país, fue trasladado en 2011 a Curuzú Cuatiá y se convirtió en la actual 1ª División de Ejército, por decisión de la entonces ministra de Defensa, Nilda Garré.

En la zona sur santafesin­a existía, además, el Batallón de Comunicaci­ones 121 del Ejército, que en 1974 sufrió un ataque del Ejército Revolucion­ario del Pueblo (ERP). La unidad fue desmontada y trasladada en 2006 a Mercedes, en la provincia de Corrientes.

“En Rosario no hay unidades militares importante­s para apoyar logísticam­ente a efectivos que deben llegar de otros lugares. Solo están la Base de Apoyo Logístico de San Lorenzo y el Liceo Aeronáutic­o. No son elementos aptos para ser empleados en este tipo de operacione­s”, observó otra fuente castrense experta en la organizaci­ón de fuerzas de despliegue territoria­l.ß

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