Obama y Clinton salen a la cancha para darle un impulso a Biden
Acompañaron al presidente en un evento de recaudación de campaña
WASHINGTON.– Ya desde el comienzo, Stephen Colbert, conductor, comediante y maestro de ceremonias de la cita, dejó en claro que Donald Trump sería el principal blanco de la noche. “Esta es una ocasión especialmente emocionante y poco común”, dijo Colbert, sentado al lado de Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton en el escenario del Radio City Music Hall. “Tres presidentes han venido a Nueva York. Y ninguno de ellos está aquí para comparecer ante un tribunal”, bromeó.
A la hora de sumar votos o recaudar fondos para una campaña, los candidatos echan mano a todas las fórmulas y personalidades imaginables. Famosos –actores, cantantes, comediantes–, empresarios, filántropos y, también, la lista de expresidentes, cuya popularidad lejos de la Casa Blanca suele ser mucho más alta que cuando estaban en el Salón Oval. Y Biden tiene en esa lista dos de los mandatarios más populares que dejó Estados Unidos: Obama y Clinton. Los tres se unieron anteanoche en Nueva York para el evento de recaudación más importante de la campaña de Biden hasta el momento, con el claro propósito de darle un espaldarazo al presidente, y lanzar un hilo de dardos contra Trump.
Pero tal como pasó en otros actos de campaña de Biden, la noche también tuvo su dosis de interrupciones de manifestantes que lanzaron gritos en contra de la guerra en Gaza y el apoyo de Estados Unidos a Israel. “¡Vergüenza, Biden!”, fue uno de los gritos. En una de las interrupciones el público respondió con el canto reeleccionista: “¡Cuatro años más!”. Obama y Clinton salieron a defenderlo.
“Es un sillón solitario”, dijo Obama sobre la presidencia. “Y una de las realidades de la presidencia es que el mundo tiene mucha alegría y belleza, pero también mucha tragedia y crueldad. Y hay historia, y no se empieza de cero. No tienes respuestas fáciles para problemas realmente difíciles. Y creo que, comprensiblemente, a menudo la gente quiere sentir cierta seguridad en términos de cómo se toman esas decisiones. Pero un presidente no puede darse ese lujo”, amplió, poco antes de volver a ser interrumpido. Obama pidió a la gente que escuchara, dijo que el mundo es complicado, y que Biden tiene “convicción y claridad moral”, y que está dispuesto a escuchar a todos para tratar de ver si se pueden encontrar puntos en común. “Ese es el tipo de presidente que quiero”, insistió.
Clinton, recordado por la bonanza económica durante su presidencia, levantó el pulgar a la política económica de Biden, bajo la lupa de una mayoría de los norteamericanos que parece lejos de la realidad que pintan las estadísticas. “Creo en llevar las cuentas”, dijo. “No de forma vengativa, sino positiva. [Biden] fue bueno para Estados Unidos, y merece otro mandato”.
Además de los tres líderes, el programa incluyó un elenco de estrellas presentadas por la actriz Mindy Kaling, conocida por su papel en The Office, entre quienes están Queen Latifah, Lizzo, Ben Platt, Cynthia Erivo y Lea Michele. La noche cerró con una charla entre los tres presidentes y el conductor Stephen Colbert. ¿El resultado? 25 millones de dólares para las arcas de Biden, el evento de recaudación más exitoso de la historia, según la campaña demócrata.
El ticket más barato para ver al trío de líderes desde las butacas de la sala costaba 225 dólares. Mientras más cerca, más caro era. Una foto con los tres cotizó 100.000 dólares. El acceso a una recepción posterior elevó el costo a 250.000 dólares. Y el pase a un encuentro aún más exclusivo, donde se abría la oportunidad para conversaciones uno a uno, duplicaba el monto de la factura: 500.000 dólares.
Acceso a la elite
El evento brindó una idea del precio que tiene en Estados Unidos el acceso a la elite política del país en épocas de campaña, cuando los políticos se prestan a dedicar tiempo y atención al universo de donantes del país que alimentan las arcas de sus operaciones.
Las campañas se alimentan en gran medida de las donaciones que hacen votantes en todo el país –el año pasado, Trump tuvo más donantes pequeños que Biden, según The New York Times–, pero también recurren a eventos como el que se verá en el Radio City Music Hall o cenas de recaudación para obtener fondos de los grandes donantes. En Estados Unidos, al igual que en otros países, el dinero también compra acceso.
La campaña de Biden buscó instalar la idea de que la histórica cifra de recaudación es una señal de su fortaleza frente a Trump, que viene rezagado en la competencia por los recursos, y además debe hacer frente al exorbitante costo de su equipo legal para evitar ir a prisión en sus múltiples causas judiciales.
“Este aumento histórico es una muestra de gran entusiasmo por Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, y un testimonio de la máquina de recaudación de fondos sin precedentes que construimos”, dijo el copresidente de la campaña demócrata, Jeffrey Katzenberg, que calificó al evento como “una demostración masiva de fuerza y un fiel reflejo del impulso para reelegir” a Biden y a Harris.
Pero, más allá de las cifras, la cita marcó la primera vez que Obama y Clinton se sumaron a la campaña para apuntalar a Biden en su último esfuerzo por impedir que Trump regrese a la Casa Blanca. Ambos expresidentes aún son dos de los políticos más populares del país, y cada uno a su turno hizo lo propio para garantizar que un demócrata esté en la Casa Blanca.
En 2012, cuando Obama fue en busca de su reelección con una economía anémica y una popularidad desinflada, un discurso de Clinton en la convención demócrata en Charlotte, Carolina del Norte, sirvió para cambiar el tono de la conversación política y encarrilar la campaña. En 2020, fue el turno de Obama, quien ofreció un filoso alegato en contra de Trump y a favor en el encuentro partidario de ese año, que fue virtual debido a la pandemia. Ahora, con Biden de capa caída en las encuestas, las dos espadas demócratas salieron a darle un espaldarazo.
Con la presencia de Obama y Clinton, la campaña de Biden espera inyectarle un impulso a su candidato, que empezó a tener una mejora en los sondeos. Biden remontó en las últimas semanas sobre el voto popular –aunque Trump todavía está al frente–, y también en los estados “pendulares”, donde se definirá la contienda. Pero el camino hacia la elección del 5 de noviembre es largo, y el panorama político está muy lejos de marcar un claro favoritismo.ß