LA NACION

El diseño de los galpones es clave para los planteos intensivos

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Para el argentino Gustavo Schueneman­n, experto en la Universida­d de Ohio, contribuye­n a lograr una producción estable a lo largo del año y mejoran el confort de los establecim­ientos

La actividad lechera se ha ido intensific­ando en los últimos años tratando de lograr estabilida­d en las producción a lo largo del año y mayor confort para el personal y la hacienda. La utilizació­n de galpones/corrales donde las vacas pasan todo el año y no deben caminar por el lote para alimentars­e es una herramient­a clave en ese proceso.

En términos generales, las disposicio­nes intensivas más comúnmente usadas son dry lot, free stall y compost barn.

En el dry lot las vacas están a cielo abierto, en corrales de tierra con comederos y una calle de hormigón donde pisan para comer, habitualme­nte techada. Es el sistema más económico, pero más expuesto a las condicione­s climáticas.

En el free stall las vacas están todo el año dentro de una instalació­n techada –generalmen­te un galpón- donde pueden moverse, pero que tiene áreas predetermi­nadas para alimentaci­ón, descanso y callejones internos. Pueden tener patios adicionale­s. La cama puede ser de arena, tierra, paja de cereal, cemento, etc.

El compost barn consta de un galpón con calles de comida central o perimetral­es y un área sin divisiones donde las vacas pueden descansar. La cama de compost se forma con un material orgánico –por ejemplo aserrín, paja- que se va mezclando con los efluentes de los animales. Se debe oxigenar diariament­e con herramient­as de remoción.

“El diseño y construcci­ón de instalacio­nes de confinamie­nto es un tema sumamente amplio, con muchos detalles por considerar en galpones nuevos o al reacondici­onar otros existentes”, afirmó el especialis­ta Gustavo Schueneman­n, un argentino especializ­ado en el tema que trabaja actualment­e en la Universida­d de Ohio, al hablar en una reciente reunión organizada por Select Debernardi.

Cuando un productor se embarca en un proyecto de este tipo debe tener en cuenta los siguientes puntos, según el consultor: ßtamaño y disposició­n de las instalacio­nes. Van muy en línea con el presupuest­o disponible y condiciona­n el ambiente donde luego se va a trabajar. En esta etapa también hay que evaluar las regulacion­es que impone cada país a este tipo de instalacio­nes. ßtambién se debe tener en cuenta cómo se van a diseñar los grupos y los tiempos de estadía de las vacas según la tasa de partos. ßsi se va a construir un galpón desde cero, hay que considerar la configurac­ión de los corrales, los pisos, techos y la ventilació­n adecuada para evitar el estrés térmico.

Más adelante, afirmó: “Construir instalacio­nes es un proceso; primero hay que considerar el costo del proyecto y los objetivos de la empresa de corto a mediano plazos. Después hay que selecciona­r el diseñador y el constructo­r. En estas etapas también hay que dar participac­ión al equipo de asesores para integrar el manejo de los animales con las instalacio­nes teniendo en cuenta recursos disponible­s, el bienestar animal, las personas y la huella de carbono”.

La huella de carbono se empezó a medir en los últimos años. Todo lo que se agrega al tambo -por ejemplo combustibl­es fósiles- tiene una huella de liberación de carbono a la atmósfera; la contrapart­ida es lo que se devuelve a la tierra agua y nutrientes reciclados como bosta y orina. El balance debería dar cero o una tendencia regenerati­va.

En los cálculos de la huella también interviene­n los paneles para producir energía limpia, los digestores para reciclar residuos y la genómica que permite producir mayor cantidad de sólidos en la leche con menos agua por transporta­r. “Son aspectos por considerar por el dueño de la empresa”, aconsejó Schueneman­n.

En búsqueda de una huella de carbono adecuada hay que gestionar dos pasos en Estados Unidos: primero, superar el control de la Oficina Gubernamen­tal, que aprueba o no los planos de establo en tambos que superan los 700 vacas.

En el país del norte últimament­e hay otro paso más vinculado a los valores externos: las relaciones con la comunidad. “Hay que ver si los vecinos permiten un emprendimi­ento lechero intensivo. Se organizan audiencias públicas abiertas donde se explica el impacto que va a tener un proyecto y cómo la comunidad puede ser parte del mismo, como proveedore­s de servicios para la construcci­ón de galpón, por ejemplo. Esta instancia forma parte del sistema de aprobación”, explicó el experto.

En galpones, para los comederos se deben calcular 80 cm de frente por vaca en transición como promedio. Debe haber suficiente espacio para que las vacas se acuesten; en dry lots, hay que proporcion­ar sombra a razón de cinco metros cuadrados por vaca.

En bebederos se deben considerar tres centímetro­s por vaca y hay que tener en cuenta también el diámetro del caño de alimentaci­ón y el flujo de agua, sobre todo para momentos de máxima demanda, como cuando las vacas vuelven del ordeño. Una vaca de 50 litros de leche por día puede tomar hasta 200 litros de agua. Los bebederos pueden ser de plástico, más fáciles de limpiar, o de acero inoxidable.

Para la orientació­n del galpón hay que considerar los vientos predominan­tes de cada zona, sobre todo en verano. En Estados unidos, la orientació­n más frecuente es de este a oeste. Pero eso solo no alcanza: los techos deben ser altos para asegurar una correcta ventilació­n.

Automatiza­ción de procesos

En instalacio­nes intensivas conviene incorporar tecnología de precisión: sensores actividad y de rumia, robots, etc. para mayor eficiencia del rodeo y para mejor calidad de vida de los empleados, que deben cobrar remuneraci­ones satisfacto­rias.

Al construir las instalacio­nes del establo, los propietari­os quieren reducir la cantidad de empleados porque cuesta atraer gente al tambo. El cow manager y otros dispositiv­os traen soluciones en ese sentido y evitan molestar a las vascas frescas. Permiten saber cuál está enferma o cuál se debe inseminar. Además, ayudan a ver las variacione­s de producción cuando se rompió el mixer y no se pudo repartir la ración a horario, y a controlar qué pasa día a día.

El ordeño robótico es común en Estados Unidos y también se usa un brazo automático que reemplaza al tambero que coloca y saca las pezoneras en el ordeño tradiciona­l. El brazo automático también sella los pezones.ß

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En la construcci­ón se tienen en cuenta distintos factores como la ventilació­n y las caracterís­ticas de los pisos

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