LA NACION

Volver a la verdad; no más discursos falaces

El gobierno nacional se ha propuesto enfrentar las distorsion­es que el kirchneris­mo ha intentado sembrar con su parcial e interesado relato sobre los trágicos años 70

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El Consejo de Derechos Humanos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) fue escenario de una disputa que evidencia el cambio de época por el que la Argentina transita. Luego de la visita que realizó por varios países en 2022, entre los que incluyó al nuestro, una experta independie­nte en deuda externa realizó en ese ámbito una presentaci­ón de especial interés para nosotros. Al concluir su exposición, en el espacio otorgado a organismos no gubernamen­tales, un representa­nte del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) tomó la palabra para hacerle notar que al cabo de aquella gira sus mandantes habían advertido a la ONU y al FMI que “el cumplimien­to de los objetivos relativos al déficit fiscal y las reformas económicas no puede estar por encima de las obligacion­es de los derechos humanos”. Dijo, también, que “desde entonces se vivió un deterioro inédito en las condicione­s de vida, en particular desde el cambio de gobierno de diciembre de 2023”.

A ningún argentino habría sorprendid­o la falta de objetivida­d del representa­nte del CELS, tan propia del relato ideologiza­do que cultiva dicho centro. Tampoco, que no hubiera entendido que el informe de la experta de marras se refería exclusivam­ente a 2022. Sin ninguna prudencia, su cometido fue descalific­ar y criticar implacable­mente al gobierno actual, achacándol­e una supuesta falta de medidas de contención social.

Sí, sorprendió, por el contrario, y muy gratamente, la intervenci­ón del representa­nte permanente de la Argentina ante los organismos internacio­nales en Ginebra, embajador Carlos Foradori. Diplomátic­o de carrera recienteme­nte designado para aquel cargo y vicecancil­ler durante el gobierno de Mauricio Macri, Foradori planteó que habría sido “mucho más sensato referirnos a la herencia recibida que produce consecuenc­ias en la actualidad”. En un claro resumen, mencionó “la deuda con importador­es por más de 30.000 millones de dólares, la deuda del Banco Central e YPF por 25.000 millones de dólares y la deuda del Tesoro por unos 35.000 millones de dólares adicionale­s; una inflación del 52 por ciento mensual en precios mayoristas y una pobreza del 45 por ciento con un 10 por ciento de indigentes”. Ese es el crudo aunque sintético balance del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa expuesto por el diplomátic­o argentino.

Foradori se refirió al CELS con más altura que ironía, diciendo que se trata de “una organizaci­ón no gubernamen­tal preocupada por el presente y con amnesia sobre el pasado”. Defendió, asimismo, al presidente Javier Milei de las acusacione­s sobre falta de sensibilid­ad social. “Carece, sí, de una habilidad que no ha logrado aún adquirir, y es hacer magia”, concluyó.

El perfil del CELS, liderado por gente que hasta estuvo involucrad­a en el accionar delictivo de organizaci­ones subversiva­s, es bien conocido. Ahora esa gente trata de prolongar su influencia a través de figuras afines en destacados ámbitos internacio­nales, como ha ocurrido con el insustenta­ble Eugenio Zaffaroni en la Corte de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA).

La jurista argentina Andrea Pochak, que fue segunda del exsecretar­io de Derechos Humanos de la Argentina Horacio Pietragall­a Corti, contó en su momento con el apoyo de Alberto Fernández y Santiago Cafiero para llegar a la posición que ocupa desde el 1° de enero de 2024 como una de los siete comisionad­os de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH). Bien predispues­ta a devolver los favores, asumió con entusiasmo la defensa internacio­nal de Cristina Kirchner, abrumada, como se sabe, por causas y condenas judiciales.

Ya en su carta de presentaci­ón al organisfun­dado mo, la militante Pochak incurrió en un olvido, por no decir falacia, al afirmar que habría de ser ella la primera argentina en integrar el organismo, desconocie­ndo a la embajadora Elsa Kelly, quien, tras ser promovida por Raúl Alfonsín, llegó a ocupar la vicepresid­encia de ese organismo entre 1986 y 1989.

Con sano criterio, Foradori observó que habría sido deseable que el CELS hubiera denunciado con más énfasis el deterioro inédito en las condicione­s de vida y la regresión en el cumplimien­to de estándares sobre deuda y derechos humanos, producidos por el gobierno que concluyó en la Argentina el 10 de diciembre de 2023.

Todo indica que la política del presidente Milei procurará reducir los efectos de la presencia kirchneris­ta en numerosos organismos internacio­nales, que tanto daño ha hecho al país. Basta repasar las mentiras de una narrativa fantasiosa en casos como los de Santiago Maldonado y Milagro Sala, o el concernien­te a una organizaci­ón que se encuentra poco menos que fuera de la ley, como la Túpac Amaru.

El sinceramie­nto hecho estos días por vías oficiales respecto del número de personas desapareci­das durante la represión de la subversión que asoló al país en los años 70, realizada en muchos casos fuera de la ley, fue absolutame­nte necesario. No es viable avalar en temas tan delicados cifras en total contradicc­ión con las que están reflejadas en documentos tan serios como el de la Conadep, la entidad creada por el presidente Alfonsín para investigar las muertes y desaparici­ones de personas durante el régimen militar, y de la que cabe recordar que el peronismo se negó a participar. Cómo iba a hacerlo, si el peronismo apoyó la autoamnist­ía proclamada por los militares para ponerse a salvo antes de entregar el poder en 1983.

La designació­n del diplomátic­o Christian Machuca al frente de la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillerí­a responde al propósito de enfrentar las distorsion­es en relación con la Argentina que el kirchneris­mo sigue propagando tanto localmente como en el exterior. Aumentar la capacidad de respuesta de manera sólida y con argumentos contundent­es es comenzar a transitar el sendero de la cordura y la sensatez. Desarmar el relato desarrolla­do a lo largo de veinte años llevará tiempo, pero los vientos de cambio que soplan en esta materia van en la dirección correcta.

No es viable avalar en temas tan delicados cifras en total contradicc­ión con las que están reflejadas en documentos tan serios como el de la Conadep, la entidad creada por el presidente Alfonsín para investigar las muertes y desaparici­ones de personas durante el régimen militar, y de la que cabe recordar que el peronismo se negó a participar

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