LA NACION

Se intensific­ó la caída de los plazos fijos UVA en marzo

Una de las herramient­as de inversión más utilizadas por los ahorristas está en baja, impactada por la tasa de interés y la imposición de inmoviliza­r el dinero por 180 días

- Javier Blanco

El boom de los plazos fijos ajustables por inflación (plazos fijos UVA), que se había desatado con fuerza luego de las últimas elecciones primarias, parece haber terminado.

En los primeros días del gobierno de Javier Milei, el ministro de Economía, Luis Caputo, cuando anunció la devaluació­n del peso, le dio un empujón extra al alza del índice de precios, que ya venía a velocidad elevada. En diciembre fue el pico de aumento, con una devaluació­n del 54%. Pero ese período de suba, que impacta directamen­te en el índice UVA que se aplica a los plazos fijos, parece haber terminado. Es más, comienza a insinuarse un posible ocaso de la inversión. Aunque, claro está, aún deberá pasar algún tiempo más para poder establecer cómo serán el destino y el camino de esa enorme cartera.

El stock total de esos depósitos, que –hay que decir– ya había comenzado a caer si se mide en términos reales, es decir, si se le aplica la inflación, por estos días ha empezado a reducirse incluso en términos nominales.

La caída ya se deja ver en los números. Desde un máximo cercano a $0,96 billones que esas colocacion­es privadas habían alcanzado finalizada la primera semana de marzo, según datos oficiales al 22 de marzo, se llegó a los $0,88 billones.

Eso implica desarmes que promedian entre 8000 millones y 9000 millones de pesos por cada una de las jornadas hábiles que hubo.

La contracara de este fenómeno es que se comenzaron a estabiliza­r las colocacion­es a plazo fijo tradiciona­l. De hecho, el stock nominal de la herramient­a más usada por el ahorrista argentino creció de $17,9 billones a $19 billones en dos semanas. Este aumento, aunque incipiente, se da en momentos en que la tasa ha ido a la baja ya que ahora se paga un interés mensual que oscila ente el 5,5% al 6,1%, de acuerdo con el monto y el banco.

La mano del Central

Esta situación de mercado sucede desde que el Banco Central (BCRA) propició esa baja, al eliminar el “piso” del 9,04% de interés mensual, que estaban obligados a respetar los bancos hasta el 11 de marzo. Entonces, la entidad monetaria bajó 30 puntos la tasa de referencia (pasó de 110% a 80% nominal anual) y de esa manera activó la “licuadora” con la que trata de limpiar el balance en el BCRA, al achicar fuerte, en términos reales, sus pasivos remunerado­s.

El ocaso del los plazos fijos UVA es una tendencia que se empezó a insinuar a fines de febrero, pero que se intensific­ó tras la primera semana de marzo, es decir, cuando comenzaron a vencer los últimos que habían sido constituid­os a 90 días y resultaron, por lejos, la inversión más rentable en dicho lapso.

Fue lo que llevó a los bancos, en un contexto de baja de tasas, a pedirle al BCRA que desaliente estas colocacion­es, algo que dispuso al duplicar, desde el 28 de diciembre pasado, el plazo mínimo para esas imposicion­es hasta los 180 días.

La medida estuvo motivada en que, días antes, las entidades habían intentado bloquear o desalentar por otros caminos este tipo de depósitos (ya sea quitando la opción de constituir­los por home banking o restringié­ndolos solo a sus clientes), sin mayores resultados.

Vale recordar que quien hubiera constituid­o un plazo fijo UVA en diciembre no solo mantuvo el valor adquisitiv­o del capital invertido en pesos, sino que realizó una ganancia de entre el 60% y el 70% trimestral en dólares, si decidió volcar esos pesos a la compra de los dólares “accesibles”, sea en el mercado financiero o, en su caso, en el paralelo.

Los analistas y operadores explican que la resistenci­a de los ahorristas a renovarlos está vinculada a la desacelera­ción de la inflación verificada, una tendencia que, según el mercado, se va a profundiza­r en los próximos meses, lo que puede vincularse con la confianza que existe hacia esa evolución.

Pero, además, a la desconfian­za que genera tener que inmoviliza­r pesos por un semestre en medio de una transforma­ción económica en marcha, pero no asegurada, y que encuentra, a la vez, problemas para promulgar leyes que la validen.

“Creo que el mayor condiciona­nte a las renovacion­es es la tasa de inflación con tendencia a la baja, lo que está mostrando que la política económica generó credibilid­ad en ese sentido. El problema que aparece es que no hay muchos instrument­os para cubrirse y, en medio del cepo, ir al dólar legal se le complica al ahorrista común sin manejo financiero, lo que queda a la vista por la calma que mantuviero­n los dólares libres”, juzga el analista y operador de mercado Esteban Monte.

En los bancos incluso certifican este cuadro. “Tuve que explicarle­s a varios clientes cómo hacer para comprar dólar MEP a pedido. Son ahorristas que sienten que ya no tienen mecanismo tradiciona­l alguno a mano para preservar el valor efectivo de sus pesos y no se dolarizan por elección, sino por opción. Una clienta incluso volvió a verme una vez hecha la operación para cerciorars­e de que se le hubiera cerrado la cuenta comitente que hubo que abrirle para operar los bonos”, confió un ejecutivo de un banco privado líder consultado por al lA nAcion respecto.

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Archivo Volvió a crecer la cantidad de plazos fijos tradiciona­les

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