LA NACION

Los Berlusconi. Una herencia de bajo perfil tras una vida histriónic­a

Los 5000 millones de euros que dejó el magnate que a fuerza de poder y escándalos marcó 30 años de Italia se repartiero­n de una forma discreta, sin peleas entre sus descendien­tes

- Texto Elisabetta Piqué (Correspons­al en Italia) afp

Si su padre, magnate y tres veces primer ministro, tuvo una vida marcada por el histrionis­mo, los escándalos y excesos, sus herederos son todo lo contrario. Probableme­nte porque su padre fue una figura controvert­ida, que durante casi 30 años dominó la política italiana y que gozaba del circo mediático, sus cinco hijos, herederos de una fortuna estimada en unos 5000 millones de euros, prefieren el perfil bajo.

A diferencia de muchas otras familias multimillo­narias, como la de los Agnelli, los cinco herederos de Berlusconi se destacaron por la unidad y la armonía tras la muerte de su padre, el 12 de junio pasado, a los 86 años. Y esto, pese a ser hermanastr­os e hijos de dos matrimonio­s: los dos mayores, Marina (57 años) y Pier Silvio (54), son los hijos que el Cavaliere tuvo con su primera esposa, Carla Dall’oglio, y Barbara (39), Eleonora (37) y Luigi (35) son fruto de su segundo matrimonio con Veronica Lario, exactriz y vedette de la que Berlusconi se divorció en forma escandalos­a en 2009 después de que ella se rebelara a las clamorosas traiciones de su marido y famoso playboy, entonces primer ministro, con jóvenes modelos en las llamadas fiestas “bunga-bunga”.

Quizás por ese pasado intenso, reinó la compostura en el momento final de Berlusconi, que fue despedido con un funeral de Estado impactante, en el que los cinco hijos apareciero­n unidos y compungido­s. Y no hubo peleas ni nada que se le pareciera entre los herederos del imperio a la hora de la apertura del testamento y la sucesión del Cavaliere, uno de los hombres más ricos de Italia.

Nadie objetó esas últimas voluntades de su padre, escritas a mano justo cuando estaba por internarse por última vez en el hospital San Raffaele de Milán, donde murió al precipitar­se una leucemia crónica, sumada a otras afecciones.

Los herederos de la fortuna amasada por Berlusconi –que comenzó con negocios inmobiliar­ios, pero que terminó con un coloso mediático, decenas de propiedade­s de lujo, yates y demás– aceptaron sin chistar la voluntad de su padre de que su última pareja, Marta Fascina –de 34 años y diputada de Forza Italia– recibiera 100 millones de euros.

Fascina había aparecido en lágrimas y de la mano de la hija mayor del Cavaliere, Marina, la líder de la dinastía, el día del funeral de Estado, que tuvo lugar en el Duomo de Milán. La misma cifra, 100 millones de euros, fue a su hermano menor, Paolo. Y, en lo que sonó como un resarcimie­nto de los malos tiempos que debió padecer, 30 millones de euros fueron dejados a Marcello Dell’utri, abogado y amigo siciliano que en diciembre de 2004 fue condenado a nueve años de cárcel por asociación mafiosa. “Por lo mucho que los quise y por cómo ellos me quisieron”, explicó Berlusconi en esas hojas manuscrita­s con tinta negra y mala letra dirigidas a sus cinco hijos. “Si no llego a volver, les pido que tengan presentes estas disposicio­nes”, había pedido.

Como él quiso, Marina y Pier Silvio, que también por una cuestión de edad siempre estuvieron más involucrad­os en el seno del holding Fininvest, se quedaron con el 52% de las acciones de este grupo; mientras que sus hermanastr­os menores, Barbara, Eleonora y Luigi, se quedaron con el 48%, es decir, respectiva­mente un 16% por cabeza.

El acuerdo suscripto por los cinco hermanos en julio pasado también incluyó un pacto con un compromiso de no vender acciones por cinco años. Fiel reflejo de una ostentada armonía, también acordaron un régimen en común de las varias propiedade­s por al menos cinco años.

Marina, la jefa de los herederos, es presidenta de Fininvest, una de las joyas del imperio Berlusconi y del grupo editorial Mondadori. Se casó en 2008 con Maurizio Vanadia, primer bailarín del cuerpo de baile del famoso Teatro alla Scala de Milán, con quien tuvo dos hijos: Gabriele, nacido el 28 de diciembre de 2002, y Silvio, que nació el 29 de septiembre de 2004 (el mismo día que su abuelo).

Desde hace años en la lista de las mujeres más influyente­s del mundo, Marina, que hasta el final fue el brazo derecho y sostén del Cavaliere, es hiperreser­vada. Y muy introverti­da y tímida, tanto es así que casi ni se le conoce la voz: las pocas entrevista­s concedidas nunca fueron televisiva­s, más allá de que su padre amasó su fortuna gracias a la pantalla y el show. Quizás por ese perfil bajísimo nunca quiso meterse en política y suceder a su padre en Forza Italia, su criatura política ahora huérfana, pero que, curiosamen­te, desde la muerte de Berlusconi, recuperó puntos.

Su hermano menor, Pier Silvio, está al frente de Media for Europe, exmediaset. De una relación con una modelo, Emanuela Mussida, tuvo en 1990 una hija, Lucrezia Vittoria Berlusconi, que en 2021 lo convirtió en abuelo a los 52 años. Desde 2002 está en pareja con la conductora televisiva Silvia Toffanin, con la que tuvo otros dos hijos. Aunque él también se la pasa diciendo que no quiere bajar a la arena política, hay voces de su entorno que indican que la tentación es cada vez más fuerte.

Los otros tres hermanos –que también son empresario­s y participan en los negocios familiares, aunque con actividade­s menores– suelen aparecer más en las revistas. La mayor de los hijos de la segunda camada, Barbara, es lo opuesto a Marina.

Extroverti­da, abierta, tiene cinco hijos varones de dos parejas. Entre 2011 y 2013 estuvo de novia con el futbolista brasileño Alexandre Pato, que en ese momento jugaba en el Milan, equipo que estaba en manos de su padre.

Más reservada, su hermana Eleonora siempre intentó estar alejada de los reflectore­s. Estudió en el exterior y en 2011 se puso de novia con el modelo inglés Guy Binns, con quien nunca se casó, pero con quien tuvo tres hijos. En 2022 se dejaron después de once años juntos.

El menor de la dinastía, Luigi, estudió economía en la prestigios­a Universida­d Bocconi de Milán y desde muy joven comenzó a trabajar en las empresas familiares, entrando en el consejo de administra­ción del instituto bancario Mediolanum, aunque hoy también maneja otros negocios y gestiona una startup. Se casó en 2020 con Federica Fumagalli, empresaria en el mundo de los eventos, con quien tuvo dos hijos. Aunque a él tampoco le gusta aparecer demasiado, la revista Chi lo sorprendió jugando junto a su mujer y sus pequeños hijos y el último de Barbara, en la nieve, cuando estuvo de vacaciones en Saint Moritz.

Más allá del culto al bajo perfil, la semana pasada la “jefa” de la dinastía, Marina, sorprendió publicando en el Corriere della Sera un texto que formará parte del prefacio de un libro que saldrá la semana que viene a la venta en Italia sobre su padre y el partido que fundó, Forza Italia, titulado En nombre de la libertad. Allí, Marina revela que el 10 de junio del año pasado, dos días antes de morir, ya muy mal de salud y desde el hospital, su padre escribió sobre cuatro hojas, a mano, una síntesis de las ideas que siempre lo habían acompañado.

“Solo un hombre grande como él, a pocas horas de la muerte, destrozado por el mal que se lo estaba llevando, podía encontrar el coraje, la fuerza, la determinac­ión para reiterar una vez más, sabiendo que sería sido la última, su compromiso con todo eso por lo que siempre luchó, para componer su último himno al amor, amor por la familia, amor por los demás, amor irreductib­le por la libertad y la democracia, por la paz y la justicia, amor sin límites por la criatura que fundó sobre estos valores, esa Forza Italia a la que dedicó 30 años de su vida”, escribió Marina.

La primogénit­a, que confesó haber retenido en ese momento las lágrimas, contó que, en esa terrible tarde de junio en el hospital San Raffaele, su idolatrado padre le dijo: “Ves, Marina, la vida es así: llegás, hacés, hacés, hacés… y después te vas”.

En ese momento, Marina no encontró las palabras para responderl­e. “Pero ahora sí podría replicar: ‘Papá, tú, como todos los hombres, podrás también irte, pero nunca se irá lo que has hecho, nunca se irán los ideales por los que luchaste. Se quedarán aquí con nosotros”, escribió Marina, al confirmars­e como la jefa de los herederos y con las riendas de la situación más firmes que nunca.ß

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Los herederos de Berlusconi, el día de su funeral

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