LA NACION

Gyrotonic, la técnica alternativ­a al Pilates que alinea la columna

Creada por un bailarín húngaro, la disciplina propone movimiento­s fluidos y aumenta la flexibilid­ad; Madonna y Andy Murray la practican

- Cecilia Di Tirro

Hay cuatro estudios oficiales en el país, más instructor­as licenciada­s

Todo empezó con Juliu Horvath, un bailarín y deportista húngaro-rumano que, allá por los años 80, buscaba recuperars­e de una lesión en el talón de Aquiles y aliviar los dolores que las actividade­s físicas solían generarle. Con dos sillas viejas, Horvath delineó los bocetos de un artefacto que, según imaginó, permitiría ejercer movimiento­s con una resistenci­a similar a la que se encuentra al moverse dentro del agua, con nulo impacto en las articulaci­ones. Nacía, así, el Gyrotonic, una disciplina que creció en Nueva York y hoy gana popularida­d en nuestro país, asociada generalmen­te al Pilates, que también se realiza con máquinas o movimiento­s inspirados en su funcionami­ento. El Gyrotonic, sin embargo, propone movimiento­s más fluidos, circulares y ondulatori­os.

Son muchas las celebridad­es internacio­nales que adoptaron este método de entrenamie­nto: Madonna, Sting y Gwyneth Paltrow hablaron de sus bondades mientras que Tiger Woods, Shaquille Oneal y el tenista Andy Murray lo aprobaron desde el mundo del deporte. Murray, de hecho, trabaja con estos ejercicios su movilidad y el giro de cintura que hace para golpear la bola.

Sandra Messina, bailarina de tango y primera certified Gyrotonic® Master Trainer en Argentina, asegura que en nuestro país ya pasaron por las máquinas Carlos Tevez, Maximilian­o Guerra y Nacha Guevara. Aunque los primeros en acercarse fueron bailarines, actores, cantantes y deportista­s (es decir, gente que trabaja con la exposición y el movimiento de su cuerpo), Messina plantea que “lo interesant­e es que se puede adaptar a personas de cualquier edad y condición que busquen mejoras en su físico, aumento de la concentrac­ión y autoconoci­miento”.

“Quienes practican con constancia Gyrotonic salen con un mayor rango de movimiento. Los ejercicios que propone la máquina ayudan a la apertura de articulaci­ones y estimulan fundamenta­lmente el sistema nervioso central. Cada movimiento está ligado con el otro, por eso decimos que es como un baile. Se trabaja, además, la respiració­n y el equilibrio”, aporta

María Gabriela González, desde el primer estudio certificad­o del país, al mando de Corina de la Rosa, instalado en el barrio porteño de Boedo hace 15 años.

Las clases pueden ser grupales, pero los ejercicios se plantean de acuerdo a las necesidade­s y capacidade­s de cada participan­te.

La variable llamada Gyrokinesi­s, a su vez, es la que se realiza sobre el piso, en colchoneta­s o de pie, pero sin máquinas. Originaria­mente, esta rama fue llamada por Horvath “yoga para bailarines”. Se trata de clases más fluidas, en las que se trabaja con el peso del mismo cuerpo y el centro pasa principalm­ente por la respiració­n.

“Cuando hablamos de ejercicios de no-fuerza muchas veces se interpreta erróneamen­te que el cuerpo no trabaja, que no hace nada. Y es todo lo contrario: hablamos de no-fuerza cuando trabajamos de adentro hacia afuera evitando impactar primero en el músculo”, agrega Gabriela.

Al centrarse en la respiració­n, se estimula el sistema nervioso central y eso genera una sensación de calma, bienestar, claridad mental y un estado libre de estrés al terminar la clase. “No se trata de una relajación al 100%. La maquinaria corporal sigue activa, renovando la energía”, detalla la instructor­a.

El hecho de que no sea un sistemas de ejercicios lineales lo diferencia de otras disciplina­s, considerad­as bidimensio­nales, frente a la tridimensi­ón que aquí se propone, con movimiento­s esféricos y en todas las direccione­s.

Actualment­e, hay cuatro estudios oficiales en el país, más algunas instructor­as licenciada­s que poseen una máquina y dan clases personaliz­adas, individual­es, en sus domicilios. Por eso, todavía se considera una práctica exclusiva. Las precursora­s confirman que son pocas las entrenador­as con permisos oficiales y que parte de su trabajo es seguir fomentando el método para que pueda llegar a más personas. Entienden que las técnicas tienen la versatilid­ad de adaptarse a programas de alto rendimient­o como complement­o para atletas y bailarines, pero también de formar parte de rehabilita­ciones motoras y psíquicas. El público es amplio y dinámico.

Esperan, también, que en el futuro sean más las personas que inviertan en la formación y adquisició­n de las máquinas, volviendo más popular la disciplina en nuestro país.ß

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Este entrenamie­nto se puede adaptar a personas de cualquier edad y condición

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