LA NACION

Spiroplasm­a. Proponen monitoreos en invierno y tratamient­os de semillas en la próxima siembra

Un experto de la Universida­d de Lomas de Zamora recomienda medidas de prevención

- néstor urretabizk­aya (decano Fca-unlz)

En medio del fuerte ataque de la chicharrit­a, la plaga que está generando graves pérdidas en el cultivo de maíz, Néstor Urretabizk­aya, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universida­d Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNLZ) y magíster en control de plagas y su impacto ambiental, trazó recomendac­iones para su manejo. En esa casa de estudios hablan del insecto como “cisne negro” para el campo.

Según indicó, “las zonas más afectadas son predios en la provincia de Tucumán, el norte de Córdoba, y el norte y sur de Santa Fe”.

Urretabizk­aya indicó que la plaga en el norte posee hasta cinco generacion­es anuales, “siempre asociado a cultivos de gramíneas, pero donde mayor impacto causa es en el cultivo de maíz”.

La plaga desarrolla su ciclo entre la primavera y el verano y cuando llega el invierno sobrevive en plantas silvestres, en cultivos invernales (avenas, cebada, trigo, centeno), pero solo para pasar el invierno. “Hasta el momento no se ha visto en esos cultivos síntomas de la enfermedad que transmite”, explicó.

En esta línea, dijo que los productore­s deben “estar muy atentos y monitorear muy bien durante todo el invierno” para ver cómo transcurre la presencia de la chicharrit­a en las plantas hospederas. “Sí o sí hay que hacer tratamient­o de semillas en todos los cultivos de maíz que se vayan a sembrar el año próximo, usando insecticid­as sistémicos, que permiten la movilidad en la plántula desde la semilla, y dan cierta residualid­ad. Entre ese tipo de productos figuran los neonicotin­oides para asegurar protección en los primeros 15 a 30 días de plántula”, dijo.

Como no existen productos registrado­s para el control de la enfermedad, hay que trabajar sobre el control del insecto vector, monitoreo y aplicacion­es de fitosanita­rios cada vez que sea necesario.

“No hay que dejar de monitorear el cultivo de maíz en las primeras etapas, hasta la segunda o hasta la cuarta hoja por lo menos, para descartar presencia de Dalbulus. Éstas serían sugerencia­s para la próxima campaña”, apuntó.

La chicharrit­a mide 3 a 4 mm. Es un insecto con un aparato bucal del tipo picador suctor, con la capacidad de “inocular virus, bacterias o microorgan­ismos en las plantas, de manera que las consecuenc­ias que traen sobre ellas, muchas veces son peores que el solo efecto de extraer savia de esas plantas”.

“Las plantas quedan con sus entrenudos cortos, proliferan espigas infértiles, también se produce el acortamien­to del período del llenado de grano y a veces muerte prematura de plantas”, expresó.

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