En Rosario, matar al azar para generar pánico tiene el precio de $300.000
Fiscales señalaron que el detenido menor de 15 años es autor material de, al menos, dos de los cuatro homicidios que fueron definidos por las autoridades como actos de “narcoterrorismo”
ROSARIO.– La saga de cuatro homicidios que sacudió Rosario a principios de marzo, y que fue catalogada por el gobierno de acto “narcoterrorista”, tuvo como autores materiales a menores de edad, que cobraron unos $200.000 y $300.000 por matar a trabajadores al azar, órdenes que salieron desde la cárcel de Piñero, ubicada a 25 kilómetros de Rosario, y del penal de Marcos Paz, donde está preso Esteban Alvarado.
¿Cuál era el objetivo de asesinar a dos taxistas, un colectivero y al playero de una estación de servicio? “Causar conmoción pública para torcer decisiones del Poder Ejecutivo provincial”, aseguraron los fiscales en una audiencia en la que se desgranó parte de un plan para aterrorizar a esta ciudad, algo que consiguieron luego de que Rosario quedó paralizada por decisión del crimen organizado.
Un menor de 15 años, detenido después de estar varios días prófugo y de que lo denunciaron sus propios vecinos para cobrar la recompensa de $10.000.000, fue el ejecutor de dos de los cuatro asesinatos y está vinculado a un tercero. Se encuentra bajo el régimen de protección de testigos.
Este joven, cuya imagen se viralizó en el momento en el que las cámaras de seguridad lo captaron al matar a Bruno Bussanich el 9 de marzo en la estación de servicio Puma, también mató al taxista Héctor Figueroa. Incluso, los fiscales Adrián Spelta, Franco Carbone y Patricio Saldutti deslizaron que podría estar involucrado en la muerte del taxista Diego Celentano.
Entre quienes planificaron los homicidios aparecen Alejandro “Chucky Monedita” Núñez, alojado en el pabellón 28 de la cárcel de Piñero, y otros dos narcos que no fueron imputados aún, como Claudio “Morocho” Mansilla y Alvarado, que están alojados en el penal de Ezeiza, de donde se quisieron fugar en marzo de 2023 en un helicóptero. Estos dos últimos nombres no tuvieron relevancia en la exposición de los fiscales por la poca evidencia que se logró recolectar sobre los autores intelectuales. Por eso, el fiscal Spelta dijo la semana pasada que hubo “coordinación” entre distintas bandas.
En el gobierno de Santa Fe están convencidos, sobre la base de informes de inteligencia criminal, de que Alvarado fue el que tramó el plan para provocar un fuerte impacto contra la gestión del gobernador Maximiliano Pullaro, a quien considera uno de sus enemigos desde el momento en que fue detenido en 2019, cuando estaba prófugo.
Chucky Monedita pasaba información a su pareja, Brenda Pared, que está en prisión domiciliaria por una causa de drogas en la localidad de Funes. Pared iba a visitas íntimas a la cárcel de Piñero y su pareja aprovechaba el momento de intimidad para suministrarle datos. Ella delegaba las instrucciones a su gente en el barrio Tiro Suizo. Gustavo “Gusti” Márquez y su pareja, Macarena Muñoz, eran la otra parte del engranaje mafioso. Estas personas, a su vez, bajaban las órdenes a cuatro menores.
Lo que llamó la atención de este plan es la utilización de adolescentes para ejecutar los crímenes. La precariedad de los sicarios llegó a tal punto que D.M.G., el menor de 15 años, casi mata a su cómplice cuando fue a ejecutar al taxista Figueroa. Y se olvidó de dejar la amenaza contra el gobernador que le habían encomendado. Por este asesinato le habrían pagado unos $300.000.
Al otro día, D.M.G. y otro adolescente apodado Michel tomaron el taxi que conducía Celentano en Lamadrid al 400 bis. Otra persona había pedido el viaje. Los menores acribillaron al chofer desde el asiento trasero. Por el homicidio de este taxista les pagaron $200.000, según describieron en la audiencia los fiscales. El 9 de marzo, D.M.G. asesinó al playero Bussanich.
La otra parte de la saga fue el asesinato del colectivero Marcos Daloia, el crimen del playero y el despliegue de una bandera con amenazas en Oroño y Circunvalación.ß