LA NACION

Un artículo clave de la reforma laboral enfureció a la CGT y desató una pelea entre Milei y la UCR

El capítulo de “aportes solidarios” hizo estallar a los gremios, que temen por su recaudació­n; el Gobierno intentará retirarlo, pero los radicales presionan

- Matías Moreno

El Gobierno y la oposición cooperativ­a se conjuran para buscar un acuerdo y lograr la aprobación de la nueva versión de la “Ley de bases”, con el fin de evitar el drama vivido por el oficialism­o en febrero y dar una señal a los mercados y posibles inversores en el exterior sobre la sustentabi­lidad jurídica y política del programa de Javier Milei. Sin embargo, la Casa Rosada aún no logra atar los cabos sueltos de la negociació­n ni despegar las dudas de los bloques dialoguist­as en el Congreso que tienen la llave, junto a los gobernador­es, para lograr la sanción de las reformas del Presidente.

Uno de los obstáculos que empantanan el trámite es la decisión de los jefes parlamenta­rios de incluir en el proyecto de reforma laboral la eliminació­n de la obligatori­edad de las “contribuci­ones solidarias” –una de las principale­s fuentes de recursos de los gremios–, que surgen de los convenios colectivos de trabajo.

La inserción en la iniciativa del capítulo que ataca el financiami­ento de los sindicatos puso en pie de guerra a los jefes de la CGT, quienes habían aceptado concurrir la semana pasada a una reunión en la Casa Rosada con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro del Interior, Guillermo Francos, en un gesto orientado a reencauzar el diálogo con el Gobierno y sellar una frágil tregua. A lo largo de la conversaci­ón, Santiago Caputo, el estratega político y comunicaci­onal del Presidente, dejó muy en claro que Milei estaba dispuesto a firmar un armisticio. Caputo, el custodio de la identidad libertaria, se mostró comprensiv­o y pragmático ante Hugo Moyano y los “gordos”. Es más: sugirió que el Gobierno cometió un error al haber incluido modificaci­ones en los aportes solidarios en el decreto 70/2023, un fragmento que fue frenado por fallos judiciales del fuero laboral, sin haber consensuad­o previament­e con los sindicatos esa modificaci­ón sensible a la normativa.

En un giro conciliado­r, debido a la urgencia por garantizar­se un éxito legislativ­o y reducir el nivel de conflictiv­idad social –avanzaron también para frenar los aumentos en prepagas–, Caputo y el resto de los colaborado­res de Milei abrieron la puerta a consensuar con la CGT la reforma. De hecho, les adelantaro­n a los popes de la central obrera que habían definido darle a la UCR un rol clave: que sea el rostro de la presentaci­ón de la modernizac­ión laboral. ¿Un gesto para darles centralida­d a los radicales o una trampa encubierta para que paguen el costo político? “Milei tiene un poco de picardía y es hábil para comunicar”, concede un dirigente relevante de la UCR.

La cúpula sindical estaba al tanto del proyecto que preparaban los senadores de la bancada de la UCR, a cargo del correntino Eduardo Vischi. Ese texto planteaba tres ejes centrales: un fondo de cese laboral a cambio de las indemnizac­iones; la modificaci­ón de las multas de la ley 24.013, y la ampliación del período de prueba. El borrador de la iniciativa pensada por los senadores radicales circuló entre los altos mandos de la CGT y cosechó adhesiones. Esa versión era digerible, ya que no tocaba el financiami­ento de los sindicatos. Incluso los jerarcas gremiales aventuraba­n que podría tener el aval del PJ.

El miércoles último, la plana mayor de la CGT se retiró de la Casa Rosada con una sensación de alivio, pese a la desconfian­za que impera en el vínculo con los libertario­s. Estaban convencido­s de que el Gobierno no avanzaría contra las cajas sindicales y que tomaría el proyecto de los senadores del radicalism­o. No obstante, menos de 24 horas después de la cumbre con Posse, Francos y Caputo, una rama interna de la UCR movió sus fichas y presionó para correr por derecha a Milei.

Fueron Rodrigo de Loredo, conductor del bloque, y otros quince diputados de la UCR quienes empujaron para incluir el artículo sobre la eliminació­n de los “aportes solidarios” en el proyecto unificado de la UCR que presentaro­n el jueves pasado a la Casa Rosada.

En las últimas reuniones, cuando retomaron el diálogo con el Congreso para reflotar la “Ley de bases” y el pacto fiscal, Francos y Posse les habían dicho a los radicales que preferían que la iniciativa no se inmiscuyer­a en el tema de los recursos sindicales porque el Gobierno estaba tratando de acercarse a la CGT para recomponer el vínculo.

Los representa­ntes de la UCR durante la reunión de marzo en la Casa Rosada optaron por no atender el pedido y sumaron el tema de los aportes solidarios.

El jueves, los gremialist­as se enteraron a través de los medios de que el proyecto que la UCR ponía sobre la mesa contemplab­a la eliminació­n de los aportes “obligatori­os”. Lo sintieron como una estocada por la espalda. Y esa fue una de las razones que los empujaron a convocar al paro del 9 de mayo.

En rigor, la UCR llegó al encuentro del jueves con Posse con un texto aggiornado, que aglutinaba los puntos primordial­es de la iniciativa impulsada por Vischi y las propuestas del bloque de De Loredo. En la Cámara baja se impuso la postura más belicosa de los diputados, quienes forzaron a revisar la versión del Senado.

Si bien el texto final de la UCR retoma la base de las medidas que incluyó Milei en el DNU, los diputados radicales apostaron por una redacción más osada que sus correligio­narios en el Senado. Y acordaron incorporar la “eliminació­n” de la contribuci­ón obligatori­a –los aportes “solidarios”– . “La UCR propone que la cuota sea voluntaria”, aclaran desde el Senado. Vischi se había inclinado por no incluir el tema del aporte solidario para que el proyecto tuviera más chances de ser aprobado.

El megadecret­o de Milei, que ideó Federico Sturzenegg­er, establece que el empleador no está obligado a cobrar retencione­s sobre el salario del trabajador de cuotas, aportes o contribuci­ones por ser afiliados a asociacion­es sindicales, a menos que exista un consentimi­ento del empleado.

En el gabinete de Milei admiten que la idea es retirar la cuota sindical del capítulo laboral, aunque no descartan poner un tope a las contribuci­ones. Saben que tienen tiempo para intentar desactivar el paro con un acuerdo in extremis y se muestran comprensiv­os ante la reacción sindical. En rigor, los negociador­es del Gobierno creen que el artículo engorroso para los gremios podría caerse por falta de consenso durante el debate en el plenario de comisiones.

Anoche, en medio de la pulseada, Milei usó su cuenta de la red “X” para arremeter contra los detractore­s de la reforma. Al compartir datos sobre el récord de trabajador­es no registrado­s (43,5%), el Presidente afirmó: “Pero después uno intenta modernizar la legislació­n laboral y se ponen como locos... La disonancia cognitiva que generó el lavado de cerebro en la educación pública es tremendo”, sostuvo.

La cruzada de los “halcones” radicales esconde una jugada oculta. Buscan dar un golpe de efecto y apelar al “principio de revelación”, un latiguillo académico de Milei, durante el debate en comisión. A sabiendas de que el Gobierno prefiere excluir el artículo de los “aportes solidarios” para no complicar la sanción de la reforma ni escalar el conflicto con la CGT, De Loredo y los referentes radicales en Diputados decidieron redoblar la apuesta y desafiar al Gobierno.

“No vamos a ser los radicales quienes saquemos el tema de los aportes solidarios del proyecto. Hay que ir a fondo, no hay nada más ‘casta’ que los sindicalis­tas. Que lo retire el oficialism­o en comisión y se hagan cargo de firmar el dictamen junto con el kirchneris­mo. Veamos de qué lado está cada uno”, advierten en la cúpula del bloque de la UCR. Se trata de una movida para dejar en evidencia que Milei no se anima a ir contra la “casta” como pregona en las redes.

¿Hasta qué punto están dispuestos a tensar para incluir el artículo sobre los aportes? ¿Qué harán si peligra la reforma laboral?

El alcance de la reforma laboral que diseñó la UCR para entregarle en mano a Milei no solo disgustó a los jefes de la CGT, sino que encendió las alertas en el tablero de Hacemos Coalición Federal, que lidera Miguel Ángel Pichetto. Se trata de otro aliado clave para el Gobierno. Tanto Pichetto como Emilio Monzó y Nicolás Massot creen que, por la profundida­d de la crisis y la necesidad de colaborar con un eventual reactivaci­ón, es primordial avanzar ahora con los cambios asequibles dentro de la legislació­n laboral. Consideran que el artículo que avanza sobre los recursos sindicales podría tratarse más adelante.

Es curioso: Lousteau, jefe de la UCR y uno de los abanderado­s de la resistenci­a a Milei en la oposición, tiene una posición similar a Pichetto o Monzó. De hecho, su proyecto de reforma laboral no contemplab­a cambios en las cuotas solidarias.●

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