Tras refundar Twitter, Musk globaliza su batalla discursiva
El multimillonario se convirtió en un puente entre los conservadores de EE.UU. y la extrema derecha mundial
SAN FRANCISCO.– Elon Musk calificó de “dictador” a uno de los jueces del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil. Para el magistrado, el empresario está permitiendo que X, su plataforma de redes sociales, “apoye a milicias digitales” que recurren a la desinformación para atentar contra la democracia.
Así, entre ambos han convertido a Brasil en el campo de batalla del debate global por la libertad de expresión y las noticias falsas, una disputa que podría afectar el modo en que la gente de todo el mundo comunica información, ideas y opinión en internet y las redes.
En una de las esquinas del ring está Alexandre de Moraes, uno de los más agresivos fiscales contra la desinformación. En los últimos años, cuando el mandatario de ultraderecha Jair Bolsonaro y sus partidarios cuestionaron la integridad de las elecciones en Brasil, a Moraes le otorgaron poderes extraordinarios para combatir las afirmaciones falsas online. Y como cabeza del máximo tribunal electoral del país, emitió órdenes de arresto contra decenas de personalidades y exigió que las empresas de redes sociales dieran de baja cientos de cuentas.
En la otra esquina está Musk, el belicoso megamillonario tecnológico que desde que tomó el control de Twitter fue flexibilizando las restricciones de la plataforma sobre mensajes de odio y permitiendo que la desinformación inunde la plataforma en nombre de la libertad de expresión.
Sus visiones contrapuestas del mundo explotaron en la opinión pública este mes, cuando Musk anunció que ya no cumpliría las órdenes judiciales de Moraes, a quien acusó de estar violando la ley brasileña, y amenazó con cerrar la plataforma, hoy llamada X, en uno de sus mercados más activos, como es Brasil.
Moraes respondió diciendo que ya mismo estaba agregando a Musk a la lista de blancos principales de su actual investigación penal sobre agrupaciones políticas acusadas de usar la desinformación para atentar contra la democracia.
La disputa podría influir en la forma en que las plataformas de redes sociales controlan a sus usuarios en países que regulan la libertad de expresión de manera diferente a Estados Unidos. Y también está consolidando el ascenso de Musk como encarnación de la derecha global, donde ha encontrado puntos en común con algunas de sus figuras más prominentes y polarizadoras.
Reuniones
Desde que declaró su prescindencia de las órdenes de Moraes, Musk se reunió con el presidente argentino, Javier Milei, en una fábrica de Tesla en Texas; participó de streaming en vivo con Bolsonaro, y dijo que en breve se reunirá con el primer ministro indio, Narendra Modi: todos son líderes populistas que han sido acusados de difundir desinformación.
Musk pasó la semana pasada interactuando en línea con brasileños conservadores cuyas cuentas fueron canceladas por orden de Moraes, un grupo que viene buscando captar desde hace tiempo la atención del magnate. Mientras tanto, en Estados Unidos, los legisladores republicanos que durante mucho tiempo estuvieron enfrentados a las gigantes tecnológicas por la censura online, citaron a X para que presente los registros relacionados con sus operaciones en Brasil.
La política de Musk “forma un tejido conectivo entre estas figuras y movimientos de extrema derecha”, indica Emerson Brooking, investigador de desinformación del Laboratorio de Investigación Forense Digital del Consejo Atlántico. “Lo que está haciendo Musk es globalizar la batalla cultural que se libra en Estados Unidos”, señala.
Durante el fin de semana pasado, X se retractó del desafío de Musk a la Justicia brasileña y a través de una carta le manifestó al tribunal que continuaría cumpliendo con todas sus órdenes y regulaciones, según una copia a la que tuvo acceso el diario The Washington Post.
Pero según un funcionario del Supremo Tribunal Federal (STF) que habló bajo condición de anonimato, según las reglas establecidas por el tribunal, Musk aún es blanco de la investigación de Moraes, que va más allá de las políticas de moderación de contenido de X y busca establecer si Musk es parte de una amenaza organizada para la democracia.
Thiago de Aragão, investigador y miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, que asesora a empresas sobre riesgos en América Latina, advierte que la guerra de Musk con la Justicia brasileña entraña posibles perjuicios para X y otras empresas tecnológicas.
“Lo que está pasando en Brasil podría motivar a otros países a volverse más restrictivos con las redes sociales”, advierte Aragão.
Y, según Brooking, Brasil podría convertirse en una causa unificadora importante para los grupos de derecha de todo el mundo, incluso en Estados Unidos, en un año electoral en el que las empresas tecnológicas dieron un paso atrás en el control de contenidos.
“Los que construyeron su carrera política por su oposición a la censura de parte de las grandes tecnologías, ahora no tienen más remedio que encontrar un nuevo enemigo en otra parte”, señala Brooking.ß
Traducción de Jaime Arrambide