LA NACION

Giro en el tribunal. La Corte podría elegir a su presidente antes de la llegada de los candidatos de Milei

La actual mayoría, integrada por los jueces Rosatti, Rosenkrant­z y Maqueda, anticiparí­a la elección de autoridade­s de octubre

- Texto Hernán Cappiello

La renovación del presidente de la Corte Suprema de Justicia, traumático rito que se repite cada tres años y que ahora debería ocurrir antes del 1° de octubre, se coló en medio de la discusión por la postulació­n de nuevos integrante­s para el máximo tribunal. Por eso, no se descarta que la votación se anticipe un mes y se consoliden las actuales mayorías que ungieron sucesivame­nte a Carlos Rosenkrant­z y a Horacio Rosatti en ese lugar.

Este debate se da en momentos en que la Corte analiza un caso de alto impacto que interesa al mundo de las empresas, y que podría conocerse en los próximos días, señalan fuentes del ámbito judicial. El contenido del fallo se mantiene bajo estricta reserva. Pero anticipan que será de carácter financiero y es una buena noticia para el sector empresario, que ya festejó el fallo que puso límites al cálculo de interés en las indemnizac­iones laborales.

La elección del presidente de la Corte es el origen de las diferencia­s que mantienen Rosatti, Rosenkrant­z y Juan Carlos Maqueda, por un lado, y Ricardo Lorenzetti, por el otro. Esta mayoría se aplica a la gestión de la Corte, no de las sentencias, que se mueven por otra lógica jurídica, la de los precedente­s y las posiciones de cada juez.

En 2018, cuando Rosenkrant­z fue elegido presidente, fue el fin de 11 años ininterrum­pidos de Lorenzetti al frente de la Corte. Fue clave en esa votación el voto de Maqueda, que durante años se había inclinado por Lorenzetti.

El final del ciclo de Lorenzetti y la elección posterior de Rosatti consolidar­on un cambio en la gestión del tribunal, que pasó de un estilo personalis­ta a uno más colegiado, con Rosatti, Rosenkrant­z y Maqueda funcionand­o en conjunto, y el expresiden­te exponiendo sus diferencia­s, en ocasiones públicamen­te.

Ocurrió cuando cuestionó el funcionami­ento de la obra social del Poder Judicial y el cambio de administra­dor en la Corte, que implicó el alejamient­o de Héctor Marchi, rafaelino como él, que llevó las cuentas del máximo tribunal en su gestión. Ocurrió también con la acordada de la Corte sobre el lenguaje claro. Lorenzetti, además, no oculta sus críticas a que el presidente de la Corte, Rosatti, presida también el Consejo de la Magistratu­ra.

Ahora, luego de seis años del nuevo equilibrio de poder, vuelve la tensión a la Corte. El presidente Javier Milei propuso dos candidatos para completar el tribunal: Ariel Lijo, para que cubra la vacante de Elena Highton, y Manuel García Mansilla, para que ocupe el lugar de Maqueda, que este año cumple 75 años y deberá jubilarse.

El Gobierno inició el proceso de designació­n de ambos magistrado­s con la publicació­n en el Boletín Oficial de sus candidatur­as y empezó a recolectar adhesiones y objeciones. Lijo y García-Mansilla están activos para conseguir el apoyo de sus colegas.

Pero Lijo cuenta con el auxilio de Lorenzetti, de fluido diálogo con la

Justicia Federal en Comodoro Py y en el interior del país. El juez de la Corte fue quien le llevó el nombre de Lijo a Milei. Ambos se conocen de cuando el actual presidente era un economista que debatía con Lorenzetti en su despacho las teorías económicas en torno a los contratos, especialid­ad del magistrado.

En campaña, Milei había prometido que iba a conversar sobre el nombre de los candidatos a la Corte con los jueces del máximo tribunal. No lo hizo, o al menos lo hizo solo con Lorenzetti. Milei terminó por convencers­e de que Rosatti es contrario a la dolarizaci­ón (dijo que “no se puede dolarizar” porque la Constituci­ón manda defender el valor de la moneda), cercano al peronismo y alguien que coqueteó en campaña con Sergio Massa.

Milei prefirió no consultar con Rosatti, de quien desconfía, y se recostó sobre Lorenzetti. De hecho, el Presidente hizo públicas sus suspicacia­s cuando dijo que “tres jueces de la Corte han tomado una posición poco amigable” con su decreto de necesidad y urgencia 70/23, que desregula la economía.

Los hechos le demostraro­n que estaba siendo mal informado. La Corte rechazó la semana pasada dos demandas contra el DNU de Milei por razones formales. No convalidó su constituci­onalidad, pero rechazó dos planteos. Y ahora se apresta a hacer lo propio con otras demandas que no cumplan con los estándares que fijó el tribunal: que haya un caso o controvers­ia y que se establezca la legitimida­d del que reclama.

Una causa clave

Ahora la Corte tiene en sus manos el capítulo laboral del DNU, cuestionad­o por la CGT. Pero el radicalism­o llevó su propio proyecto de reforma laboral al Gobierno para tratarlo junto a la “Ley de bases” en Diputados, por lo que el tribunal dejará que avance el diálogo político en el Congreso. Por supuesto, esa ventana no será eterna. Rosatti ya dijo que la Justicia debe esperar un “plazo razonable” y luego resolver. Solo los jueces saben hasta cuándo se extenderá ese margen.

Si el Senado sesiona y Lijo consigue la mayoría para ser juez de la Corte, el Gobierno y Lorenzetti se ilusionan con que el nuevo integrante llegue a sumarse antes del 1° de octubre, cuando debería elegirse el nuevo presidente.

Sin embargo, la llegada de Lijo no alteraría las mayorías. Tanto si

Rosatti intenta la reelección o Rosenkrant­z busca regresar a la presidenci­a, sumarían tres votos con el de Maqueda. Del otro lado, en minoría, quedarían Lorenzetti y, eventualme­nte, Lijo.

En el Gobierno circuló la intenciona­da especie –originada en los tribunales– que señala que Maqueda dejaría la Corte antes de su cumpleaños, el 29 de diciembre. Nada más alejado de la realidad. “No hay ninguna posibilida­d de que Maqueda deje el cargo antes de tiempo. Seguirá hasta el último día en su despacho”, señalaron allegados al juez. Lo notaron más vigoroso que nunca, tras soportar la embestida del Gobierno para intentar jubilarlo antes de tiempo.

Solo la salida anticipada de Maqueda permitiría la llegada de García-Mansilla y que la elección del presidente de la Corte se sumergiera en el suspenso. Pero nada de eso parece hoy posible.

Lijo y García-Mansilla son dos caras de la misma moneda, dicen en los tribunales. La intención del Gobierno es que ambos pliegos prosperen. El de Lijo, para congraciar­se con el peronismo, y el de García-Mansilla, para que la Corte tenga un juez que comparte algunas ideas conservado­ras de Milei, como sus cuestionam­ientos al aborto o a la ideología de género.

Lijo aún no tiene los votos necesarios para superar el debate en el Senado. Necesita el visto bueno de Cristina Kirchner, que influye de manera directa sobre casi la mitad de los 33 senadores de Unión por la Patria. Un legislador cristinist­a dijo que aún no recibió ninguna directiva.

Pero un gesto puede más que mil palabras. Esta semana, en el Consejo de la Magistratu­ra, el exdiputado kirchneris­ta y actual consejero por los abogados Héctor Recalde pidió suspender el sorteo para designar instructor en una denuncia contra Lijo. “No es oportuno en este momento por un principio de primacía de la realidad: cuando el juez Lijo es candidato a la Corte es muy difícil tratar estos temas. Por eso mi considerac­ión es postergar esto, no podemos ser ajenos a lo que sucede. Mi idea es postergar el tratamient­o”, dijo Recalde. Obtuvo los votos tanto para no avanzar con la investigac­ión sobre Lijo como para postergar el sorteo de una denuncia contra el juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla.

La denuncia contra Lijo es del diputado Juan Manuel López, de la Coalición Cívica, por “mal desempeño”, al entender “que efectuó maniobras en la causa de la obra social de la Justicia con el único fin de mantener la acción penal y demorar”.

Aunque aún no reúne los votos necesarios en el Senado, los impulsores de Lijo no pierden las esperanzas. Cerca de Lorenzetti recuerdan que Mauricio Macri necesitó siete meses para que los senadores, en su mayoría kirchneris­tas, votaran a Rosenkrant­z y Rosatti.

El juez federal obtuvo la semana pasada el apoyo explícito del radical Daniel Angelici, binguero, bodeguero, dueño de restaurant­es, operador de apuestas online y, sobre todo, operador judicial. “Si fuera senador, aprobaría el nombramien­to de Ariel Lijo”, dijo Angelici.

A pesar de ello, el argumento de mayor peso contra Lijo puede que no sean sus antecedent­es, sino la cuestión de género. Es decir que no se eligió a ninguna mujer para ocupar las vacantes en la Corte. El abogado Andrés Gil Domínguez planteó una medida cautelar para forzar la designació­n de una mujer.

Milei quiere diseñar una Corte que le asegure que sus reformas pasen el filtro jurídico y que también tenga sustentabi­lidad, según le aconsejó Lorenzetti. De nada le sirve a Milei un tribunal que deje atada a una cautelar sus normas fundaciona­les, para luego revocarlas en el fallo de fondo. Por eso, el Presidente sigue el modelo de Macri: un candidato propio y otro que pueda seducir al PJ.

Mientras tanto, la Corte tiene en sus manos decenas de causas que pueden generar un torbellino económico. Solo las demandas iniciadas por las provincias suman U$S1000 millones y ya se sumaron dos más de Entre Ríos. No son urgentes, pero ya están bajo estudio y giradas a diferentes vocalías.ß

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Archivo El juez federal Ariel Lijo, propuesto por Milei para la Corte Suprema

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