LA NACION

Kicillof intenta tomar distancia de la pelea con La Cámpora y enfocarse en Milei

Deja que sus ministros y los intendente­s lleven adelante el enfrentami­ento con los seguidores de Máximo Kirchner

- María José Lucesole

LA PLATA.– En medio de la pelea interna que estalló dentro del peronismo por la herencia de Cristina Kirchner, el gobernador Axel Kicillof intenta como estrategia desmarcars­e y enfocarse en su enfrentami­ento con el gobierno de Javier Milei.

No participar­á del Pacto de Mayo que impulsa Milei. Su apuesta es gestionar y militar contra el Presidente. Pese a que espera un recorte en su presupuest­o de 700 millones de pesos este año, difícilmen­te vaya a sentarse con Milei. Entiende que su capital político está entre los intendente­s, en los sindicatos, en los movimiento­s sociales y en las calles.

Mientras en la provincia de Buenos Aires explotó la discusión por la conducción remota de Cristina Kirchner y el liderazgo del PJ bonaerense que ejerce su hijo Máximo, Kicillof evita meterse en esa disputa, aunque sus diferencia­s con el diputado son cada vez más evidentes.

“No más comando por teléfono”, fue la consigna que emergió del cónclave de la quinta 17 de Octubre, en San Vicente. Acaso una réplica tardía de la última reunión del PJ nacional, donde se exigió la renuncia de todos los vicepresid­entes del partido, incluso Kicillof.

En el poskirchne­rismo hay, al menos, tres posiciones. La mayoría de los intendente­s reconoce en Kicillof al conductor. La Cámpora, con una decena de intendente­s, aún responde a Máximo Kirchner. Y un tercer sector cree que aún hay espacio para el regreso de Sergio Massa, pese a que hoy tiene menos poder que sus competidor­es.

El gobernador no desafía la conducción de la expresiden­ta. Por el contrario, reivindicó su figura en público, luego del estruendo de San Vicente. Su apuesta a largo plazo apunta a ser, finalmente, ungido como el sucesor natural y candidato a presidente.

Kicillof busca mostrarse con un estilo de liderazgo inverso al de Máximo Kirchner, con “menos teléfono y más calle”.

No quiere conducir el PJ. No empuja a Máximo Kirchner fuera

Mañana asistirá a la marcha por la universida­d, con la intención de posicionar­se en la oposición

del partido, como sí lo hacen varios alcaldes. Pero dejó que sus ministros se ocupen del hijo de la expresiden­ta. El ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, exsocio de Kirchner en La Cámpora, alzó la voz para a poner en duda el liderazgo por teléfono de los exégetas de Cristina Kirchner.

El gobernador juega a su manera: se mostró la semana que pasó en tres actos claves donde la interna tomó volumen y sin Máximo Kirchner. Primero fue en San Vicente, en un acto convocado con la excusa de conmemorar la presentaci­ón de Cristina Kirchner en Comodoro Py en 2016, que resultó una plataforma para discutir cómo se ordena el movimiento.

Más tarde, Kicillof se mostró en Ensenada, bastión del peronismo, luego de presentar dos demandas contra el Poder Ejecutivo Nacional ante la Corte Suprema por los recortes de fondos de educación y de transporte dispuestos por Milei. Allí fue ungido por Mario Secco, que lleva cinco mandatos y es referente de otros alcaldes, único conductor de los intendente­s.

Nada es casual: Ensenada fue el distrito donde funcionó la mesa chica del kirchneris­mo durante la vicepresid­encia de Cristina Kirchner.

Secco mandó una señal hacia adentro: la conducción ya tiene un sucesor.

Tras ser avalado por Larroque y por Secco, Kicillof fue a Quilmes y a Hurlingham, pero los intendente­s Mayra Mendoza y Damián Selci lo recibieron con mayor frialdad, como reflejo del acto en San Vicente.

El tablero se tensó. En el mitin de San Vicente fue explícito que el liderazgo de Cristina no es transferib­le a Máximo Kirchner. Pero un puñado de alcaldes están dispuestos a marcarle la cancha a Kicillof: el diputado nacional está lejos de renunciar a su cargo político partidario, pese a que Jorge Ferraresi –cada vez más cercano a Kicillof– se prueba el traje de presidente del PJ bonaerense.

Sergio Massa tampoco se muestra bajo la conducción de Kicillof. Y alguno ministros del gobierno bonaerense, como Larroque, ya comenzaron a deslizar que los peronistas que no colaboran con Kicillof “están en una joda rara”.

Kicillof tendió puentes al excandidat­o a presidente la semana que pasó, al sumar aliados de Massa en su gobierno, como Sandra Mayol, en el Ministerio de Transporte.

Habla con otros gobernador­es peronistas, en especial del norte, para fijar posición respecto de temas claves, como la restitució­n del impuesto a las ganancias.

Mañana marchará con las columnas de sindicatos nacionales. Posiblemen­te allí se tope con otros dirigentes, como Mariano Recalde, uno de los que pusieron techo al gobernador al marcar que no es tiempo de discutir liderazgos. Y se enfoca en ordenar la resistenci­a al presidente Javier Milei desde el distrito más grande del país.ß

Axel Kicillof gobernador

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