LA NACION

El desafío de revertir los 33 rechazos del kirchneris­mo

Villarruel sabe que en su cámara será más difícil la aprobación y hay incertidum­bre

- Gustavo Ybarra LA NACION

La incertidum­bre es casi total en el Senado. A la espera de la versión que recibirían la semana próxima, los bloques de la cámara que preside Victoria Villarruel prefieren guardar silencio antes de anticipar el sentido de su voto sobre la denominada “ley de Bases” y el paquete fiscal que el Gobierno pretender aprobar en lo que se anticipa una nueva sesión maratónica convocada para este lunes en la Cámara de Diputados.

Si bien nadie se anima a anticipar un rechazo, hay al menos dos certezas. Una, que el escenario político en el Senado no es igual al de la Cámara baja. La segunda, es que tanto la “ley de Bases” como la reinstaura­ción de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias arrancarán el debate en la Cámara alta con un piso de 33 votos en contra. Son los que aportaría un kirchneris­mo que, al menos en las comisiones de la Cámara baja, cerró filas en el repudio a ambas iniciativa­s del Gobierno de Javier Milei.

Pero más azaroso aún es el destino que le puede deparar el trámite parlamenta­rio en el Senado al paquete fiscal, en particular a la reinstaura­ción del impuesto a las ganancias.

Si bien los nuevos pisos que se establecer­ían para el tributo son altos, al rechazo de Unión por la Patria se sumaría el de los senadores de la oposición dialoguist­a de las provincias patagónica­s por el duro recorte de ingresos que la medida implicará para los trabajador­es petroleros. Son una media doce de votos que podrían conformar, con el kirchneris­mo, una mayoría dispuesta a bloquear el avance del proyecto o, como mínimo, a decretar su regreso modificado a la Cámara baja.

Ese espíritu es el que dejó traslucir un senador peronista enfrentado al kirchneris­mo que relativizó cualquier posibilida­d de que una aprobación en Diputados pueda leerse como el allanamien­to del camino de los proyectos del Poder Ejecutivo hacia su sanción definitiva en la Cámara alta.

“Que avance en Diputados no significa que acá (por el Senado) va a salir”, advirtió otro legislador que viene manteniend­o un delicado equilibrio entre el apoyo al oficialism­o, y en particular a la gestión de Villarruel, y los gestos de independen­cia de las medidas y políticas impulsadas por la administra­ción de Javier Milei.

Por eso, no es extraño que ante la inminencia del traslado a la Cámara alta del debate de las leyes reclamadas por el Poder Ejecutivo, el ministro del Interior, Guillermo Francos, haya iniciado una ronda de conversaci­ones con gobernador­es que, en muchos casos, tienen la llave de votos clave.

Un escenario distinto

Los últimos dos recambios legislativ­os, y en particular el último, le dieron al Senado un perfil diferente al que tuvo durante los años de la última administra­ción kirchneris­ta, en los que Cristina Kirchner pudo retener el control de la Cámara alta y disponer a sus anchas del control de sus comisiones y del recinto.

De hecho, el bloque de Unión por la Patria viene haciendo contorsion­es para tratar de mostrar unidad en las votaciones. Ocurrió en la última sesión, en la que tras amagar con el rechazo del pliego de Axel Wahnish como embajador en Israel la bancada que conduce José Mayans (Formosa) terminó votando en pleno a favor para no dejar al descubiert­o que no había uniformida­d en la tropa kirchneris­ta.

Con gobernador­es necesitado­s de fondos frescos, el Gobierno busca quebrar el frente interno peronista de la Cámara alta y lograr que algunos senadores terminen apoyando alguna de las iniciativa­s. Hasta ahora, no lo ha logrado, pero esta podría ser la oportunida­d para hacer valer las buenas relaciones que mantiene con algunos mandatario­s, incluidos, algunos peronistas.

A diferencia de lo que ocurre en Diputados, tampoco es uniforme en el Senado el aval de Pro a las propuestas del Gobierno. Senadoras como Guadalupe Tagliaferr­i (Capital) y María Victoria Huala (La Pampa) han mostrado independen­cia de criterio en los debates al interior de la bancada.

El caso más extremo es el del radicalism­o. La diáspora de posturas mostradas en la Cámara baja tiene correlació­n en el Senado, en donde conviven críticos del Gobierno como Martín Lousteau (Capital) con legislador­es alineados con sus gobernador­es como el jefe de la bancada, Eduardo Vischi (Corrientes) y los mendocinos Mariana Juri y Rodolfo Suárez.

La situación se torna más compleja con la miríada de senadores con juego libre que integran los bloques Unidad Federal y Cambio Federal.

La primera está integrada por los peronistas antikirchn­eristas Carlos Espínola (Corrientes), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y Alejandra Vigo (Córdoba). Sin gobernador­es a los que responder y sin contrapart­es en la Cámara baja, que podrían anticipar su voto en espejo, juegan de líberos en la dinámica del Senado.

Otro tanto ocurre con el segundo bloque, en el que conviven el peronista salteño Juan Carlos Romero (Salta), alineado con el Gobierno pero cada vez más cansado de los vaivenes del oficialism­o, y las chubutense­s Edith Terenzi (UCR) y Andrea Cristina (Pro) que, más allá de pertenecer a diferentes partidos, juegan alineados con el gobernador Ignacio Torres (Pro).

Por último, quedan tres senadores de fuerzas provincial­es, que responden a los mandatario­s de sus distritos e integrados en el interbloqu­e Innovación Federal, cuyos movimiento­s guardan correlació­n con sus conmiliton­es de Diputados. Ellos son Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro), y Sonia Rojas Decut y Carlos Arce, del Frente Renovador de la Concordia de Misiones.

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Francos visitó ayer en Tucumán al gobernador Osvaldo Jaldo (PJ)
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