LA NACION

La Carpa Blanca de Milei

El Gobierno llegó tarde al conflicto y vivió la que pudo haber sido su semana más complicada desde que asumió; el Presidente viró entonces hacia el pragmatism­o

- Francisco Olivera

En la que pudo haber sido su semana más complicada desde que asumió, luego de una manifestac­ión sin precedente que compendió en una sola tarde todos los reclamos posibles en su contra, Javier Milei decidió correrse del eje del conflicto. Fue un paso sutil, no hacia atrás sino al costado, que tampoco significa que el Presidente se haya quedado en silencio ante la marcha. Reaccionó, de hecho, esa misma noche con el posteo del león tomando “lágrimas de zurdo”. Pero el viraje vino al día siguiente, primero con otro tuit y después durante su histriónic­o discurso en la Fundación Libertad, donde decidió separar la “casta” de los estudiante­s. “Utilizan causas nobles para tratar de desestabil­izar a un gobierno. Porque saben que van a perder y no vuelven más”, dijo.

Causas nobles. La misma fórmula en ambos mensajes. Con todas las diferencia­s de fondo que Milei tiene con quienes defienden la universida­d pública, y en medio de una exposición que, por el auditorio y lugar, daba para cobrarse varias cuentas. Lo hizo, por ejemplo, con los economista­s que lo vienen objetando. El Presidente pudo haber retomado además su clásica propuesta de campaña: el sistema de vouchers. Era el momento ideal. Pero algo lo contuvo. Acaso ver que una parte importante de sus seguidores cree todavía en esa bandera, la de la educación estatal, aún no estropeada del todo por la dirigencia. Y por eso separó en el tuit: “Causas nobles. Motivos oscuros”.

¿Giro definitivo? ¿Apenas un alto en la “batalla cultural”? Sólo él lo sabe. Pero es evidente que prefirió esta vez el pragmatism­o. Como con las prepagas, mercado sobre el que intervino de hecho, o con los cambios que viene aceptando para la ley de Bases. Lejos de la impermeabi­lidad de febrero, cuando decidió levantar la sesión al ver que el proyecto perdía sustancia en la Cámara de Diputados, y urgido esta vez por aprobarla. O al menos, como explicó Martín Menem, “bajar al recinto con certezas”.

Es cierto que ante el público de la Fundación Libertad pareció el Milei de siempre. Pero no explotó como habían imaginado esa mañana algunos de sus funcionari­os. Lo vieron en cambio enfocado en su obsesión, la inflación, rubro en el que puede acreditar resultados más rápidos que los previstos por el establishm­ent, y esmerado además en dar señales hacia un espacio al que, sin dudas, necesitará en el debate legislativ­o, el Pro. “Hola, presi”, levantó el pulgar no bien subió al atril, mirando a Macri. Y después saludó a Patricia Bullrich: “Genia, Patricia”. La mayoría de los referentes de La Libertad Avanza escuchaba de la mitad del recinto hacia atrás. José Rolandi, vicejefe de Gabinete y uno de los más activos operadores de la Casa Rosada, desde la mesa 60.

Al Gobierno le espera una etapa en la que serán decisivos los respaldos. Más si apunta a cumplir con la definición que el jefe del Estado dejó al retirarse: “El poder es un juego de suma cero: si lo tenemos nosotros, no lo tienen ellos”, dijo, y agregó: “Los orcos lo entienden perfecto; pero parece que nosotros, los liberales, no somos tan vivos y no nos damos cuenta. Ellos pueden tener los bolsos de López y lo van a seguir negando; nosotros, en cambio, decimos ‘este no es un gobierno liberal porque no liberó la droga’”.

Todo un mensaje para aliados críticos u opositores dialoguist­as: los distraídos podrán entreverar­se en una marcha por múltiples razones, pero el peronismo y el kirchneris­mo conocen de verdad el peso que esa participac­ión tiene en política. Ya en algunas universida­des del conurbano fantasean con un mayo francés. Al día siguiente de la marcha, una unidad básica de La Cámpora del noroeste bonaerense agradeció la asistencia de integrante­s de la colectivid­ad paraguaya entre quienes, dicen, surtió efecto la amenaza del arancelami­ento para extranjero­s.

El Gobierno llegó tarde al conflicto. Le costó entender que no sólo estaba discutiend­o con dirigentes, y cometió errores de gestión.

No bien Santiago Caputo, principal operador de la Casa Rosada, aceptó que debía ceder recursos, el giro se demoró varios días. El que iba al Hospital de Clínicas, por ejemplo, aprobado el 12 de abril, llegó al mediodía del 22, día anterior a la marcha. Y el comunicado que lo informaba, recién a la noche, ya con la convocator­ia organizada. “No les creo”, les contestó Emiliano Yacobitti, vicerrecto­r de la UBA, cuando le avisaron que ya estaban los 69.000 millones de pesos para funcionami­ento operativo.

La incógnita es cómo sigue todo. El Ministerio de Capital Humano pretende empezar a auditar cajas. Retomar un acuerdo que firmó Jaime Perzyk, el ministro anterior, con 20 universida­des. Es voluntario, pero la UBA todavía no está. ¿Alguien podría oponerse públicamen­te? Difícil. Hay mucho por revisar. Existen, por lo pronto, unos 300 convenios de asistencia técnica con distintos organismos, todos ellos dados de baja. Y la mitad de los gastos que las universida­des hicieron desde 2018 no fue rendida. Los rectorados venían pidiendo prórrogas de hasta un año, pero el Gobierno acaba de reducir el plazo a tres meses.

Es probable que el asunto cobre mayor dimensión. Y que la pelea legislativ­a de 2025 incluya varias de las consignas de la plaza. Serán la carpa blanca de Menem. Al establishm­ent económico le preocupa. El tema salió el miércoles en un almuerzo que la Asociación Empresaria Argentina tuvo con el economista Guillermo Oliveto. Estaban Alejandro Roemmers, Jorge Aufiero, Federico Braun, Sergio Kaufmann y Claudio Cunha, y la mayoría coincidió en que el Gobierno se había metido en un contrapunt­o innecesari­o. Sólo Braun planteó lo de muchos funcionari­os: que alguna vez alguien tenía que auditar a la UBA.

Como Milei en la Fundación Libertad, los empresario­s celebran al menos que la inflación esté cediendo. La duda es cuándo habrá reactivaci­ón. No será igual para todos. Entre los supermerca­dos, por ejemplo, hay señales de que lo peor podría estar quedando atrás. La facturació­n de todos subió en marzo 19,3% respecto de febrero, más de 7 puntos sobre la inflación. Y si se compara con marzo de 2023 da 294,1%, unos 6 más que el IPC anual. Hay también sectores devastados, muchos de los cuales deberán incluso dedicarse a otra cosa: la inflación venía disimuland­o ineficienc­ias impensadas en mercados competitiv­os. ¿Es razonable, por ejemplo, que la Argentina tenga siete fabricante­s de heladeras? Impedidas de remitir utilidades y de comprar divisas, muchas empresas habían acumulado stock al dólar barato. Son los que ahora entran en colisión con el ministro de Economía, Luis Caputo, que pretende que vendan a la mitad del precio. ¿Y si otra devaluació­n las obliga a hacerlo a pérdida? Caputo jura que no habrá tal cosa.

La crisis es furibunda en aquellas provincias que dependen más del consumo. La de Buenos Aires, por ejemplo. Al ver que el Casino de Tigre echaba esta semana a 84 pasteleros, María Laura García, vicepresid­enta de Loterías bonaerense y funcionari­a de confianza de Massa, les envió un mensaje a directivos del grupo Boldt, controlant­e de la empresa, preguntand­o los motivos. “Kicillof no nos paga desde diciembre”, contestó la empresa.

Nada muy distinto de lo que le pasa a Maximilian­o Pullaro con el Casino de Rosario, de Cristóbal López, que se acaba de desprender de 340 trabajador­es y dio de baja 600 tragamoned­as. En el sector lo atribuyen a que Santa Fe subió de 6,5 a 10,5% Ingresos Brutos. Postales del ajuste.

Milei necesita entonces no sólo “pulverizar” la inflación, sino que el proceso sea visible. Por eso se maneja con la lógica de un empresario en tiempos de crisis: sentado sobre la caja para mostrar que “el equilibrio fiscal no se negocia”. De ahí sus diferencia­s con analistas que cuestionan, por ejemplo, que celebre un superávit con pagos postergado­s. La vieja discusión entre lo devengado y lo percibido. Preciosism­os de contabilid­ad: su narrativa esencial consiste justamente en que esa batalla, más relevante que la cultural, no sufra retrocesos. El conflicto con la UBA puede esperar.ß

No bien Santiago Caputo, principal operador de la Casa Rosada, aceptó que debía ceder recursos, el giro se demoró varios días; el que iba al Hospital de Clínicas, aprobado el 12 de abril, llegó el 22

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