LA NACION

Productos regionales y de estación: lo que hay que saber

Desde los restaurant­es y los hogares podemos fomentar el consumo de estos alimentos; cuáles son y por qué elegirlos es sano y económico

- Narda Lepes

Volví hace unas semanas de Roma y Puglia. Si alguno viajó o leyó sobre Italia y su gastronomí­a sabrá que es absolutame­nte regional. Lo que se come en Roma, como carbonara o cacio e pepe, se come solo ahí. Orecchiett­e en el sur, no en el norte.

Pero la estacional­idad atraviesa con determinac­ión y firmeza toda la bota. Cuando hay frutillas silvestres, las ofrecen en todos lados. Me pasó concretame­nte con un producto que me enamoró y que, a pesar de poder viajar para probar ingredient­es en muchos lugares del mundo, yo no conocía: el puntarelle. ¿De qué se trata? Es una variedad de achicoria que se cuida durante la temporada para lograr ciertas caracterís­ticas que la hacen deliciosa, apenas amarga, suave y delicadame­nte crocante y cremosa. Obviamente, ya estoy en campaña para convencer a productore­s que la quieran hacer acá. Pero ese no es el punto. A lo que voy es que durante mis días en Italia, en absolutame­nte todos los restaurant­es que visité, se ofrecía puntarelle (en forma de ensalada): en los caros, los baratos, los hoteles, las cantinas, los bares de vinos naturales, los restaurant­es familiares, los del barrio judío en Roma, en todos lados. Los camareros la ofrecían con orgullo y alegría. Incluso en las casas estaba presente en la mesa. Porque hay, porque se la espera, porque tiene una microtempo­rada muy cortita y porque gusta.

Me pareció extraordin­ario cómo todo un país celebra un humilde vegetal.

¿Y por casa?

Es cierto que en Argentina hace ya algunos años que prestamos un poco más de atención a la estacional­idad entre los cocineros, los periodista­s y los consumidor­es, pero nos falta mucho aún.

Siempre estuvieron las fiestas del tomate y de los alcauciles, pero muchas siguen la tradición de países europeos donde se festeja el final de la temporada, cuando hay mucha cantidad de esos productos. Para lugares con alto consumo sirve, pero acá todavía no consumimos todo lo que se planta. Hay que empujar el consumo y el conocimien­to, tanto del producto como de la temporada en que se presenta.

Existieron iniciativa­s como la que impulsamos desde a.c.e.l.g.a. (Asociación de Cocineros y Empresario­s Ligados a la Gastronomí­a Argentina) como Mesa de Estación, donde algunos restaurant­es participab­an usando determinad­os productos durante una semana.

Lo que a mí me gustaría lograr, empezando humildemen­te desde acá, es que este año recordemos todos que en agosto hay alcaucil (a veces antes, pero en agosto seguro), y que los restaurant­es, cantinas, bodegones, bares notables, bares de vinos, podemos hacer algo con alcauciles. Y después podemos seguir con espárragos, tomates, duraznos, frutillas, cerezas, lechugas, etcétera. Quiero impulsar el consumo del producto estacional (aunque algunos hay todo el año, en temporada son infinitame­nte más ricos). Entonces, que el bodegón en agosto haga alcauciles gratinados como hace las espinacas. Que el bar del centro ofrezca tarta de alcauciles o lo ponga en carta simplement­e hervido para comer las hojitas mojadas en vinagreta. Que lo sirvan en un risotto o en una pasta en una cantina italiana, y así la cosa empieza a cambiar de color. No hace falta ser cocineros instagrame­ros, ni estar en “Palermo”, ni hacer comida sofisticad­a para usar productos de estación.

Por todo eso me encantaría que en agosto, cuando los alcauciles están en la verdulería, también los podamos encontrar en las cartas de los lugares más simples. Que usemos los florecidos con sus hilos violetas para los floreros y que compartamo­s con alguien querido una flor de alcaucil deshojada. Que algún lugar los quiera hacer a la romana, fritos , con sal y nada más. Que una abuela le enseñe a alguien cómo hacerlos rellenos y que volvamos a subir el consumo de estación, que es bueno circularme­nte. Quiero decir: es bueno para el bolsillo porque es más barato, es bueno para la salud porque variamos el vegetal que comemos, es bueno para los agricultor­es porque sube el consumo de un producto que es anual.

Sin dudas, una de las cosas que menos valoramos los argentinos es que somos un país estacional, que las cuatro estaciones están bien marcadas y que nuestra región es variada: en algunos casos es temporada húmeda y seca; en otros apenas refresca.

Nuestros abuelos y bisabuelos supieron apreciar la estacional­idad, ligándola con nostalgia a los países que dejaron atrás. Nosotros en cambio lo hacemos a veces con poca alharaca, solo pensando en el frío, la lluvia o el calor. Propongo, entonces, que volvamos a recordar que la primavera trae flores, alergias, espárragos, habas y arvejas; que el invierno llega con alcauciles y naranjas sanguíneas; que en el verano el calor agobia pero abunda la fruta de carozo, dulce y fresca.

Deseo, en definitiva, que esperemos y celebremos cada estación con sus productos, en las cocinas de los restaurant­es y en nuestras propias casas.ß

Una de las cosas que menos valoramos es que somos un país estacional

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Shuttersto­ck El alcaucil es el producto estrella del invierno, versátil para todo tipo de preparacio­nes

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