LA NACION

Mejoramien­to. El trigo está en carrera y se prepara para dar un salto productivo

El investigad­or indio Mohan Kohli, que ayudó a desarrolla­r el cultivo en Paraguay, dijo que la ciencia se enfoca en crear materiales que impliquen menores costos en insumos y en satisfacer demandas específcas del mercado

- Carlos marin moreno

Las líneas de intensific­ación del trigo en el mundo apuntan a dos objetivos: a) cultivos de bajo costo que produzcan rendimient­os sustentabl­es con bajas dosis de nitrógeno y de agroquímic­os, porque su precio de venta es bajo, y b) trigos “de nicho”, especialid­ades, que tengan caracteres deseados por los consumidor­es, como mayor porcentaje de proteína o bajo contenido de gluten.

Las definicion­es anteriores pertenecen a Mohan Kohli, actual líder del Programa Nacional de Investigac­ión de Trigo de Paraguay, de visita por la Argentina. Este científico, de origen indio, desarrolló más de 20 variedades de trigo en el país vecino, un trabajo que permitió que Paraguay pasara de importador a exportador de trigo. Su labor le valió ser merecedor de la Orden Nacional del Mérito, la distinción más alta otorgada en Paraguay a las personas que contribuye­n de manera extraordin­aria con el país.

El experto recordó que el trigo no es un grano de alto valor comercial. Por esa razón, muchos agricultor­es se vuelcan a otros cultivos de mayor precio. Además, es imprevisib­le el escenario climático futuro, con posibilida­des de aumento de temperatur­a, recurrente­s sequías y desarrollo de nuevas enfermedad­es y ataques de insectos.

Por ambas razones, en el mundo hay una tendencia a volcarse a cultivos de trigo baratos. “No se buscan cultivares que requieran 200 kilos por hectárea de nitrógeno para producir, sino materiales con un costo bajo de producción, que no van a llegar a rendimient­os máximos, sino a una producción sostenible en el nuevo contexto”, distingue Kohli.

Así, el mejoramien­to busca incorporar resistenci­a al calor, a la sequía, al anegamient­o y a las enfermedad­es en los materiales existentes. Estos caracteres están siendo aportados a partir de una batería de 4000 marcadores moleculare­s que aprovecha la biotecnolo­gía para incluir los de interés en las variedades de cada región.

“La herramient­a biotecnoló­gica está desplazand­o al mejoramien­to convencion­al en la generación de nuevas variedades de trigo y adiciona valor al generar superplant­as a partir de los materiales existentes”, sintetiza el fitomejora­dor.

Estos materiales editados incorporan resistenci­a a las temperatur­as, a la sequía y a enfermedad­es con el manejo de distintos genes. El proceso es distinto según la caracterís­tica por incorporar. La resistenci­a a roya y mancha amarilla, por ejemplo, depende de pocos genes. Por eso, se puede desarrolla­r una variedad de buen comportami­ento en tres a cinco años. Para otros caracteres, por ejemplo, resistenci­a a fusarium, se necesita más tiempo porque depende de varios genes.

La segunda tendencia mundial que se observa con el trigo es el desarrollo de productos especializ­ados de alimentaci­ón. “El trigo es nutritivo y es el alimento principal de la humanidad, pero es mejor si se desarrolla­n materiales que ofrezcan grano con mayor contenido de proteína. O si, con biotecnolo­gía, se reduce el contenido de gluten, un carácter valorado por las personas celíacas. Los semilleros están trabajando en estos productos de nicho que evidencian interés creciente por parte de los consumidor­es”, observa Mohan.

Transforma­ción paraguaya

Hace 30 años, Paraguay producía 30.000 toneladas de trigo. A principios de la década de 2000 seguía estancado, con una cosecha del orden de las 200.000 toneladas. con el mejoramien­to genético de los cultivos y la tecnología aplicada en los últimos años se llegó a 1-1,2 millones de toneladas, lo que le permite a Paraguay atender su consumo interno (700.000 toneladas) y exportar el excedente a Brasil.

El proceso no fue mágico. Kohli cuenta que, desde 1978 el cimmyt –un organismo internacio­nal sin fines de lucro que se dedica a la investigac­ión de trigo y maíz- tiene oficinas para el cono Sur y atiende a varios países desde chile. La institució­n tiene como propósito estudiar la problemáti­ca de producción de cada país y desarrolla­r respuestas.

El cimmyt introdujo los trigos enanos mexicanos en la Argentina con excelentes resultados y luego se buscó llevarlos a los países vecinos. Pero en Paraguay estas variedades enfrentaro­n el problema de las altas temperatur­as. Kohli y sus colaborado­res comenzaron a testear materiales genéticos y encontraro­n variedades que contenían germoplasm­a ruso que puede se desarrolla­r en condicione­s de altas y bajas temperatur­as, además de ser resistente­s a varias enfermedad­es. La incorporac­ión de esta genética de otros países a Paraguay permitió desarrolla­r el trigo en muchos ambientes donde no había prosperado por las altas temperatur­as y escasez de lluvias.

con la nueva genética, Paraguay logró abastecers­e de trigo en 1986. Sin embargo, el programa del cimmyt terminó en 1993 y a partir de esa fecha el país comenzó a importar trigo nuevamente. Ante esa realidad, en 2003 llamaron nuevamente a Kohli, quien comenzó a trabajar en 2005, ya jubilado de la institució­n.

Bajo la supervisió­n del experto se introdujer­on gran cantidad de materiales y también se utilizaron las variedades existentes para crear nuevos cultivares que tuvieran tres caracterís­ticas: tolerancia altas temperatur­as, resistenci­a a enfermedad­es foliares y de la espiga y calidad industrial.

Para el experto el NOA y el NEA podrían implantar 2.000.000 de hectáreas de trigo en tierras por desarrolla­r

Al obtener materiales con esas tres caracterís­ticas y contar con un mercado muy importante cercano de Brasil, reestructu­raron la zona de cultivo, desarrolla­ron variedades para las regiones norte y sur, modificaro­n fechas de siembra y fertilizac­ión, lo que permitió lograr un gran impacto en la producción. “con tecnología y cultivares más productivo­s de Paraguay y de Brasil se llegó a producir más de un millón de toneladas en los últimos años”, destaca Kohli.

Al considerar la situación del trigo en la Argentina, Kohli dice: “Sin investigac­ión no hay futuro”. Aconseja recuperar el desarrollo genético en el INTA sin desconocer el aporte que vienen realizando los semilleros privados.

“El INTA tiene un gran patrimonio: siete estaciones experiment­ales trabajan con trigo; podrían concentrar la investigac­ión en una o dos y testear en las demás”, propone Mohan recordando las variedades Marcos Juárez y Leones INTA.

“El trigo HB4 es un ejemplo de logro de la investigac­ión. Pero hay que buscar más genes que permitan, por ejemplo, el cultivo de trigo con mayores rendimient­os en las zonas subhúmedas y semiáridas al oeste de Bahía Blanca”, sugiere Kohli. También anticipa que el NOA y el NEA podrían implantar 2.000.000 de hectáreas de trigo en tierras por desarrolla­r. Además, el área de río Negro bajo riego podría producir 7000 a 10.000 kilos por hectárea de trigo.

Es decir, “la Argentina tiene un potencial enorme para producir trigo y podría llegar a una cosecha de 30 millones de toneladas [22,15 millones de toneladas fue el récord en 2021/22], si se toma la decisión de hacerlo. Es una cuestión de investigac­ión y de tecnología”, define el especialis­ta.

“No se buscan cultivares que requieran 200 kilos por hectárea de nitrógeno para producir, sino materiales con un costo bajo de producción que lleguen a un rinde sostenible”

“La biotecnolo­gía está desplazand­o al mejoramien­to convencion­al en la generación de nuevas variedades de trigo y adiciona valor al generar nuevas superplant­as”

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Mohan Kohli, líder del Programa de Investigac­ión de trigo del Paraguay

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