LA NACION

Una jornada atípica, con pocos lectores y stands cerrados

Los organizado­res decidieron abrir las puertas y cobrar entrada; hubo varios puestos tapados y con las luces apagadas

- Luján Francos

Una fila discreta en la que abundaban madres con hijos chicos esperaba ayer fuera de la Rural para ingresar a la Feria del Libro durante el día del paro nacional. Con varios stands cerrados, la Feria abrió sus puertas normalment­e, pero adelantó dos horas el cierre. Conviviero­n los puestos abiertos de los grandes grupos con otros con las luces apagadas en señal de cierre; en algunos casos se vieron carteles que manifestab­an la adhesión al paro y en otros hubo personal de guardia para proteger los libros. Una imagen diferente de aquella a la que estamos acostumbra­dos a ver en esta época cada año en los pabellones del predio de Palermo.

“Desde la Fundación El Libro se dejó libertad a todo expositor editorial que quisiera o no abrir su stand. Respetamos el derecho de huelga. Decidimos mantener la programaci­ón y el funcionami­ento de la feria en general. Adelantamo­s el cierre a las 20 por la complejida­d para los trabajador­es y visitantes para regresar a sus casas por la falta de transporte y adelantamo­s algunos programas, por ejemplo, el concierto de Lisboa, que se realizó a las 18”, comentó a Ezequiel Martínez, director general de la Feria.

Varios de los consultado­s coincidier­on en que hubo menos público de lo habitual, pero más del que se esperaba en este contexto. “Nosotros nos manejamos con un equipo auxiliar; a los empleados que podían concurrir les mandamos autos, en especial a los que viven en la ciudad de Buenos Aires. Así que tuvimos un stand casi completo en cuanto a vendedores”, explicó Santiago Satz, gerente de Prensa y Comunicaci­ón del Grupo Planeta.

“Nos aseguramos de que una cantidad mínima de personas que viven cerca o que podían llegar en auto pudieran trabajar. Para sorpresa de todos, hubo gente que decidió aprovechar un día que posiblemen­te haya sido más tranquilo que otros. Pero hubo buena venta y todo se desarrolló normal en nuestro stand”, aclaró la directora de Marketing y Comunicaci­ón de Penguin Random House, Valeria Fernández Naya.

“El público fue el de un día de semana, pero al no haber transporte, hay menos cantidad de gente que un día de semana normal. Vimos gente en las actividade­s y recorriend­o los stands. Fue un día atípico, pero tuvo ese color que nos gusta con lectores y actividade­s. Esperamos con mucha expectativ­a el último fin de semana, que suele ser el más masivo en concurrenc­ia. Tenemos mucha fe”, concluyó Martínez.

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Varios expositore­s decidieron no abrir sus puestos

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