La comarca, elegida para el fin de semana extralargo.
La comarca de Tornquist recibió a miles de turistas que llegaron con y sin reservas. Desde la región se acercaron a pasar el día. Otros hicieron un alto más prolongado y se disfrutaron del paisaje en un entorno de paz.
Miles de visitantes, de distintos puntos de nuestro país, eligieron a la comarca serrana para pasar el fin de semana extralargo que comenzó este viernes y culminará mañana.
Otros, principalmente llegados desde localidades de una amplia región, se acercaron a tomar unos mates cerca del agua, a preparar un asado en familia o, simplemente, a disfrutar de las distintas actividades al aire libre que propone el destino como cabalgatas, en camionetas 4x4, cicloturismo, ascenso y descenso de los cerros, paseo por senderos o la infaltable vuelta por los artesanos.
En dos ruedas
Amantes de aventuras en bicicleta, papás mostrando sus habilidades con la gambeta, niños con palas y baldes saltando felices entre las piedras de los arroyos (lejos de las tablets y los celulares), amores incipientes y otros con décadas de anécdotas compartidas, almas inquietas y adoradores de la reposera, todos compartieron el mismo privilegiado entorno, en el que el canto de los pájaros hizo su aporte sonoro a la serenidad y alegría de las postales serranas.
Ezequiel, su esposa Giselle e hija Elunei (nombre mapuche que significa “regalo del cielo”), su hermano Lucas y sus sobrinos Lautaro y Melisa, junto a Joaquín (un amigo), llegaron desde la ciudad de Coronel Pringles para hacer un alto en sus rutinas y disfrutar de una tarde de descanso, con la natural promesa de concretar el aplauso para el asador.
“Como estamos cerca y nos encanta el paisaje, solemos hacer este tipo de escapadas. El Día del Padre ya no estaremos acá porque vamos a festejar de locales”, contó Ezequiel, quien trabaja en el área de seguridad.
Desde Punta Alta
En un banco, cerca del agua, muy contentos de estar juntos, Adriana Montero y Tomás Cantero, de Punta Alta, casados desde hace 48 años, con 7 nietos -Pablo, Ignacio, Nicolás, Lucía, Maxi, Nazareno y Guadalupe- y una bisnieta -Esperanza-; invitaron a Pablo, hermano de él y residente en Buenos Aires, a poner freno de mano a la agitada vida capitalina y desenchufarse de tensiones en un armónico paraíso verde y marrón con trazos y pinceladas de otros colores que emergen de las flores, cabañas, animales y caminos.
“Este lugar me dejó encantado. No lo conocía. Es para relajarte, descansar y olvidarte del mundo”, dijo el radicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Buenos Aires es diferente. Una vida más acelerada. Las ocho horas que estás despierto vivís corriendo y las que estás durmiendo, dormís corriendo”, ilustró el nacido en Entre Ríos, jubilado y ex metalúrgico y gastronómico.
La pareja de Matías Quintana, de 26 años, ingeniero agrónomo y Martina Atela, de 24, estudiante de medicina, ambos de bahía Blanca y frecuentes visitantes y admiradores de la comarca, no quisieron perderse la selfie de rigor en los increíbles sitios que visitan y redescubren en cada estadía en este lugar.
“Venimos cada verano y hemos hecho todos los senderos del Parque Ernesto Tornquist", sostuvo.
"Es hermoso y nos queda muy cerca”, señaló Martina sonriente, quien contó que habían alquilado una cabaña en la localidad de Sierra de la Ventana para pasar la noche.
El destino cuenta con las propuestas de los complejos de alojamiento, con servicios para todos los gustos y bolsillos, casas de té, paseos comerciales, posibilidad de realizar actividades al aire libre.
Comentá esta crónica en lanueva.com