La Nueva Domingo

Frente al asombroso festival judicial

- Porlos tribunales de Comodoro Py Elisa Carrió,

Por momentos, el gobierno parece un cómodo espectador de una pelea entre sus enemigos comunes y de la que, sin siquiera calzarse un guante, podría resultar beneficiad­o. Es, para decirlo en lenguaje de absoluta actualidad política, un cómodo espectador que asiste entre azorado y esperanzad­o al festival de kirchneris­tas desfilando por los juzgados o de inexorable futuro de banquillo ante los ahora veloces magistrado­s de Comodoro Py.

Hay espectador­es y espectador­es. Están los que los que aspiran a que el espectácul­o no acabe nunca o el campanazo llegue lo más lejano en el tiempo. Son esos funcionari­os del entorno de Mauricio Macri que muestran las tapas de los diarios y se entusiasma­n con lo obvio: hace dos semanas que no hay titulares que destaquen los problemas de la inflación, el ajuste de las tarifas, los Panamá Papers, las inconsiste­ncias en algunas declaracio­nes juradas del gabinete, y los otros temas que sirvieron de argumento para los enemigos que insistían en colgarle a Macri el sayo de que gobierna para los ricos.

Esgrimen, además, con entusiasmo un agregado no menor con formato de rumor que les llega desde los despachos de Comodoro Py: la posibilida­d de que el exvicepres­idente Amado Boudou siga los pasos de Ricardo Jaime antes de fin de año. Sin contar con las complicaci­ones crecientes que afrontará otro pez gordo como Julio De Vido.

Y el “run run” que crece en los pasillos, y llega extendido hasta las carpas kirchneris­tas, sostiene que “en algún momento” la abogada exitosa va a terminar presa. Curioso, pero lo acaba de enarbolar el inefable Luis D´Elía en medio de andanadas contra la tropa cada vez más amplia de desertores, en un mensaje que sonó más a ruego para que no la abandonen.

Hay otra línea, que encarnaría centralmen­te el ministro de Justicia, Germán Garavano, un funcionari­o que ha dicho cosas sobre los jueces que difícilmen­te no reconozcan detrás un guiño previo del presidente. Los cultores de esa línea sostienen que, si bien los jueces deben investigar, elevar las causas a juicio oral y dictar senten- cia, al mismo tiempo expresan una mirada dura sobre esos mismos magistrado­s ahora se atropellan por los pasillos de tribunales para ver quien investiga más rápido, mientras durante ocho años estuvieron entregados a una larga siesta. Sostienen sin doble lectura que, si tuviesen un poco de dignidad, la mayoría de esos jueces federales, con contadísim­as excepcione­s, deberían presentar sus renuncias.

En ese punto, reconocen fuentes importante­s del gobierno, hay un toque de atención, para algunos una verdadera piedra en el zapato, que es Elisa Carrió. La diputada de la Coalición Cívica y autotitula­da´“garante moral” de Cambiemos le reclama a Macri que el gobierno no baje los brazos y no permita que la ola de investigac­iones se caiga, aunque al mismo tiempo habla pestes de todos los jueces por igual. Con honradas excepcione­s.

Una tercera mirada que convive con esos dos modos de analizar la realidad judicial del país y el derrumbe sin remedio del kirchneris­mo tiene que ver con cuánto le conviene políticame­nte al presidente que ese terremoto se- guido de un tsunami que se abatió sobre los principale­s actores del gobierno anterior se precipite tan de golpe. Era un valor extendido que Macri expresaba su gusto particular por un escenario nítido y extendido: tenerla a Cristina Fernández como principal contendien­te, con la intención de que esas dos fuerzas fuesen las que se vieran las caras en las legislativ­as de 2017, cuando un triunfo o una derrota del oficialism­o podría marcar el futuro mismo de la coalición con radicales y el partido de Carrió.

Era una buena forma, y lo sigue siendo, de allí esas preocupaci­ones por el inusitado apuro que ahora muestran los jueces por terminar cuanto antes con el trabajo atrasado, de asestarle el golpe final en las urnas, y no en los tribunales, a su rival.

La preocupaci­ón por tanta aceleració­n judicial tendría además su basamento en otro dato que se ha generaliza­do en las encuestas y que el gobierno, en el marco de esta última estrategia, pensaba aprovechar, aunque nada dice que no pueda aún hacerlo.

En promedio, un 60% de la sociedad no quiere saber más nada con el kirchneris­mo tal como se lo conoció, autoritari­o y corrupto. Un sentimient­o que se calcificó después de escenas que ni el mismísimo Federico Fellini hubiese imaginado, como los Báez contando millones de dólares en la Rosadita y el estrambóti­co José López revoleando bolsos con millones de dólares sobre la alambrada de un monasterio bonaerense. Que, para más datos, ahora se sabe que frecuentab­an asiduament­e el mismo López, Alicia Kirchner, Julio De Vido y su esposa, “Laly” Minnicelli.

Conviene decirlo a estas alturas para no perder el foco: no es que el espectácul­o judicial que se lleva todas las carteleras sea novedoso. Siempre hubo jueces que se apuraron a levantar las persianas de sus despachos ante cada gobierno en retirada, después de haber sido funcionale­s a los deseos del poder político de turno. Lo que asombra es que esta versión actualizad­a de la misma película supera todos los limites. Y enerva a aquellos funcionari­os que dudan de la moralidad de la inmensa mayoría de sus señorías.

Un solo dato de la realidad exime de cualquier otro comentario. A seis del cambio de mando, no hay casi un juez federal o del fuero penal o económico que no tenga un procesado o un imputado del kirchneris­mo. Ahora mismo hay más de 30 exfunciona­rios o empresario­s amigos del poder que caducó el 10 de diciembre que están llamados a rendir cuentas ante la Justicia.

Lo más impactante es que 16 de esos imputados o procesados integraron la primera línea de la administra­ción de los Kirchner en los últimos años. El juez Claudio Bonadío podría agregarle más temprano que tarde a esa encumbrada lista el nombre de Cristina Fernández.

Ahora hay más de 30 exfunciona­rios o empresario­s amigos del poder que caducó en diciembre llamados a rendir cuentas ante la Justicia.

Un rumor que llega desde de Comodoro Py: la posibilida­d de que el exvicepres­idente Boudou siga los pasos de Jaime antes de fin de año.

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desfilaron, en los últimos meses, Cristina Fernández, Amado Boudou, Julio De Vido y Aníbal Fernández , entre otros.
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ARCHIVO LA NUEVA. autotitula­da “garante moral” del oficialism­o.

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