La Nueva Domingo

La belleza y los concursos

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UNA INICIATIVA de la concejala Miriam Iantosca (Integració­n Ciudadana) apunta a terminar con la realizació­n de los t r ad i c i onales concursos de belleza, por considerar que los mismos resultan un acto “discrimina­torio, sexista y propiciado­r de la violencia simbólica”, al conformar actos donde “se mira y define a la mujer por sus medidas, atributos físicos y estereotip­os de belleza”.

NO DEJA de ser curiosa una propuesta que pretende poner punto final a una práctica de todos los tiempos, donde se decide que las mujeres que se ajustan a los cánones de determinad­o tipo de belleza -definida por ciertos requisitos- sean parte de una competenci­a organizada de manera específica para que en muchos casos se conviertan en caras visibles de un lugar o de una celebració­n.

SIGUIENDO ESA línea de pensamient­o, podría sospechars­e que también resultaría adecuado suprimir las competenci­as atléticas y deportivas, donde cientos de miles de personas deben contentars­e con seguir sus alternativ­as desde una tribuna o frente al televisor y asumir que solo algunas personas han sido bendecidas con el talento y la capacidad física para desarrolla­r esas prácticas a un nivel de competenci­a, lo cual también podría impulsar a “una violencia simbólica” contra esos elegidos.

UN CONCURSO de belleza no deja de ser una de las tantísimas competenci­as que se registran en el mundo cada día. Donde determinad­as personas se imponen a otras, en las cuales ciertos talentos priman sobre otros, donde una situación física permite que se participe de determinad­os niveles de competenci­a mientras que otras lleven a ser meros espectador­es.

SI SE quieren corregir determinad­os conceptos discrimina­torios, habría que condenar y revertir decenas de mensajes que pueblan cada día el mundo. Nada más, un ejemplo entre miles, condenar a la industria Disney, que en sus historias consumidas por millones de niños deja en claro que ser feo es sinónimo de malo, que ser gordo y viejo es propio de las personas detestable­s y que los paraísos terrenales están destinados a los lindos, los flacos, los ricos.

LA BIBLIA ya menciona que la belleza a la que Dios presta atención no es la externa. Que no serán los adornos no peinados ni vestidos lujosos los que confundan al Creador, sino que la belleza que valora es aquella que procede de lo íntimo del corazón, de un espíritu suave y apacible. Un concurso de belleza, de destreza, de literatura, de tiro al blanco, de repostería no deja de ser un juego humano, un reto, un esfuerzo, una búsqueda. Los gestos “propiciado­res de violencia” están visibles en otros sitios.

Un concurso de belleza no deja de ser una de las tantísimas competenci­as que se registran en el mundo cada día.

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