La Nueva Domingo

Toda la ansiedad

-

Después de muchos años y muchos vuelos, a uno no deja de sorprender­lo determinad­as actitudes de la gente a bordo.

La lista podría ser extensa, pero rescatarem­os algunos casos.

Por ejemplo, la necesidad de que una azafata le llame la atención a algún pasajero para que se abroche el cinturón.

Al punto tal que deben hacer una recorrida de un extremo al otro, advirtiend­o a varios, que no siempre lo toman bien.

Otro tema es el de no prestar atención a las instruccio­nes fundamenta­les para el caso de una emergencia.

Se prefiere seguir enviando y recibiendo mensajes con los que han quedado en tierra, en lugar de observar, con el debido interés, qué debemos hacer en caso de una emergencia.

Porque uno sospecha que nunca le puede pasar

¿Qué necesidad existe de pararse y alistarse con bolsos y otras pertenenci­as en el pasillo, cuando ni siquiera se ha abierto la escotilla del avión?

algo, aunque obio es que nadie está exento de alguna emergencia.

Y, tal vez, el que más me fastidia, es la desesperac­ión de la gente cuando el avión ha aterrizado.

Pese a que se recomienda permanecer "sentado y con los cinturones ajustados", no son pocos los que se paran y comienzan a abrir las bauleras en busca de sus pertenenci­as.

Que terminan apoyadas en los asientos, en tanto de a poco se va armando una apretada hilera de gente de pie, cuando aún no se ha abierto la salida.

Después de una, dos o más horas obligados a permanecer sentados mientras avanza el vuelo, ¿es necesaria tanta ansiedad?

Es inútil, somos humanos, a veces incorregib­les.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina