El país sigue a la espera del desarrollo, dos siglos después
La Argentina cumple 200 años, con épocas de apogeo y otras de abrupta caída, pero aún no logró despegar. El modelo australiano, en la mira.
Gabriel Profiti expresidenta Cristina Kirchner sigue rindiendo cuentas en tribunales por los desmanejos de la última década y Mauricio Macri paga quizá su principal error en seis meses de Gobierno, un tarifazo que no midió su real dimensión.
Esa suba de las tarifas de servicios públicos acaba de ser frenada por una Cámara Federal en el caso del gas y el Gobierno ahora espera que la Corte la restituya, para amortiguar un traspié político que no aliviará el golpe económico para miles de hogares y pequeñas industrias.
Para Macri la reducción de los subsidios a las tarifas es un pilar de su plan de racionalidad económica, mientras espera que otros factores como la obra pública, la restitución de fondos a jubilados y la inversión extranjera permitan mostrar signos de reactiva- ción antes de fin de año.
Plan de Desarrollo
Empezando por Macri, el Gobierno suele quejarse de la herencia recibida y fundamenta las reformas “dolorosas” implementadas en la necesidad de evitar una nueva crisis.
Sin embargo, el país está inserto en una zona de paz, sin catástrofes naturales y con un contexto internacional que no es el mismo de hace una década pero que sigue siendo favorable por la posibilidad de conseguir financiamiento a tasas muy bajas.
Paralelamente, el equipo económico prepara un programa de desarrollo denominado Plan Productivo Nacional 2016-2019. Se trata de una biblia de miles de páginas con las que el Gobierno buscará adoptar el modelo de desarrollo de Australia.
Duhalde también decía que la Argentina debía tomar el ejemplo de Australia y Canadá, porque son países geográfica y demográficamente parecidos, con estructuras económicas similares, pero con historias distintas.
Australia, que declaró su independencia de Gran Bretaña en 1872, registró en 2015 un PBI per cápita de u$s 50.962, mientras que el de la Argentina fue de u$s 13.589, según el FMI.
El Plan Productivo Nacional está a cargo del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana y tiene como premisa romper con el ciclo de crecimiento y crisis que la Argentina experimentó en los últimos 40 años, en el que con cada caída los salarios fueron la variable de ajuste para hacer más competitivo al país.
“¿Cómo lograr que la Argentina sea viable con salarios altos? ¿Cómo hacemos para no volver a pegarnos el palo como nos pasa cada una cierta cantidad de años?”, se pregunta retóricamente Quintana, antes de entusiasmarse con las respuestas.
Quintana, quien se hizo conocido como fundador y CEO del Grupo Pegasus, se crió en Mataderos, se recibió muy joven de licenciado en Economía de la UBA y luego fue becado para hacer estudios de posgrado en Francia. Viene del sector privado, pero reniega de la teoría del “derrame” como el más convencido de los kirchneristas.
El plan incluye ocho apartados transversales y promueve la competitividad a partir de la eficiencia en distintos ámbitos. Habrá que ver si es posible.
A grandes rasgos, las reformas serían orientadas a: propiciar que las empresas accedan a los mejores bienes de capital para facilitar su competitividad; promover la eficencia de los sectores de logística y transporte -plan de infraestructura en trenes, rutas y puertos-; invertir en la capacitación de los trabajadores; propiciar un "Conicet productivo", es decir que los científicos aporten innovación a la industria nacional.
También se buscará bajar el costo laboral especialmente el producido por la litigiosidad -uno de los principales reclamos de las cámaras empresariales-; facilitar los trámites al máximo para la creación de empresas; desactivar los monopolios y oligopolios, promovimiento la competencia; y una inserción internacional profunda e inteligente, sin destruir a la industria.
Leído así parece un compendio de ideas ambiciosas y poco viables, sobre todo cuando comiencen a provocar efectos secundarios inesperados o no anunciados y a colisionar con aquellos actores que se sientan perjudicados por los cambios.
De hecho, durante años los distintos gobiernos llenaron de títulos rimbombantes sus historias de fracaso. Pero lo cierto es que este es otro intento, 200 años después.
El Plan Productivo Nacional está a cargo del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, tiene como premisa romper con el ciclo de crecimiento y crisis de la Argentina.