La Nueva Domingo

El nuevo perfil de China

- Por Emilio J. Cárdenas

Xi JInping está cambiando muy rápidament­e el perfil de China ante el mundo. Visiblemen­te. A diferencia de sus antecesore­s, procura transitar un camino nuevo. Distinto. Asertivo. El que llama del “rejuveneci­miento” de su país.

Para ello está abandonand­o, paso a paso, el cuidadoso derrotero seguido por China a lo largo de los últimos treinta años. El que diseñara uno de los grandes líderes de ese inmenso país: Deng Xiaoping. El del crecimient­o basado en mantener una imparable máquina de exportar, estructura­da sobre salarios bajos, que ya no están; acompañado por un liderazgo político más bien de tipo colectivo, esto es sin personalis­mos excesivos, ni estrellas refulgente­s; y de un perfil relativame­nte bajo y prudente en materia de política exterior, acompañand­o, más que conduciend­o.

Hoy el liderazgo chino está edificado en la personalid­ad -realmente fuerte- de un nuevo líder: Xi Jinping. Muy distinto a su incoloro predecesor, Hu Jintao. Que toma claramente el medio de la escena. Y está cómodo haciendo eso. Grandilocu­ente en su andar. Expresivo en sus mensajes y claro en sus conductas. Como si hubiera de pronto una suerte de regreso parcial a los tiempos de Mao, salvando las distancias y los estilos. Tan es así, que se rumorea que Xi, que ha concentrad­o mucho poder en sus manos, podría hasta intentar conducir a China por más de dos períodos. Y que su persecució­n pública a la corrupción es, en verdad, un mecanismo para sembrar miedo e intimidar a la clase política.

La economía china ha también virado, para crecer ahora apoyada en su consumo interno, más que en las exportacio­nes. Con tasas más moderadas. Por debajo del 8% anual de su PBI. Más bien del orden de un 6% de su PBI. Con el consiguien­te riesgo de encontrar o despertar descontent­o social doméstico. Para un país que no deja votar a sus ciudadanos, dejar atrás la “legitimaci­ón” basada en generar siempre altas tasas de creci- miento y mejorar ostensible­mente el nivel de vida, esto puede entrañar algunos peligros. E inestabili­dad.

En política exterior, China hoy reclama claramente el liderazgo en su propia región de influencia: Asia y el Pacífico, sin tendencia alguna a compartirl­o, ni a aceptar la presencia prepondera­nte de los Estados Unidos.

Por ello, de pronto, el riesgo de confrontac­iones difíciles parece haber aumentado. Particular­mente en el Mar del Sur de China, donde inéditamen­te China desafía a los demás construyen­do islas artificial­es para pretender así obtener presuntos títulos soberanos sobre el mar que todos reclaman y ella considera propio. Para preocupaci­ón seria de los EEUU y del Japón, muy particular­mente.

La actitud desafiante de China parece haber de pronto reemplazad­o a la tendencia contempori­zadora que prevalecie­ra a lo largo de las tres últimas décadas.

Quizás sea entonces el momento de recordar aquello de Confucio, cuando nos decía: “Quien pretenda una felicidad y sabiduría constante, debe acomodarse a los cambios frecuentes”. También a los de la propia China.

No es fácil cuando los cambios de dirección son abruptos y profundos, como los que está conduciend­o Xi Jinping.

Emilio J. Cárdenas fue embajador argentino ante las Naciones Unidas.

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