El nuevo perfil de China
Xi JInping está cambiando muy rápidamente el perfil de China ante el mundo. Visiblemente. A diferencia de sus antecesores, procura transitar un camino nuevo. Distinto. Asertivo. El que llama del “rejuvenecimiento” de su país.
Para ello está abandonando, paso a paso, el cuidadoso derrotero seguido por China a lo largo de los últimos treinta años. El que diseñara uno de los grandes líderes de ese inmenso país: Deng Xiaoping. El del crecimiento basado en mantener una imparable máquina de exportar, estructurada sobre salarios bajos, que ya no están; acompañado por un liderazgo político más bien de tipo colectivo, esto es sin personalismos excesivos, ni estrellas refulgentes; y de un perfil relativamente bajo y prudente en materia de política exterior, acompañando, más que conduciendo.
Hoy el liderazgo chino está edificado en la personalidad -realmente fuerte- de un nuevo líder: Xi Jinping. Muy distinto a su incoloro predecesor, Hu Jintao. Que toma claramente el medio de la escena. Y está cómodo haciendo eso. Grandilocuente en su andar. Expresivo en sus mensajes y claro en sus conductas. Como si hubiera de pronto una suerte de regreso parcial a los tiempos de Mao, salvando las distancias y los estilos. Tan es así, que se rumorea que Xi, que ha concentrado mucho poder en sus manos, podría hasta intentar conducir a China por más de dos períodos. Y que su persecución pública a la corrupción es, en verdad, un mecanismo para sembrar miedo e intimidar a la clase política.
La economía china ha también virado, para crecer ahora apoyada en su consumo interno, más que en las exportaciones. Con tasas más moderadas. Por debajo del 8% anual de su PBI. Más bien del orden de un 6% de su PBI. Con el consiguiente riesgo de encontrar o despertar descontento social doméstico. Para un país que no deja votar a sus ciudadanos, dejar atrás la “legitimación” basada en generar siempre altas tasas de creci- miento y mejorar ostensiblemente el nivel de vida, esto puede entrañar algunos peligros. E inestabilidad.
En política exterior, China hoy reclama claramente el liderazgo en su propia región de influencia: Asia y el Pacífico, sin tendencia alguna a compartirlo, ni a aceptar la presencia preponderante de los Estados Unidos.
Por ello, de pronto, el riesgo de confrontaciones difíciles parece haber aumentado. Particularmente en el Mar del Sur de China, donde inéditamente China desafía a los demás construyendo islas artificiales para pretender así obtener presuntos títulos soberanos sobre el mar que todos reclaman y ella considera propio. Para preocupación seria de los EEUU y del Japón, muy particularmente.
La actitud desafiante de China parece haber de pronto reemplazado a la tendencia contemporizadora que prevaleciera a lo largo de las tres últimas décadas.
Quizás sea entonces el momento de recordar aquello de Confucio, cuando nos decía: “Quien pretenda una felicidad y sabiduría constante, debe acomodarse a los cambios frecuentes”. También a los de la propia China.
No es fácil cuando los cambios de dirección son abruptos y profundos, como los que está conduciendo Xi Jinping.
Emilio J. Cárdenas fue embajador argentino ante las Naciones Unidas.