No solo se trata de dormir, sino de descansar bien
Ahora bien, ¿algo de esto se cumple hoy en día?
Un estudio del Conicet, elaborado sobre la base de unos 1.200 alumnos de escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires halló que los adolescentes duermen apenas un poco más de 7 horas por noche.
La doctora Lucila Fernie, jefa de pediatría del Hospital Británico, puntualizó que en el caso de los adolescentes el ciclo natural del sueño hace que se acuesten de una hora y media a dos horas más tarde que los chicos de menor edad.
"Por eso, en la Argentina un adolescente saludable no se duerme, en general, antes de las 23", asegura.
A juicio de la doctora Fernie, para dormir ocho horas como mínimo, ese joven se Un gran trastorno. La alta prevalencia de trastornos del sueño en la población constituye un tema de sumo cuidado, no sólo por el notorio aumento de estas alteraciones, sino también por el sinnúmero de consecuencias que conlleva.
Desde chicos. En el caso de niños y adolescentes esas etapas son cruciales para marcar tendencias de bienestar futuro, en la medida que adquieran hábitos de cuidado de su salud.
Indice preocupante. Los trastornos de sueño en la niñez son un problema de salud pública por su prevalencia. Se estima que hasta un 30 por ciento de los niños padecen alguna alteración vinculada con el sueño.
¡Me desperté! En condiciones normales, los despertares durante el sueño disminuyen significativamente en la etapa pre-pubertal respecto de la infancia. Y si se produce insomnio, habrá que establecer las causas. tendría que levantar no antes de las 7.
"Si se requieren nueve horas para sentirse bien, debería poder dormir hasta las 8", acota.
Y con los colegios que abren sus puertas entre las 7 y las 8 de la mañana, los tiempos no cierran.
Melatonina y horarios
El doctor Daniel Cardinali, investigador del Hospital de Clínicas José de San Martín y experto en medicina del sueño y cronobiología, coincide con la doctora Fernie.
"Existe una tendencia biológica en el adolescente y preadolescente a la nocturnidad que se viola con los horarios de comienzo temprano de la escuela", expresa.
Su colega, el doctor Daniel Pérez Chada, jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Austral, explicó las razones de esta tendencia biológica.
Puntualiza que el pico de melatonina, que es la hormona promotora del sueño, se produce en los jóvenes un par de horas más tarde.
"Por consiguiente --señala-- el nivel óptimo de alerta se da cuando ya está un poco avanzada la mañana".
Sin embargo, no hay dudas de que un cambio en los horarios de las escuelas tendría un impacto en la organización familiar, pero también en un contexto más amplio de la sociedad.
Para los autores de la recomendación de la Asociación Médica Americana está más que justificado.
"Creemos que atrasar la hora de inicio de la escuela ayudará a asegurar que los estudiantes de escuela intermedia y secundaria duerman lo suficiente y eso mejorará la salud mental y física general de los jóvenes de nuestro país", señaló el doctor Kobler.
Acotó el prestigioso profesional: "Aunque implementar una hora de inicio más tardía en las escuelas puede ser un tema emocional y potencialmente estresante para los distritos escolares, las familias y los miembros de la comunidad, los beneficios para la salud de los adolescentes superan, con creces, cualquier consecuencia negativa", concluyó.
En la práctica, este sería un debate que debería darse en el seno de las autoridades no sólo del ámbito de la educación.
Claro que hay tantos temas pendientes que, a la distancia, uno supone que seguirá esperando su turno en el tiempo en la Argentina.
En la Argentina, un reciente estudio sobre 1.200 alumnos del ámbito secundario determinó que los adolescentes, en la actualidad, duermen apenas un poco más de 7 horas por noche.