Un sueño hech
Las obras de Yoko Ono llegan al Malba y nos invitan a participar, jugar, y pensar.
Está sentada, vestida con camisa, anteojos y sombrero negros, que contrastan con su piel blanquísima. Con voz suave y pausada, y la mirada puesta en el público que la escucha atento, dice: “Hola, Buenos Aires. Estoy con ustedes en espíritu, para celebrar esta muestra increíble. Cuando vayan a verla, se darán cuenta de que todo mi trabajo está allí, en arte, música y performance. Solo se necesita su participación. Quizá les resulte misterioso en este momento, pero cuando participen notarán que les pertenece. Diviértanse con ella y recuerden que ustedes y yo la estamos creando ahora, juntos. Todas mis obras tiemblan de felicidad por estar en Buenos Aires y cantan: ' Un sueño hecho realidad'”. Y ahora, es la mujer de sombrero la que canta Un sueño hecho realidad. Después, con una sonrisa, nos dice “¡ los quiero!”, y se despide, desde sus 83 años que no parecen ser ciertos. Quien nos habla es nada más y nada menos que Yoko Ono, pionera y figura ineludible del arte conceptual y participativo contemporáneo, y a pesar de que no lo dice en persona –su mensaje está filmado especialmente para la inauguración, a la que no pudo asistir por problemas de salud– su presencia y su espíritu f lotan en el aire del auditorio del museo en donde la escuchamos. La muestra increíble a la que ella se M at th e w Pla cek refiere es Dream Come True ( Un sueño hecho realidad), la primera exposición retrospectiva de su obra en la Argentina, que inauguró hace pocos días y que se exhibirá hasta septiembre en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires). Curada por Agustín Pérez Rubio, director del Museo, y por Gunnar B. Kvaran, está estructurada en torno a las famosas Instrucciones que Ono viene desarrollando desde hace más de sesenta años. Abarca unos ochenta trabajos que incluyen objetos, videos, filmes, instalaciones y registros sonoros producidos desde principios de los años sesenta hasta hoy, e incluye la participación especial de doce artistas latinoamericanos convocados por ella. Pero así como es casi inevitable pen- sar en su célebre marido, John Lennon, con solo mencionarla, no todos conocen la historia y el camino recorrido por Ono en el mundo del arte, lo que la convierte en mucho más que la “viuda de”. Nacida en Tokio, Japón, en 1933, en el seno de una familia aristocrática, fue la primera mujer admitida en la carrera de Filosofía de la universidad Gakushuin. Se licenció en poesía y composición contemporáneas en los Estados Unidos, y cuando John Lennon la conoció en 1966 era ya una célebre artista de vanguardia. Pionera del Neo-Dadá, jugó un papel clave en