La Nueva Domingo

911: sobrevivie­ron al monóxido y admiten fallas en el sistema

- Claudio Rodríguez Kiser crodriguez@lanueva.com Arriba, Celeste Escudero,

El trágico final de una joven pareja en una vivienda del barrio Las Cañitas, producto del monóxido de carbono, puso en el ojo de la tormenta el sistema para enfrentar estas contingenc­ias. Se cree que hubo desidia en la atención del 911 aquella noche del 21 de junio, al punto que se inició una causa penal y la Provincia tomó otras medidas. Al menos otras tres víctimas que, solo por milagro, corrieron mejor suerte que Micaela Hernández y Ramiro Gavilán, admiten fallas en la estructura o dudan de la eficacia del protocolo.

“Pensándolo fríamente, tuve suerte que pude llegar a abrir la puerta. Caso contrario, también me hubiese muerto”.

María Rosana Juan no puede olvidar el momento que le tocó vivir, así como el trágico final de una joven pareja en una vivienda del barrio Las Cañitas como consecuenc­ia de una intoxicaci­ón con monóxido de carbono (CO).

Es que el fatídico caso, ocurrido en calle Malharro al 2000, puso en el ojo de la tormenta algunos aspectos del sistema de emergencia­s.

Se cree que hubo desidia en la atención del 911 aquella noche del 21 de junio e incluso se inició una causa penal.

Por otra parte, desde el gobierno bonaerense se decidió la cesantía del operador de turno y del responsabl­e del servicio.

Al menos otras tres víctimas que, solo por milagro, corrieron mejor suerte que Micaela Hernández y Ramiro Gavilán, indican fallas en la estructura o dudan de la eficacia del protocolo.

Mientras tanto, aumenta la venta de detectores del CO para luchar contra una problemáti­ca que golpea fuerte cada invierno.

*** La trágica muerte de la pareja hizo reavivar las peores sensacione­s en María Rosana Juan (40). No solo por el hecho de ser gente conocida, sino también por las similitude­s con su caso.

“Después que sucedió eso, también por un problema de la caldera, me puse a pensar que si yo no hubiese podido levantarme para abrir la puerta y me hubiese desmayado, y ellos (por los servidores públicos) no habrían tirado la puerta abajo, ya que no está dentro del protocolo. Entonces, me hubiese muerto dentro de mi casa. Lo que agradezco a Dios es que pude abrir, porque estaba a punto de perder el conocimien­to”, señaló.

Para Juan “es algo que se debería rever. Sobretodo en mi caso, donde ya venían sabiendo que había un problema con monóxido. Existía la informació­n que había una persona sola y, más allá de la inhalación, también podría haber explotado la caldera, uno no sabía qué estaba pasando.

“Está en juego la vida de una persona. Todo esto me quedó dando vueltas en la cabeza y lo pensé muchísimo. A lo sumo, se arreglará la puerta que se rompa y listo”, manifestó.

No obstante, la mujer dijo que “el 911 actuó rapidísimo y fue muy efectivo. A los 5 minutos tenía en mi casa a la ambulancia, Defensa Civil y Bomberos. Alguien del edificio les abrió, porque vivo en la parte de atrás y pude levantarme a abrir la puerta de mi casa con las últimas fuerzas. Ahí ellos me agarraron, porque no daba más”.

“Quien avisó al 911 le dijo al operador que vivía sola y que el problema era por monóxido, por eso es que el movimiento fue bastante importante. Me llevaron en una primera instancia al Hospital Español y, como no había lugar, me tuvieron que trasladar al Italiano”, recordó.

La profesora detalló que “la atención desde que abrí la puerta y la doctora vino y me puso el oxígeno, así como durante mi traslado en la ambulancia, que iba con un acompañant­e que me controlaba constantem­ente, y en el Hospital fue excelente. Estoy más que conforme, porque me salvaron la vida”.

Sobre el hecho, Juan recordó que “en ningún momento perdí el conocimien­to, pero comencé a sentirme con muchos mareos y náuseas y un dolor de cabeza inusual. Esto ocurrió sobre las 21.30 (NdR: el 19 de mayo pasado). El problema se originó en la caldera, que tenía caída la chimenea en la parte de arriba y por este motivo no salían los gases”.

“Estaba despierta y el único error que cometí fue irme a acostar, pensando que se

me iba a pasar. Nunca imaginé que me podía suceder. Pensé que era algo del día o porque estaba cansada. Tuve la suerte o la lucidez de llevarme el celular a la cama, porque una vez que me acosté el cuerpo ya no me respondía. No veía bien el teclado, aunque por suerte alguien me atendió y le pedí que llame al 911”, cerró.

“Para mí falta organizaci­ón”

Por su hijo de 11 años, es que Jorge Ávila (40) y Silvia Aravena (41) salvaron sus vidas. Ignacio, que forma parte del Grupo de Scout Conquistad­ores, aprovechó los conocimien­tos obtenido en dos cursos que hizo de Reanimació­n Cardiopulm­onar (RCP) para rescatar a sus padres del monóxido, provocado por un calefactor ubicado en el comedor de la vivienda de Patagones 97, en Villa Muñiz.

El hombre señaló que “la atención fue muy buena desde que llegaron Defensa y Bomberos y también en el viaje dentro de la ambulancia, donde pese al frío nos abrieron las ventanas para que circulara el aire. Nos explicaron todo lo que nos había pasado”.

Si bien Ávila se mostró satisfecho por el trabajo de los servidores públicos en su casa, “hay puntos que son claves y que uno no le da bolilla hasta que no le pasa algo”.

“Lo que falta fundamenta­lmente es organizaci­ón. Nosotros al tener obra social nos llevaron al Hospital Privado del Sur y allá no sabían cómo actuar en un caso así. A las cuatro horas nos querían dar el alta, pero vino un jefe y les dijo que por protocolo al menos debíamos estar 6 con oxígeno directo. Si hubiese sido por el que nos atendió nos daban el alta pese a quedarnos restos de intoxicaci­ón en nuestros cuerpos”, apuntó.

“Nos llevaron a un lugar que quizás no estaba preparado para un caso así, sobre todo comparado con otros hospitales que trabajan cotidianam­ente con estos cuadros. Cuando llegamos nos bajaron de la ambulancia caminando, incluso a mí me llevó el enfermero, porque no tenía fuerzas. Si me hubiesen preguntado habría preferido ir al Hospital Municipal o al Penna, que sabes que son los que mayormente tratan estos temas. La obra social se lo pagaba igual, eso era lo de menos”, añadió.

Ávila agregó que “falta comunicaci­ón” del 911 con los demás servidores.

“Uno de los primeros comentario­s que alcancé a escuchar cuando nos sacaron afuera de la casa era que habían mandado una sola ambulancia y nosotros éramos tres. Para no esperar a que llegue la otra nos subieron a todos en esa”, expresó.

“Sinceramen­te no sé quién observó esto, pero se sorprendie­ron por el hecho de que habían mandado solo

Ignacio, de 11 años, contó que fue rápida la atención del servicio de emergencia­s 911 y le brindaron las indicacion­es necesarias para realizar los primeros auxilios.

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FOTOS: PABLO PRESTI, FACUNDO MORALES Y RODRIGO GARCÍA- LA NUEVA.
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María Rosana Juan sigue no olvida el momento que le tocó vivir. Al costado, Jorge Ávila, junto a su hijo Ignacio, pidió mejor organizaci­ón del 911.
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pidió no dudar ante una emergencia.
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PABLO PRESTI-LA NUEVA.
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