Todo está como era entonces
Recuerdo las estrofas del nostálgico poema: todo está como era entonces, la casa, la calle, el río… Rafael Obligado reflejaba en él los sentimientos de quien regresa a su antigua morada y encuentra esa quietud de los sitios detenidos en el tiempo.
Quienes habitamos esta ciudad experimentamos de tanto en tanto que todo aquello que exigía cambios, mejoras y movimientos destinados al desarrollo urbano parecen suspendidos, evaporados en las marañas burocráticas o simplemente olvidados.
Dice bien el intendente cuando reconoce que el estado desastroso de las calles se impone entre las demandas porque es un problema por completo visible.
Sin embargo, las roturas de origen variado representan algo más: la desidia y el descaro de las administraciones anteriores, la capacidad de no hacerse cargo de la tarea para la que fueron elegidos y la desconexión entre presupuesto y ejecución. En este punto, el intendente lamenta las lluvias repetidas que han retrasado el plan de bacheo.
Aún así, llama la atención que el pavimento parece haber estallado casi al unísono en toda la ciudad.
Quizás sería atinado que las autoridades investigaran cuándo y cuánto se pagó por el pavimento (allá lejos y hace tiempo) y qué duración debía haber tenido.
Las calles, además, exhiben crudamente el caos del tránsito sin que desde el municipio demuestren preocupación y algún plan sustentable al respecto. Se sostiene personal que sólo custodia el pago del parquímetro y participa de algunos operativos.
La tecnología, que tanto se elogia debería prestar un servicio para acercarnos al siglo XXI en esta cuestión de vigilar el uso del espacio de estacionamiento medido. Y así, innovar para mejorar el tránsito.
Es correcto preguntarse cómo es posible que existiendo un departamento de tránsito, aún no se hayan modificado en nada las modalidades del cruce de los peatones. Siempre en inferioridad de condiciones frente a los vehículos. Qui- zás quedó así desde aquellos tiempos en que pocos autos circulaban. Hoy la densidad automotor ha crecido tanto que obliga a replanteos. Y no es sólo cuestión de dinero.
Por otra parte, las veredas destruidas aumentan cada día. No conozco ningún proyecto o programa municipal que incentive a los vecinos a corregir estos peligros. Tampoco se conoce algún programa de ayudas económicas para este menester. Asimismo, los trabajos de diversos organismos o empresas de servicios dejan las veredas en condiciones deplorables.
Sería hora de que algún legislador estudiara a conciencia la posibilidad de imponer un protocolo de intervención a los fines de resguardar el patrimonio urbano. Si nuestras voces de verdad quieren ser escuchadas y tomadas en consideración, en estos temas todos tenemos algo para aportar.
A las múltiples roturas y desniveles debemos agregar la suciedad. En parte los mismos vecinos son el origen del problema: en esto predomina la cultura de ensuciar cualquier vereda sin hacerse cargo. Igualmente, el sistema público de recolección de residuos es bastante pobre.
Al margen, aún estamos en veremos con la separación de residuos en origen. Y qué decir de los perros vagabundos que rompen por las noches las bolsas de basura… . ¿Se podrá inventar alguna solución?
Adelantándome a quienes pretextarán que nos enfrentamos a problemas mucho más complejos y dolorosos que el estado de las calles, su limpieza, desniveles y roturas tanto como un tránsito cada vez más alterado y peligroso, diré que tienen toda la razón. Precisamente porque las enumeradas son dificultades para las que ya se conocen en el mundo soluciones interesantes que pueden intentarse aquí (con la debida corrección y modificaciones) es que creemos posible despejar cuestiones para atender de verdad las problemáticas severas.
Por último, un tema simbólico, de enorme contenido, se destaca en relación a los festejos de nuestra ciudad por el bicentenario de la independencia. La gloria que significa estar vivos para disfrutar de tan feliz aniversario no se vio reflejada en los actos conmemorativos. El caudal de riqueza artística bahiense parece no haber sido convocado a participar.
Coro estable y coros independientes, escuela de teatro y elencos aficionados, orquesta sinfónica, ballet, grupos de danza, pintores, en fin, tantos exponentes del amor al arte hubieran dotado a los festejos de una magia inigualable. Espero no equivocarme al pensar que cada uno de ellos donaría su tiempo y su talento para alegrar el día patrio. Del mismo modo, la orquesta, el ballet y el coro estable que son pagados por la provincia.
La elección del Parque Independencia se entiende por la analogía con la independencia argentina. Más no por ser un sitio que aún requiere cuantiosas modificaciones.
La fiesta, así, en ese predio, quedó como encapsulada. El sueño de muchos, muchos ciudadanos era vivir un día especial, frente a la sede del poder político, viendo frente a nosotros desplegarse las destrezas artísticas, las comidas típicas de los inmigrantes, los bailes de la tierra, en fin, la patria.
Una esperanza: que en breve tiempo se escuche entre nosotros: ya nada está como era entonces… Cuántos cambios, cuántos árboles, qué placer caminar por estas calles, qué linda va quedando mi ciudad...
Nidia Burstein Bahía Blanca.
es socióloga. Vive en